El fallecimiento del Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa ha sacudido al mundo literario y mediático.

 

 

 

Pero lo que más ha impactado no ha sido su partida, sino las revelaciones sobre sus últimas voluntades.

 

Según fuentes cercanas, el escritor peruano dejó instrucciones claras para excluir de su despedida a Isabel Preysler y su hija, Tamara Falcó.

 

Estas instrucciones habrían sido tajantes: no permitirles acercarse ni tener contacto alguno en sus últimos momentos.

 

El 13 de abril de 2025, Vargas Llosa falleció en Lima, en el apartamento de su exesposa Patricia Llosa.

 

No murió en una propiedad suya, como muchos pensaban, sino en la casa de quien fuera su compañera durante décadas.

 

Patricia, pese a su divorcio con el autor en 2016, lo perdonó y le permitió volver a vivir en su hogar durante sus últimos días.

 

Una decisión que ha generado tanto admiración como controversia entre los seguidores y críticos del Nobel.

 

El periodista Jaime Bayly elogió el gesto de Patricia, calificándolo de noble y cargado de humanidad.

 

Según Bayly, ella fue más grande que el genio, capaz de perdonar y acompañar en el tramo final a quien la había herido.

 

Mientras tanto, la polémica crece por el veto que Mario dejó por escrito hacia Isabel y Tamara.

 

Se ha confirmado que, incluso en el funeral, se les negó la entrada por voluntad expresa del propio escritor.

 

No se trató de una decisión tomada por los hijos, sino de una orden directa que nadie quiso contradecir.

 

Durante su enfermedad, Vargas Llosa habría contemplado una posible reconciliación verbal con Isabel.

 

Sin embargo, sus hijos Álvaro, Gonzalo y Morgana se opusieron rotundamente a esa idea.

 

Alegaron que Preysler nunca mostró verdadero interés por él tras la ruptura, especialmente durante su convalecencia por COVID.

 

La familia temía que cualquier acercamiento reabriera heridas y afectara su tranquilidad en los últimos días.

 

Desde su separación en 2022, el contacto entre el Nobel e Isabel fue absolutamente nulo.

 

A pesar de rumores de diálogo, la distancia fue definitiva y dolorosa.

 

Al parecer, Vargas Llosa incluso introdujo referencias críticas hacia Isabel y Tamara en algunos de sus escritos más recientes.

 

Frases que, según expertos, reflejan el resentimiento y la decepción que lo acompañaron hasta el final.

 

Durante el velorio en Lima, la atmósfera fue íntima, sin cámaras ni homenajes públicos.

 

Una ceremonia sobria, exactamente como Vargas Llosa deseaba, alejada de lo mediático y superficial.

 

El Gobierno del Perú declaró duelo nacional, pero dentro del hogar reinó el silencio, la calma y la privacidad.

 

Mientras tanto, en Madrid, el silencio de Isabel Preysler fue ensordecedor.

 

No emitió ningún comunicado ni nota pública, manteniéndose completamente al margen.

 

Tamara Falcó, por su parte, prefirió centrarse en su matrimonio y no alimentar la polémica.

 

Algunos creen que Tamara sí envió mensajes simbólicos en redes sociales, aunque otros dudan de su intención.

 

Lo cierto es que la última escena de la vida de Vargas Llosa fue tan literaria como sus novelas.

 

Marcada por el perdón de una exesposa, el rechazo a un amor mediático y la protección inquebrantable de sus hijos.

 

La decisión de borrar todo lazo con Isabel y Tamara ha generado todo tipo de reacciones.

 

Para algunos, es una muestra de dignidad y coherencia hasta el final.

 

Para otros, es una señal de rencor que empaña su legado.

 

Lo que nadie puede negar es que Vargas Llosa se despidió fiel a sí mismo, sin concesiones ni teatros.

 

Una despedida tan serena como firme, escrita con la tinta de su voluntad inquebrantable.

 

¿Qué opinas tú de esta revelación?

 

¿Fue justo el veto a Isabel Preysler y Tamara Falcó o una decisión demasiado severa?

 

El legado de Vargas Llosa ya está sellado, pero su historia personal aún sigue dando de qué hablar.