⚖️🔥Del Amor al Banquillo: La Pareja de Ayuso SE JUEGA LA PRISIÓN y Ella NO ESCAPA del Radar Judicial

El novio de Ayuso propuso asumir ocho meses de cárcel y 525.000 euros para  evitar ir a juicio

Todo comienza con una investigación que ya no puede disimularse ni maquillarse: Alberto González Amador, pareja sentimental de Isabel Díaz Ayuso, ha sido formalmente procesado por la justicia con una

acusación demoledora.

La jueza instructora lo señala con claridad como autor de delitos fiscales y falsedad documental.

Más de 3 millones de euros en beneficios no declarados durante los años más duros de la pandemia, comisiones por mascarillas, pagos opacos y facturas supuestamente manipuladas para burlar a Hacienda.

La pena a la que se enfrenta no es simbólica: entre 2 y 10 años de prisión, lo cual implicaría, de ser condenado, ingreso real a la cárcel.

Pero eso no es todo.

La línea entre lo personal y lo político se vuelve peligrosamente delgada cuando los indicios apuntan a que Ayuso no es una simple espectadora.

Aunque hasta el momento no existe imputación formal contra la presidenta madrileña, su defensa férrea y pública hacia su pareja, sumado a la presencia compartida en un lujoso ático que podría haber sido

costeado con fondos dudosos, han encendido todas las alarmas.

La pareja de Ayuso propuso a Fiscalía asumir 8 meses de cárcel y pagar más  de medio millón de euros para evitar juicio

El hecho de que su abogado reconociera por escrito la comisión de delitos fiscales en nombre de su cliente, para luego ser desmentido por el propio acusado, solo complica aún más el panorama.

¿Cómo es posible que un abogado firme una confesión sin consentimiento? ¿Estamos ante una estrategia desesperada para evitar que salpique a Ayuso?

En paralelo, se reabre otro frente judicial igual de oscuro: el tristemente célebre “protocolo de la vergüenza” aplicado en Madrid durante la primera ola del COVID, que dejó fuera de atención hospitalaria a miles

de ancianos.

Las cifras son escalofriantes: más de 7.000 muertos sin traslado a hospitales, según diversas fuentes.

Aunque los delitos podrían prescribir por el paso del tiempo, la justicia intenta evitarlo abriendo nuevas diligencias.

La responsabilidad política y moral de la Comunidad de Madrid, en especial de los cargos sanitarios de aquel momento, vuelve a escena.

Ayuso ha salido airosa mediáticamente de otros escándalos, pero este es de otro calibre.

Imputada la pareja de Ayuso por fraude fiscal y falsedad en documento  mercantil | Noticias de Madrid | EL PAÍS

Y como si esto fuera poco, se destapan chats y redes de comunicación internas entre antiguos agentes de la Guardia Civil y funcionarios que hoy trabajan en el entorno de Ayuso.

En esos mensajes, se habla sin pudor de “ir a por el Gobierno” con métodos que recuerdan las cloacas del Estado: chantajes, ofertas de dádivas, presión a fiscales.

Uno de los implicados, exagente de la UCO, lanza comentarios que encajarían en una novela de espionaje sucio, pero que tristemente son reales.

La conexión con medios afines, el uso de bulos y campañas de desprestigio contra rivales políticos, y el blindaje de ciertos medios financiados con fondos públicos conforman un cóctel tóxico de poder y

manipulación.

Y aún hay más.

Se investiga si el dinero y los beneficios obtenidos ilícitamente por González Amador pudieron haber beneficiado de alguna forma directa o indirecta a Ayuso.

Aunque jurídicamente todavía no hay pruebas que justifiquen una imputación, los rumores y las filtraciones apuntan a que todo está bajo observación.

La sombra del “partícipe a título lucrativo” se cierne sobre la presidenta.

Y si eso ocurre, no bastará con declaraciones de inocencia frente a las cámaras.

Los tribunales tendrán la última palabra.

El novio de Ayuso propuso aceptar 8 meses de cárcel y 525.000 euros para no  ir a juicio

El caso Ayuso no es el único ejemplo del deterioro institucional en España.

A nivel autonómico, el caso de Carlos Mazón y la tragedia de la DANA también pone en tela de juicio la responsabilidad de los altos cargos ante las catástrofes.

Y en el ámbito nacional, escándalos como el del rescate de Air Europa o la polémica del aforamiento exprés de líderes políticos apuntan a una estrategia de blindaje judicial que cada vez es más evidente para la

ciudadanía.

Lo más preocupante: todo parece responder a una lógica de guerra política judicializada donde ya no importa la verdad, sino quién logra imponer su narrativa en los medios y redes sociales.

La instrumentalización de la justicia ha llegado a niveles alarmantes.

Presentar querellas se ha vuelto más rentable políticamente que proponer leyes.

Y mientras la ciudadanía exige respuestas, lo que recibe son filtraciones interesadas, discursos teatrales y una justicia que, en muchos casos, se ve usada como arma arrojadiza.

¿Quién gana en este juego? Sin duda, no es la democracia.

Y en el plano internacional, la situación tampoco es alentadora.

La pareja de Ayuso propuso asumir ocho meses de cárcel para no ir a juicio

Las cloacas, los bulos, las guerras judiciales no son un fenómeno exclusivo de España.

En Estados Unidos, Donald Trump enfrenta una avalancha de causas judiciales mientras sigue capitalizando políticamente sus enfrentamientos con los tribunales.

Y en Gaza, el derecho internacional es pisoteado a diario ante la pasividad de las grandes potencias, con un genocidio que ocurre en tiempo real mientras el mundo mira hacia otro lado.

En medio de todo este caos institucional, judicial y político, el caso de Isabel Díaz Ayuso y su pareja no es una anécdota aislada.

Es el síntoma de un sistema que se tambalea entre la corrupción, el espectáculo y la impunidad.

Y lo que está en juego no es solo una presidencia autonómica o el futuro de un empresario.

Lo que está en juego es la credibilidad de las instituciones, la confianza en la justicia y la salud misma de la democracia.

¿Estaremos a la altura para exigir cuentas? ¿O dejaremos que la próxima exclusiva tape el escándalo anterior? La respuesta, como siempre, está en manos del pueblo.