Una grabación inédita de Paquirri, realizada horas antes de su trágica muerte el 26 de septiembre de 1984 en la plaza de toros de Pozoblanco, ha salido a la luz tras más de 40 años, revelando sus palabras premonitorias sobre el toreo, su vida y su familia, en un testimonio que conmueve y reabre el debate sobre su legado, su relación con Isabel Pantoja y el impacto de aquella corrida maldita.

 

40 años sin Paquirri: edición especial de 'Clarín', de RNE, desde Pozoblanco  - Cultoro.es

 

Han pasado ya cuatro décadas desde aquella tarde negra del 26 de septiembre de 1984, cuando Francisco Rivera “Paquirri”, uno de los toreros más queridos y respetados de España, cayó mortalmente herido en la plaza de Pozoblanco.

Pero solo ahora, en junio de 2025, se ha hecho pública una grabación inédita que revela con claridad estremecedora el último testimonio de Paquirri antes de enfrentarse al toro Avispado.

Sus palabras, pronunciadas con una calma que hoy resulta casi sobrehumana, parecen teñidas de una extraña premonición: “No me gusta decir que es la última. Siempre me gusta decir que es la penúltima”.

Así se refería, casi con resignación, a su corrida en Pozoblanco, sin saber —o tal vez sí sabiendo en lo más profundo— que sería la última vez que pisaría el ruedo.

En esa entrevista grabada por RNE y emitida por primera vez ahora gracias al archivo de RTVE, Paquirri repasaba su temporada, su relación con esa plaza y su deseo de seguir toreando hasta que el cuerpo o la vida se lo permitieran. Lo que nadie imaginaba es que ese mismo día sería marcado por la tragedia.

Tras una faena impecable con su primer toro, que le valió una oreja, el segundo le esperaba con destino cruel. Avispado, un toro negro de la ganadería Sayalero y Bandrés, le asestó una cornada brutal en la ingle derecha, rompiendo la arteria femoral, la ilíaca y la safena.

La escena fue grabada por las cámaras y aún hoy resulta doloroso ver cómo el torero, consciente, es llevado a la enfermería mientras pide calma, fuerza y la presencia del cirujano.

 

El romance de Paquirri y Bárbara Rey: por qué él nunca la quiso

 

“Doctor, la cornada es fuerte, tiene al menos dos trayectorias”, llegó a decir con una lucidez que hiela la sangre.

El parte médico posterior reveló que Paquirri falleció por un shock hipovolémico debido a la masiva pérdida de sangre, agravada por la falta de medios quirúrgicos en la plaza.

La ambulancia que lo trasladó al Hospital Militar de Córdoba tardó más de una hora por carreteras secundarias, mientras el torero se debatía entre la vida y la muerte. Fue declarado muerto a las 21:40, apenas dos horas después de ser herido.

Su muerte no solo paralizó al país: provocó un verdadero antes y después en el mundo taurino. A raíz de esa tragedia, el Gobierno obligó a todas las plazas a contar con quirófanos equipados, cirujanos vasculares y equipos médicos especializados en traumatología taurina.

De hecho, muchos expertos coinciden en que si esa cornada hubiera ocurrido hoy, con los protocolos actuales, Paquirri habría tenido altas posibilidades de sobrevivir.

 

Un paseo en imágenes por la vida de Francisco Rivera Paquirri

 

Pero lo que ha vuelto a poner su figura en el centro de la conversación pública no ha sido solo la tragedia, sino su humanidad, su clarividencia y ese aura de leyenda que parece envolverlo incluso al hablar.

La emisión del programa “Lazos de Sangre” ha traído nuevos testimonios de quienes lo conocieron de cerca: su primer gran amor estadounidense, Denise Bove, ha mostrado cartas y fotos inéditas;

Bárbara Rey ha confirmado una relación intensa y secreta; e incluso se ha revisado el mito de su matrimonio con Isabel Pantoja, con quien se casó en 1983 y tuvo a su hijo Kiko Rivera.

La historia de amor con Isabel marcó profundamente su vida personal. El torero, ya con dos hijos fruto de su relación anterior con Carmina Ordóñez —Francisco y Cayetano Rivera—, parecía haber encontrado en la tonadillera un nuevo equilibrio.

Su boda fue televisada, seguida por millones y celebrada como un cuento de hadas. La imagen de Paquirri como esposo y padre volvió a primer plano tras esta emisión, especialmente al escucharlo en sus últimas palabras hablando no de gloria ni miedo, sino de familia, entrega y destino.

Ese mismo destino que también parece haber alcanzado a los otros protagonistas de la corrida maldita de Pozoblanco. El cartel de aquella tarde lo compartían El Soro y El Yiyo, dos jóvenes promesas que tampoco escaparon al infortunio.

El Yiyo moriría un año después por una cornada en Colmenar Viejo, y El Soro sufrió una grave lesión que truncó su carrera.

 

Francisco Rivera "Paquirrí" - www.todoporlafiesta.net

 

Algunos aún hablan de una maldición que rodeó esa tarde, y no faltan quienes apuntan que el toro Avispado, que fue disecado y expuesto en un museo taurino en Burriana, sigue siendo un símbolo de misterio, fatalidad y superstición.

Hoy, al escuchar a Paquirri en esa entrevista perdida durante tantos años, uno no puede evitar estremecerse. No solo por lo que dijo, sino por cómo lo dijo.

Con la templanza de quien ha hecho las paces con su destino, con la dignidad de quien acepta que la vida del torero se juega cada tarde.

“Me gustaría venir el tiempo que me quede de ser matador de toros, que no es mucho”, repetía sin dramatismo, casi como si hablara con el destino frente a frente.

Quizás por eso, cuatro décadas después, su figura sigue tan viva como entonces. No por la tragedia, sino por el temple, por la palabra firme, por el valor sin alardes y la sensibilidad con que vivió sus últimos días.

Su legado va mucho más allá de las plazas: está en cada profesional que se salva hoy gracias a nuevos protocolos médicos, en cada familia que recuerda sus valores, y en cada espectador que escucha esa voz serena que, sin saberlo, se estaba despidiendo de todos nosotros.

Pozoblanco, en memoria de Paquirri