Samitier critica cómo las protestas políticas, especialmente contra el equipo Israel Premier Tech, han transformado la competición en un escenario hostil que afecta la seguridad de los deportistas y el sustento de miles de familias.

 

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En medio de la controversia y el caos que ha marcado la Vuelta a España de 2025, el ciclista aragonés Sergio Samitier, del equipo Cofidis, ha decidido romper su silencio y compartir su experiencia tras las intensas protestas que han sacudido las últimas etapas de la competición.

En una entrevista conmovedora, Samitier ha descrito cómo él y sus compañeros se han sentido amenazados y en peligro real debido a la hostilidad que han enfrentado, especialmente a partir de la etapa 11, disputada en Bilbao, donde las manifestaciones se intensificaron.

El ciclista ha relatado que mientras competían a velocidades de hasta 80 km/h, los manifestantes les lanzaban chinchetas, un acto que podría haber tenido consecuencias fatales.

“Nos tiraban chinchetas, íbamos a 80 km/h y podían matarnos. Nos gritaban asesinos cuando lo único que hacemos es trabajar para ganarnos la vida”, explicó Samitier, reflejando la angustia y el miedo que él y sus compañeros experimentaron en ese momento.

Esta situación se ha presentado como un claro ejemplo de cómo el deporte, en este caso el ciclismo, puede ser utilizado como un escenario para la protesta política, algo que el ciclista no ha dejado de señalar.

 

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Samitier ha sido claro al afirmar que comprende las protestas pacíficas y el derecho a manifestarse, pero ha denunciado que lo ocurrido en la Vuelta ha cruzado todas las líneas rojas.

“Querían matarnos. Haces unas declaraciones y te responden: ‘un ciclista por 80.000 muertos en Gaza’. No, no es así”, sentenció con firmeza.

Este comentario refleja la complejidad del contexto político en el que se ha desarrollado la Vuelta, donde la presencia del equipo Israel Premier Tech ha sido un catalizador de la controversia.

A pesar de que este equipo no recibe subvenciones del Estado hebreo y ha incluso eliminado la palabra “Israel” de su maillot para reducir tensiones, las protestas contra su participación han sido intensas y, en muchos casos, violentas.

El corredor de Barbastro, que ha visto su vida transformada desde que comenzaron las protestas, ha compartido cómo su enfoque en la competición se ha visto severamente afectado.

“Cuando vas subiendo un puerto y te llaman cabrón y asesino, duele. Soy muchas cosas, pero no soy un asesino”, ha afirmado con dureza, enfatizando que su papel como deportista no debe ser confundido con las decisiones políticas que trascienden el ámbito del ciclismo.

La violencia no solo ha puesto en riesgo su vida y la de sus compañeros, sino que también ha amenazado el sustento de más de 3.000 familias que dependen de la Vuelta, un evento que representa una parte significativa de la economía local y del mundo del ciclismo.

 

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A medida que la Vuelta avanzaba, el clima de hostilidad se intensificó, convirtiendo lo que debería ser una celebración del deporte en un campo de batalla político.

Samitier ha sido un símbolo de resistencia en este contexto, con su testimonio resonando en las redes sociales como un grito de alerta sobre la situación.

Su voz se ha convertido en un eco de las preocupaciones de muchos en el ámbito deportivo que sienten que sus carreras están siendo utilizadas como herramientas en un juego político que no les pertenece.

La situación ha atraído la atención de líderes políticos de diversas partes del espectro, desde Isabel Díaz Ayuso y Santiago Abascal hasta Pedro Sánchez e Irene Montero.

 

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Cada uno ha ofrecido su perspectiva sobre el caos que ha rodeado a la Vuelta, pero las palabras de Samitier han resonado de manera particular,

destacando la desconexión entre las decisiones políticas y la realidad de los deportistas que se ven atrapados en medio de estas tensiones.

Además, el ciclista ha destacado que el ciclismo es considerado un “deporte débil”, lo que lo convierte en un blanco fácil para aquellos que buscan utilizarlo como escaparate político.

Esta percepción ha llevado a que muchos en la comunidad ciclista se sientan vulnerables y expuestos, lo que ha generado un debate sobre la seguridad de los atletas en eventos deportivos de gran envergadura.

La Vuelta, que debería ser un evento que une a la gente a través del amor por el deporte, se ha transformado en un escenario de división y conflicto.

 

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A medida que el evento se desarrolla, la pregunta sobre el futuro del ciclismo en España y la seguridad de sus deportistas se vuelve cada vez más urgente.

La situación de Samitier y sus compañeros es un recordatorio de que detrás de cada carrera, cada etapa y cada victoria, hay seres humanos que arriesgan sus vidas y su bienestar por un deporte que aman.

La historia de la Vuelta a España de 2025 es, por lo tanto, más que una simple competencia deportiva; es un reflejo de las tensiones sociales y políticas que marcan nuestra época.

En conclusión, la denuncia de Sergio Samitier resuena no solo en el mundo del ciclismo, sino en toda la sociedad.

Su valentía al hablar sobre su experiencia y la de sus compañeros es un llamado a la reflexión sobre la intersección entre el deporte y la política,

y sobre cómo estas dinámicas pueden afectar a quienes, en última instancia, son los que hacen posible que los eventos deportivos se lleven a cabo.

La historia de la Vuelta a España de 2025 no solo se recordará por sus momentos deportivos, sino también por el coraje de aquellos que se atrevieron a alzar la voz en medio del caos.