El bajón de audiencias de David Broncano con la desordenada visita a la casa de Fernando Arrabal: “¿Qué esta haciendo él?”

David Broncano y Fernando Arrabal rompen los esquemas en 'La Revuelta': así  han cambiado el programa

El problema televisivo que ha sufrido la visita de David Broncano a la casa de Fernando Arrabal.

La Revuelta ha demostrado que se puede recuperar la entrevista en prime time a personajes que descartaría cualquier cadena privada. Por arriesgados. Por contar con un discurso más complejo para lo que se cree que interesa a la audiencia masiva.

Por llevar conocimiento a aquellos que se sentían huérfanos de otro tipo de televisión. Sin embargo, la bajada de audiencias del formato de Broncano vuelve a despertar las susceptibilidades de la lista de personajes de la cultura únicos que no terminan de funcionar en el feroz horario de máxima audiencia. Aunque asistir a una conversación con ellos sea una experiencia vibrante.

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Es lo que ha sucedido con la visita de David Broncano a la casa de Fernando Arrabal en París. Solo logró un 8.3% de cuota de pantalla con una media de 942.000 espectadores, mínimo de temporada, mientras que su rival directo, El Hormiguero, sigue brillando con un 14.1% de cuota de pantalla y una media de 1.621.000 espectadores. También estuvo por encima Supervivientes Express, con un 11,4% y 1.316.000 seguidores.

En su origen, La Revuelta ha sabido jugar muy bien con el suspense, motor de la televisión. No sabes quién y cómo acudirá a cada emisión.

Pero hay ocasiones estelares en las que se debe anunciar lo inaudito que va a pasar para captar al público potencial.

Es el caso de la entrevista a Arrabal. Podía haber sido un acontecimiento cultural, pero la percepción social es que no iba a emitirse programa en un día festivo. O, en su defecto, iba a ser una reposición.

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El viaje de Broncano a París debía haberse avanzado como un evento inusual: un documental que muestra el interior de la casa de un mito vivo como es Arrabal. No se hizo. Y no existió margen de reacción por parte del público que podía estar interesado en verlo.

Un público crítico que no acude a la televisión cuando intuye que se acomoda en su propia inercia. Tampoco ayudó que narrativamente la entrevista fuera pobre visualmente. En vez de ordenar las ideas, te perdías en la marabunta de un hogar parisino rebosante de recuerdos amontonados que necesitábamos más planos detalles para entender.

En eso de tener mucho recuerdo, la vivienda de Arrabal se parece un poquito al plató de La Revuelta.

Pero hasta para los más interesados era complicado seguir el hilo, a pesar de los maravillosamente vehemente imaginación de la que tiran los recuerdos que utiliza Arrabal y el arte que le rodea. Su piso repleto de ideas, ironías y sabiduría es testigo palpable del universo surrealista del que ha sido creador.

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Allí, Broncano, que no es un entrevistador al uso, observa, atiende y, a veces, demuestra toda su cultura a la hora de replicar a Arrabal. Así deja noqueado al invitado y al espectador.

Aunque una buena entrevista no es un ring de conocimiento, el éxito de Broncano ha estado más pegado a la ingenuidad que escucha, que exclama y, al final, ayuda a que asome una curiosidad que acaricia tanto que termina llevando al invitado a su terreno.

No ha sucedido del todo con Arrabal, que está de vuelta y es incontrolable. De hecho, ni vimos bien la casa ni ahora somos capaces de resumir una reflexión inspiradora de todo lo que contó.

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No es de extrañar que llevara a mínimo de audiencia al programa. Por el día de emisión -con la activa audiencia habitual en otros quehaceres festivos-, por lo inesperado de la emisión -no sabíamos que el programa atesoraba este documento- y, también, porque fue un encuentro que transmitía cierta frustración en su visionado: por apabullante, por no atesorar un guion previo que perfilara con el propio Arrabal los recuerdos a contar antes.

El ‘perfilado’ antes de grabar es una técnica habitual en cualquier programa de entrevistas a personas de tanta vida. O el caos gana a la cronología de la historia a contar a través de las palabras y la imagen. Aquí nos faltaron cosas por ver y contextos para comprender mejor entre tanto ir y venir de anécdotas.

Aunque esta grabación de La Revuelta sí será un éxito como documento histórico del archivo de RTVE en el futuro: cuando se visione con el sosiego de la perspectiva del tiempo que limpia la anarquía. Eso, también y sobre todo, es la televisión pública: la creatividad que perdura, las miradas que trascienden. Porque no dejan quedarse atrapadas en el ruido efímero.