🌊💖 “Piscina azul, sofá verde y un rincón prohibido: así es el santuario familiar de Iñaki López y Andrea Ropero”

La historia de Iñaki López y Andrea Ropero comenzó como un guion escrito para la televisión.

Él, un periodista con carácter y experiencia; ella, una comunicadora brillante, con una mezcla de dulzura y firmeza que rápidamente conquistó a la audiencia.

El primer capítulo se escribió en el plató de La Sexta Noche, donde compartían cámara, guiones y discusiones en directo.

Pero lo que nadie sabía es que, entre luces y debates, se estaba encendiendo una chispa.

En 2016, aunque trataban de mantener su romance en la más estricta intimidad, el secreto ya había dejado de serlo.

Un año después, en una entrevista en El Hormiguero, confirmaron lo que muchos sospechaban y contaron cómo todo había empezado: la mudanza a un edificio de Antena 3, las obras que obligaron a compartir

camerino, las bromas tímidas y los gestos de complicidad que poco a poco fueron ganando terreno.

Andrea, con humor, confesó que al principio le costó dejarse conquistar, porque, como dijo riendo, “las de Huesca somos de parar los pies”.

La relación se consolidó rápido.

En 2017 nació su primer hijo, Roque, un acontecimiento que selló un vínculo ya muy fuerte.

Cuatro años después, el 25 de mayo de 2021, se dieron el “sí, quiero” en una ceremonia íntima celebrada en el majestuoso Salón Árabe del Ayuntamiento de Bilbao.

Apenas unos pocos familiares y amigos cercanos fueron testigos de ese momento, pero las imágenes que compartieron en redes sociales mostraban una felicidad difícil de disimular.

En 2023, la familia se amplió con la llegada de la pequeña Jara, completando un retrato familiar que muchos describen como idílico.

Aunque su hogar habitual está en Algorta, en el municipio vizcaíno de Getxo, hay otro lugar que tiene un peso especial en sus vidas: una casa en Vizcaya, probablemente de un familiar cercano, que se ha

convertido en el punto de encuentro para las fechas señaladas.

No es simplemente una propiedad bonita; es un refugio cargado de significados.

El salón principal es la joya de la vivienda.

Amplio y luminoso, está presidido por una chimenea que en invierno se convierte en el centro de las reuniones.

Frente a ella, un sofá verde que parece invitarnos a hundirnos en él, con cojines mullidos y una manta siempre lista para las tardes frías.

En una de las paredes, un gran cuadro de colores vivos aporta un contraste vibrante, mientras que otra pared entera está ocupada por una estantería imponente, repleta de libros, DVDs y vinilos.

Es un rincón que revela mucho de la pareja: su amor por la cultura, el cine y la música.

El jardín, con césped perfectamente cuidado, es un paraíso para los niños y un alivio para los adultos.

Una piscina azul brilla bajo el sol, perfecta para las fiestas de cumpleaños o las tardes de verano.

Allí, el 23 de septiembre pasado, Roque celebró sus siete años con una fiesta que combinó juegos, chapuzones y el tradicional soplo de velas.

Andrea, por su parte, festejó sus 41 años en julio con un baño relajante, una tarta casera y una caminata familiar.

En redes, compartió fotos con el mensaje: “Con mi tribu, caminata, bizcocho y muchos mensajes de cariño… no pido más”.

Otra de las estancias más especiales es la zona chill out, un espacio cómodo y decorado con tonos neutros donde Andrea ha pasado largas horas durante sus embarazos.

“Tan a gusto aquí… calma”, escribió en una publicación meses atrás.

En la cocina, luminosa y con barra americana, los techos altos con molduras y los muebles blancos crean una sensación de amplitud y serenidad.

Es el lugar perfecto para desayunos largos y conversaciones sin prisa, mientras el sol se cuela por las ventanas.

El rincón favorito del pequeño Roque es, sin duda, la sala de ensayo que tiene paredes con aislante acústico.

Allí puede tocar la batería sin molestar a nadie, dejando que el sonido marque el ritmo de la casa en esos días de energía desbordante.

Pero más allá de su distribución y sus comodidades, esta casa en Vizcaya es un escenario donde se tejen recuerdos.

Cada rincón parece guardar una historia: el sofá que ha sido testigo de tardes de películas y confidencias, la piscina donde se han celebrado victorias y cumpleaños, la cocina que ha visto preparar desayunos

improvisados después de noches sin dormir por culpa de algún catarro infantil.

Para Iñaki y Andrea, este lugar no es un simple inmueble: es un refugio emocional.

Aquí no hay público ni guion.

Aquí, el periodista que tantas veces ha moderado discusiones en televisión se convierte en padre que juega en el césped, y la comunicadora que maneja la cámara con soltura se convierte en madre que lee cuentos

junto a la chimenea.

Es posible que nunca abran del todo las puertas de este refugio a la prensa, y quizá sea mejor así.

Porque, en un mundo donde la exposición pública es constante, conservar un lugar que pertenece solo a la familia es un acto de resistencia y de amor.

Y es en esa discreción, en esa forma de proteger lo que de verdad importa, donde reside el verdadero lujo de Iñaki y Andrea: un hogar donde pueden ser simplemente ellos, sin más espectadores que sus hijos y el

rumor del viento en el jardín.