El fallecimiento de Javier Cid ha tomado por sorpresa a todos, y Sonsoles Ónega le ha dedicado unas emotivas palabras.

 

sonsoles onega y javier cid

 

El mundo del periodismo español se ha visto sacudido en las últimas horas por una noticia que nadie esperaba y que ha teñido de luto a la profesión:

el fallecimiento repentino del periodista Javier Cid, colaborador habitual del diario *El Mundo* y una de las plumas más queridas y respetadas de la redacción madrileña.

La noticia de su muerte, ocurrida este viernes 22 de agosto, se propagó con una rapidez vertiginosa entre compañeros, amigos y lectores, dejando tras de sí un silencio difícil de llenar.

Entre quienes más profundamente han sentido esta pérdida se encuentra la periodista y presentadora Sonsoles Ónega, que mantenía una estrecha relación de amistad con Cid y que no ha dudado en rendirle un homenaje público cargado de emoción y recuerdos.

En su cuenta de Instagram, Sonsoles compartió una fotografía en la que ambos aparecen sonrientes en el plató de *Y ahora Sonsoles*, programa en el que Cid había participado en varias ocasiones como colaborador.

Junto a la imagen, escribió unas líneas que reflejan tanto la sorpresa como el dolor que le ha provocado la partida de su amigo.

“Nos quedamos sin la última, mi Javi. No te voy a escribir mejor que Antonio Lucas porque no te conocí desde Pradillo, pero ¡ay!”, comenzaba el mensaje, con un tono de intimidad que transmitía la complicidad que los unía.

 

sonsoles onega y javier cid

 

Las palabras de Sonsoles continuaron con un desgarro sincero que muchos de sus seguidores sintieron como propio: “AY con la mayúscula del escalofrío que aún no me sacudo.

Veloz, como tú, la noticia ha recorrido los teléfonos, que es la manera que tenemos ahora de contarnos las cosas. Las buenas (a veces); las malas, siempre”.

Con esta confesión, la periodista resumía el impacto fulminante que supuso el anuncio del fallecimiento de Cid, un hombre cuya pasión por el periodismo le había granjeado respeto en todos los ámbitos en los que trabajó.

Javier Cid, nacido en Madrid y con una trayectoria consolidada en la prensa escrita, desarrolló gran parte de su carrera en *El Mundo*, donde se especializó en crónicas, entrevistas y reportajes de sociedad y cultura.

Sus textos, siempre pulcros y cargados de sensibilidad, habían dejado huella entre colegas de profesión, quienes ahora lo recuerdan como un periodista “de los de antes”, dedicado, exigente consigo mismo y con un estilo literario que trascendía la noticia.

Su labor también lo acercó a la televisión, donde demostró su versatilidad, aunque nunca abandonó su pasión por la palabra escrita.

 

Muere el periodista Javier Cid - AS.com

 

Sonsoles, en su despedida, quiso subrayar esa faceta que lo distinguía: “¡Ay, Javi! Lo que te gustaba la tele… Y eso que lo tuyo era la palabra perenne y no la caduca de un plató.

El primer periodista que me mandó una vela encendida, rendida, ante su texto”. Una declaración que deja ver la admiración mutua que compartían, más allá de la amistad personal.

El vínculo entre ambos se había ido fortaleciendo en los últimos años, coincidiendo en proyectos y encuentros que traspasaron lo profesional. En su mensaje de despedida, Sonsoles añadía con una sinceridad desarmante: “Nos quedamos sin la última, sí.

Y ahora que no estás… pido por ti desde la lejanía… Aunque no creyeras en nada, yo sí. Siempre me decías: ‘Antonia, que yo no soy de rezar’. Pues hoy me vas a escuchar, reclinada en la primera iglesia que veo abierta”.

Estas palabras no solo reflejan la tristeza de la periodista, sino también la ternura de una amistad que se nutría de confidencias, ironías y gestos cotidianos que ahora quedarán en el recuerdo.

 

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El fallecimiento de Javier Cid se suma a la lista de pérdidas que en 2025 han golpeado al ámbito cultural y mediático español, un año que ya había dejado despedidas dolorosas de figuras destacadas en el cine, la música y la literatura.

Sin embargo, la partida de Cid tiene un cariz especial porque se trata de alguien que, aunque no siempre estaba en el foco mediático, sí formaba parte del engranaje fundamental de la información, de esos periodistas que sostienen con rigor y pasión la credibilidad de los medios.

Entre quienes le conocieron de cerca, se repite un mismo recuerdo: su sonrisa, que Sonsoles describió como “un poco triste”, y su mirada, que definió como “de verdad”.

Era un hombre que transmitía confianza, cercanía y una forma de entender el periodismo como servicio público, alejado del ruido y la superficialidad.

Sus colegas lo recuerdan también por su generosidad, por estar siempre dispuesto a compartir un consejo, una anécdota o un café improvisado para hablar de la vida y del oficio.

 

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El homenaje de Sonsoles Ónega, conmovido y sincero, se ha convertido en la voz de muchos otros que hoy lamentan no haber podido compartir con Cid “esa última”, esa conversación pendiente que queda suspendida en el aire.

“Nos veremos donde sea, con el pretexto de siempre, que era ninguno. Sólo saber cuándo nos tomábamos la última.

Vuela bonito, amigo reciente”, concluyó Sonsoles en su despedida, dejando un testimonio que resume la esencia de la amistad y el vacío que deja una pérdida inesperada.

La figura de Javier Cid permanecerá en la memoria de quienes lo leyeron, lo escucharon y lo conocieron. Sus textos seguirán siendo referencia en un mundo cada vez más fugaz, recordando que el periodismo no solo es informar, sino también emocionar y dejar huella.

En un país acostumbrado a ver desfilar nombres famosos, su muerte recuerda la importancia de quienes, desde la discreción y la pasión, construyen día a día la historia que leemos.

La emoción de Sonsoles Ónega y el eco de sus palabras han convertido su adiós en un acto de justicia poética, un homenaje a un hombre que supo hacer del periodismo no solo una profesión, sino un arte de vida.

 

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