Macarena Olona protagoniza un tenso enfrentamiento en directo con Nacho Abad en ‘En boca de todos’, tras lanzar graves acusaciones y enfrentarse a Ramón Espinar por comparar su discurso con el de la ultraderecha.

 

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El último episodio de En boca de todos ha dejado una huella imborrable en la audiencia. Lo que parecía un debate más sobre la actualidad política y judicial se convirtió en una tormenta televisiva cuando Macarena Olona, exdiputada de Vox, perdió los papeles en pleno directo, lanzando una feroz reprimenda al presentador Nacho Abad.

El episodio, tan explosivo como inesperado, ha sido el centro de comentarios en redes sociales y medios de comunicación, convirtiéndose en uno de los momentos más tensos y virales del programa hasta la fecha.

Todo comenzó con una discusión sobre el juicio a Isabel Peralta, la joven vinculada a ideologías neonazis acusada de incitación al odio por sus discursos contra Marruecos.

El debate, que ya venía cargado de tensión, tomó un giro dramático cuando el también invitado Ramón Espinar, exdirigente de Podemos, cuestionó a Olona con una pregunta directa y punzante: “¿Cuál es la diferencia entre lo que propone Isabel Peralta y lo que propones tú?”

Con esta intervención, Espinar insinuaba una similitud preocupante entre el discurso de ultraderecha y las posiciones políticas que Olona ha defendido a lo largo de su carrera.

La respuesta de Macarena Olona fue fulminante. Sin filtros, arremetió contra Espinar con un comentario que hizo saltar todas las alarmas: “Yo no gasearía a seres humanos, anormal”. Esta afirmación desató una mezcla de gritos, incredulidad y tensión en el plató.

Nacho Abad, intentando mantener el control, trató de mediar y pedir respeto, pero su intervención fue recibida con hostilidad por parte de Olona, quien le lanzó una de las frases más comentadas del día: “¡No te lo permito!”

 

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La exdiputada, visiblemente exaltada, acusó al presentador de censurarla mientras permitía que otros invitados la señalaran sin consecuencias. “A mí no me pueden llamar nazi a la cara y tú callarte como si nada”, exclamó con tono desafiante.

Nacho Abad, por su parte, trató de defenderse asegurando que nadie estaba censurando a nadie y que el plató debía mantenerse como un espacio de diálogo y no de insultos. Pero la tensión ya era insostenible.

El momento en que Olona repite insistentemente “no te lo permito” al presentador ha sido replicado en bucle en redes sociales, convertido en meme y materia de análisis para tertulias posteriores.

Más allá del espectáculo televisivo, lo ocurrido ha vuelto a poner en evidencia la dificultad de moderar debates políticos en los que los ánimos están al límite y las posturas ideológicas no dejan espacio para el consenso.

Macarena Olona, desde que abandonó Vox, ha mantenido una agenda mediática activa, reinventándose como figura pública con intervenciones provocadoras, declaraciones controvertidas y una constante presencia en tertulias políticas.

Su paso por programas como El Hormiguero, Todo es mentira o En boca de todos ha estado marcado por momentos de fricción, pero ninguno tan intenso como el vivido esta semana.

Ramón Espinar, por su parte, ha sabido aprovechar su estilo pausado y argumentativo para representar una visión crítica desde la izquierda, aunque no rehúye el choque cuando considera necesario responder a lo que él ve como discursos de odio.

En este caso, su pregunta provocadora buscaba dejar en evidencia una ambigüedad peligrosa en las ideas de Olona, pero su ejecución ha sido vista por algunos como un ataque personal, alimentando así el fuego cruzado.

 


El papel de Nacho Abad, como moderador del programa, también ha sido objeto de debate. Mientras unos lo critican por no intervenir con mayor contundencia cuando se lanzan descalificaciones personales, otros reconocen que enfrentarse a dos figuras tan temperamentales en directo no es tarea fácil.

El reto de mantener el equilibrio entre la libertad de expresión y el respeto en un plató de televisión es cada vez mayor, especialmente cuando los protagonistas del debate se mueven en los extremos del espectro ideológico.

La escena también ha reavivado una reflexión sobre los límites del discurso en televisión. ¿Hasta qué punto es legítimo llevar figuras incendiarias a un plató con tal de generar audiencia?

¿Dónde termina la opinión y comienza la difamación? ¿Se puede hablar de política sin convertir el plató en una arena de combate? Son preguntas que siguen sin respuesta, pero que cobran especial relevancia tras episodios como este.

Por el momento, ni la productora del programa ni los protagonistas del incidente han emitido comunicados oficiales.

Sin embargo, fuentes cercanas al equipo aseguran que se está evaluando la posibilidad de imponer normas más estrictas para evitar que situaciones similares se repitan. Mientras tanto, la audiencia sigue respondiendo con una mezcla de fascinación, indignación y morbo.

En definitiva, lo que ocurrió en En boca de todos no fue simplemente un cruce de opiniones. Fue un choque directo entre dos visiones opuestas del mundo, amplificado por el formato televisivo y la necesidad constante de captar la atención.

Macarena Olona, con su “¡No te lo permito!”, ha dejado claro que no piensa quedarse callada. Pero también ha abierto un nuevo debate sobre el tono, el fondo y las formas del discurso político en los medios de comunicación. Y en esa conversación, España entera parece estar dividida.