La boda de María Carolina de Liechtenstein en la Catedral de San Florín deslumbró con lujo, tradición y la presencia de destacadas figuras de la realeza y la política europea.

 

La gran boda real de María Carolina de Liechtenstein que ha reunido a la  realeza europea y a la aristocracia española

 

En una jornada que quedará grabada en la memoria de la realeza europea, la boda de María Carolina de Liechtenstein ha capturado la atención de medios y aficionados por igual.

El evento tuvo lugar en la majestuosa Catedral de San Florín en Vaduz, Liechtenstein, donde la novia llegó acompañada de su padre, el príncipe Alois, en un elegante Rolls Royce blanco antiguo, que simbolizaba la grandeza de la ocasión.

La ceremonia, oficiada por el obispo Benno Elba, reunió a una multitud de familiares, amigos y dignatarios, creando un ambiente de celebración y esplendor.

Las festividades comenzaron horas antes de la llegada de la novia, con la llegada de numerosos invitados de renombre.

Entre los primeros en llegar se encontraba el príncipe Nikolaus de Liechtenstein, quien no quiso perderse la oportunidad de estar presente en este momento tan significativo para su familia.

La primera ministra, Brigitte Haas, y el presidente del parlamento estatal, Manfred Kaufmann, también asistieron, subrayando la importancia política del evento.

Uno de los momentos más esperados fue la llegada de Victoria de Hohenlohe, duquesa de Medinaceli, quien deslumbró a todos con un conjunto gris verdoso que reflejaba su estatus aristocrático.

Los duques de Noto, Jaime de Borbón-Dos Sicilias y su esposa Charlotte Lindesay-Berthune, así como la princesa Margarita de Luxemburgo, también formaron parte de la selecta lista de invitados.

 

 

La princesa Nora de Liechtenstein, vestida por Valeria Cotoner, llegó junto a su hija Teresa Sartorius, quien optó por un vestido de la marca Dahlia y un sombrero de Maison Ola, mostrando la elegancia característica de la realeza.

El novio, Leopoldo, hizo su entrada acompañado por su madre y madrina, Sofía, quien lucía un diseño exclusivo.

Las hermanas y primas de Leopoldo también llevaban tocados de la firma española Mimoki, contribuyendo al ambiente de sofisticación que envolvía la ceremonia. La llegada de la princesa María Carolina fue el clímax de la celebración.

Su vestido, bordado con esmero y complementado con un velo de plumeti con blonda, la hacía parecer una verdadera princesa.

En lugar de la tiara floral que su madre había usado en su boda, María Carolina optó por la tiara Fringe, un impresionante artefacto de estilo kokoshnik adornado con diamantes, que había sido visto por última vez en 2021.

La boda no solo fue un acontecimiento familiar, sino también un evento de gran relevancia social. Las calles de Vaduz se llenaron de curiosos que deseaban ser testigos del desfile de la realeza.

Un dispositivo de seguridad se desplegó para garantizar la normalidad del evento, mientras un grupo de mujeres vestidas con trajes típicos de Liechtenstein, junto con sus originales tocados negros, aguardaban la llegada de los contrayentes.

 

El sello español en la boda de María Carolina de Liechtenstein que ha  conquistado a la realeza europea

 

A pesar de su posición en la realeza, María Carolina es conocida por su discreción. Como hija del futuro soberano, su vida ha estado marcada por la tradición, ya que la Ley Sálica en Liechtenstein impide que las mujeres accedan al trono, excluyéndolas de la línea sucesoria.

Este aspecto ha hecho que su historia sea aún más fascinante, uniendo la nobleza con la realidad de las restricciones que enfrentan las mujeres en la realeza.

Tras la ceremonia, los recién casados se trasladaron al Castillo de Vaduz, un impresionante edificio medieval que ha sido la residencia de los príncipes de Liechtenstein desde 1939.

Este castillo, con sus 130 habitaciones, se convirtió en el escenario de una recepción que prometía ser igual de esplendorosa que la ceremonia.

Los invitados disfrutaron de una velada llena de risas, música y bailes, celebrando no solo la unión de dos personas, sino también la continuidad de la tradición real en Europa.

 

La gran boda real de María Carolina de Liechtenstein que ha reunido a la  realeza europea y a la aristocracia española

 

La música ocupó un lugar central en la celebración, con melodías que resonaban en el aire, creando un ambiente festivo. La pista de baile se llenó con los movimientos elegantes de los nobles, mientras los brindis y las conversaciones animadas llenaban el espacio.

La alegría era palpable, y cada invitado tenía una historia que contar sobre su relación con la pareja, añadiendo un toque personal a la celebración.

En resumen, la boda de María Carolina de Liechtenstein no solo fue un evento de gran elegancia y esplendor, sino también un símbolo de la continuidad de la realeza europea en un mundo que está cambiando rápidamente.

Con cada detalle meticulosamente planificado y cada invitado cuidadosamente seleccionado, la ceremonia y la recepción se convirtieron en un testimonio del amor, la tradición y la historia que definen a la familia real de Liechtenstein.

Sin duda, un día que quedará grabado en la historia y en los corazones de todos los presentes.

 

El vestido de novia de María Carolina de Liechtenstein y la tiara Fringe  que rinde homenaje a la tradición familiar