Hace casi 40 años, un proyecto musical sin precedentes reunió a más de 50 estrellas de la música en español para crear una canción que aspiraba a ser un canto de solidaridad y unidad.
Este ambicioso esfuerzo, que contó con la participación de los mejores exponentes de la época, buscaba replicar el impacto de “We Are the World” y apoyar causas humanitarias en América Latina.
Sin embargo, a pesar de la calidad artística y el compromiso de sus participantes, la canción no alcanzó el éxito comercial ni la difusión que merecía.
Hoy, recordamos la historia detrás de esta emblemática producción, sus secretos, tensiones y el legado de los artistas que participaron y que en muchos casos ya no están con nosotros.
En 1985, inspirado por el éxito de la canción “We Are the World”, un grupo de productores y músicos visionarios decidió crear un himno que uniera a la música hispana en una causa común.
José Quintana y Humberto Gatica encabezaron la producción de un tema llamado *Cantaré, Cantarás*, compuesto por Juan Carlos Calderón, Ana Inmensón y Albert Hammond.
La iniciativa tenía como objetivo recaudar fondos para campañas del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) en América Latina, uniendo así el poder de la música con la solidaridad social.
Para hacer posible este proyecto, se consiguió la colaboración de las principales disqueras de la época, que propusieron a sus artistas más destacados.
Además, la aerolínea mexicana donó los vuelos para trasladar a los músicos a Los Ángeles, y Julio Iglesias contribuyó generosamente con su avión particular para facilitar la logística.
Hoteles y proveedores ofrecieron alojamiento y alimentación gratuitos, consolidando un esfuerzo colectivo sin precedentes.
La cita para la grabación fue en un gran estudio de Immer Records, donde más de 50 artistas llegaron sin representantes para evitar presiones externas.
Al entrar, cada uno recibió la letra de *Cantaré, Cantarás*, con indicaciones precisas sobre qué parte debía interpretar, ya fuera como solista o en coros.
El ambiente era una mezcla de camaradería y tensión.
Mientras algunos, como Julio Iglesias, se mostraban relajados y bromistas con compañeros como Rocío Jurado, otros enfrentaban frustraciones.
José Feliciano y Cantinflas aportaban humor para aliviar la presión de una sesión que se extendió por 16 horas continuas.
Sin embargo, no todo fue armonía. Celia Cruz fue relegada a los coros y abandonó el estudio molesta por su reducido protagonismo.
Lupita D’Alessio también se retiró enfadada, sintiendo que no se le daba el trato digno que merecía como estrella.
Estas tensiones reflejaban las dificultades de coordinar a tantas personalidades y egos en un solo proyecto.
Uno de los ausentes más comentados fue Luis Miguel.
Aunque fue invitado, su padre, quien manejaba su carrera, rechazó la participación argumentando que todos los artistas estaban donando su trabajo y no aceptaron negociar pagos.
Esta negativa frustró a los productores y dejó una mancha en el proyecto que pudo haber ganado aún más relevancia con la presencia del joven ídolo.
Además, hubo disputas sobre la distribución de las partes de la canción.
Todos querían lucirse y ocupar un lugar destacado, lo que complicó la selección de los vocalistas principales y la organización del coro.
La producción tuvo que mediar para equilibrar las participaciones y mantener la calidad del tema.
Julio Iglesias, uno de los cantantes más reconocidos internacionalmente en ese momento, tuvo un papel fundamental más allá de su voz.
Además de prestar su avión para trasladar a varios artistas, mostró un gran sentido del humor y galantería durante la grabación, lo que ayudó a crear un ambiente más ameno.
Su presencia también fue estratégica: los productores decidieron que la canción comenzara con frases interpretadas por él para captar la atención del público y darle mayor visibilidad al proyecto.
Esto generó cierto malestar en otros artistas que consideraban que su protagonismo opacaba a los demás, pero fue una decisión pensada para maximizar el impacto mediático.
*Cantaré, Cantarás* es una canción que habla de esperanza, solidaridad y compromiso.
Su letra invita a ser un puerto seguro, un faro que ilumine el mundo y una fuerza que impulse el cambio.
El coro, integrado por voces de Menudo y otros grupos, refuerza la idea de que juntos se puede construir un futuro mejor.
Durante la grabación, los artistas tomaron de las manos y compartieron un momento de emoción que simbolizó la unión más allá de fronteras y rivalidades.
Fue un instante en el que la música dejó de ser competencia para convertirse en un acto de fraternidad.
A pesar de la calidad artística y el significado del proyecto, *Cantaré, Cantarás* no logró la promoción ni la distribución necesaria para convertirse en un éxito masivo.
La falta de apoyo mediático y la ausencia de algunos artistas clave limitaron su alcance, haciendo que la canción quedara en un segundo plano frente a otros himnos solidarios de la época.
Sin embargo, el valor de esta obra trasciende las ventas y las listas de popularidad.
Representa un momento histórico en el que la música latina se unió para una causa común, dejando un legado de colaboración y compromiso social.
Lamentablemente, muchos de los protagonistas de esta iniciativa han fallecido, dejando un vacío en la música en español.
Entre ellos destacan José José, Vicente Fernández, Pedro Vargas, Rocío Jurado, Miguel Gallardo, Diego Verdaguer, Lucho Gatica y Cantinflas.
Recordar su participación en *Cantaré, Cantarás* es también un homenaje a sus trayectorias y a la huella que dejaron en la cultura musical.
Su entrega y talento siguen vivos en esta canción que, aunque no alcanzó el éxito esperado, permanece como testimonio de un esfuerzo colectivo y solidario.
La historia de *Cantaré, Cantarás* es un ejemplo de cómo el arte puede ser un vehículo poderoso para la unión y la ayuda social.
A pesar de las dificultades, las tensiones y la falta de éxito comercial, el proyecto mostró lo mejor de la música en español: la capacidad de trascender diferencias y trabajar juntos por un bien mayor.
Este canto de solidaridad sigue vigente hoy, recordándonos que la música no solo es entretenimiento, sino también un lenguaje universal capaz de cambiar vidas y construir puentes entre culturas y generaciones.
Si bien la canción no logró el reconocimiento masivo que merecía, su legado permanece intacto en el corazón de quienes valoran la música con propósito y el poder de la colaboración artística.
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