patricia Fuen Mayor sufrió mucho en sus
últimos días de vida Una lucha dolorosa
silenciosa y devastadora Una batalla que
enfrentó con valentía pero que la fue
apagando poco a poco Detrás de su
sonrisa y su elegancia en televisión se
escondía un infierno físico y emocional
que muy pocos imaginaron El cáncer no
solo marcó su cuerpo también quebró
momentos sueños y hasta sus últimas
palabras Hoy en historias y traiciones
te contamos cómo fueron realmente sus
últimos días El sufrimiento los
tratamientos que ya no hacían efecto la
tristeza de una madre que no quería irse
y ese adiós que aún resuena en el
corazón de quienes la amaron Quédate con
nosotros Esta es una historia real y te
va a estremecer Todo comenzó como una
punzada sutil en el pecho Un malestar
que para alguien como Patricia Fionmer
una mujer activa madre de dos hijos
periodista y figura pública no era más
que una molestia menor Estrés pensó
Después de todo su vida estaba llena de
compromisos madrugadas frente a las
cámaras trabajos sin pausas rutinas
entre la redacción y el hogar Pero algo
dentro de ella empezó a cambiar y esa
punzada leve al principio se convirtió
en un susurro constante que no la dejaba
dormir Fue una noche de diciembre de
2023 cuando el miedo se hizo real
Mientras se bañaba Patricia notó algo
extraño en su seno izquierdo Una pequeña
dureza apenas perceptible pero que no
había estado ahí antes Esa noche no
durmió En silencio sin despertar a su
esposo ni a sus hijos buscó en internet
síntomas causas posibilidades
Y aunque su mente quería creer que no
era nada su intuición le decía otra cosa
Al día siguiente sin anunciarlo a nadie
pidió una cita médica El ultrasonido fue
rápido demasiado rápido La expresión en
el rostro del técnico le heló la sangre
Luego vino la mamografía y después el
silencio más aterrador de todos ese que
antecede a una biopsia urgente Días
después sentada frente al oncólogo en
una clínica de Nueva York escuchó las
palabras que ninguna mujer quiere oír
Tienes cáncer
Es un carcinoma invasivo de crecimiento
agresivo Debemos empezar el tratamiento
de inmediato En ese momento todo lo que
la rodeaba pareció desvanecerse
El ruido de la calle la luz que entraba
por la ventana incluso la voz del médico
todo se convirtió en un eco lejano
Patricia que había entrevistado a
decenas de personas con historias
desgarradoras que había dado noticias
sobre tragedias muertes y enfermedades
se encontraba ahora al otro lado de la
historia volvió a casa esa noche y
abrazó a sus hijos como si fueran de
cristal No les dijo nada no sabía cómo
Su esposo Jorge fue el primero en
enterarse Lloraron juntos en silencio en
la cocina mientras la cena se enfriaba
sobre la mesa Ella no quería que el
mundo la viera débil pero en ese
instante entendió que el cáncer no
distingue fama belleza ni éxito Ataca
sin preguntar Aún no había empezado la
quimioterapia
Pero el verdadero tratamiento ya había
comenzado el del miedo el de la ansiedad
el de enfrentarse a una enfermedad sin
garantías Patricia la mujer fuerte la
presentadora siempre sonriente estaba a
punto de comenzar la batalla más dura de
su vida y lo haría sin decirle a nadie
porque para ella el verdadero desafío no
era solo sobrevivir era mantener la
dignidad la esperanza y sobre todo el
amor por sus hijos intacto sin que
notaran el monstruo que comenzaba a
crecer en su interior El 8 de enero de
2024 Patricia Fionmer se sentó por
primera vez en el sillón frío de la sala
de oncología A su alrededor otros
pacientes esperaban con los ojos
cerrados conectados a bolsas de suero y
medicamentos que parecían robar más de
lo que devolvían Ella observó el techo
blanco tratando de controlar el temblor
en sus manos No era miedo lo que sentía
era incertidumbre
¿Sería este el principio de su salvación
o de su lenta destrucción
el primer ciclo de quimioterapia duró
poco más de 4 horas En ese tiempo su
cuerpo comenzó a recibir la dosis
inicial de venenos que prometían
destruir las células malignas pero
también devastar todo lo demás Patricia
salió caminando por su propio pie como
una guerrera que aún no conocía la
magnitud de la batalla Pero esa noche la
realidad cayó sobre ella como una
tormenta Vómitos incontrolables
escalofríos fiebre dolor en cada
centímetro de su piel Era como si su
cuerpo se incendiara por dentro No podía
dormir no podía comer no podía pensar Su
esposo la encontró en el suelo del baño
llorando en silencio con la frente
apoyada contra la losa fría buscando un
alivio que no llegaba A partir de ese
día su casa dejó de ser un hogar para
convertirse en un campo de batalla La
pérdida de cabello llegó la segunda
semana Primero fue un mechón en la
almohada luego un torrente de hebras
oscuras cada vez que se pasaba los dedos
por la cabeza Patricia que había sido
reina de belleza que había vivido frente
a las cámaras por décadas se miró al
espejo con los ojos húmedos Sabía que no
debía aferrarse a lo superficial pero
ver su reflejo tan ajeno tan debilitado
fue un golpe difícil de asimilar decidió
usar peluca una que imitaba su cabello
natural con la misma forma el mismo
color Nadie debía notar el cambio Seguía
grabando desde casa con maquillaje que
ocultaba la palidez con una sonrisa que
le costaba horas construir porque no era
solo por ella era por sus hijos por su
madre por su audiencia porque para
Patricia el verdadero reto no era solo
luchar contra el cáncer sino seguir
siendo ella misma mientras lo hacía Las
sesiones se repitieron cada 21 días cada
una más devastadora que la anterior
Entre ciclo y ciclo su cuerpo apenas
lograba recuperarse Su sistema
inmunológico se debilitó tanto que un
simple resfriado podía llevarla al
hospital Las paredes de la clínica se
convirtieron en parte de su rutina Los
olores los tubos las agujas todo eso
dejó de asustarla Lo que realmente le
dolía era la soledad Esa que se siente
cuando tu cuerpo se derrumba Pero no
quieres preocupar a nadie Patricia nunca
se rindió pero la guerra ya estaba
haciendo estragos Su piel se volvió más
sensible sus uñas se quebraban la fatiga
era constante Aún así cada vez que podía
se ponía frente a una cámara con la
misma dulzura de siempre Nadie sabía la
magnitud de su sufrimiento Nadie
imaginaba que detrás de esa sonrisa una
mujer estaba librando una batalla que
solo los valientes conocen la lucha por
la vida cuando todo parece perdido A
mediados de marzo de 2024 Patricia
Fionmer comenzó a notar que algo dentro
de ella había cambiado No era solo el
agotamiento ni los efectos secundarios
del tratamiento Era una sensación
extraña como si su cuerpo ya no
respondiera a su voluntad
Las piernas le temblaban sin razón los
latidos de su corazón se aceleraban por
momentos y la respiración se volvía
pesada como si cada bocanada de aire
tuviera que abrirse paso entre piedras
Su oncólogo fue directo El cáncer no
había retrocedido como esperaban La
quimioterapia agresiva y constante no
estaba haciendo el efecto deseado Peor
aún nuevas manchas habían aparecido en
los exámenes El tumor original se
mantenía pero ya no estaba solo El
cáncer había comenzado a extenderse Esa
noticia fue devastadora Patricia se
quedó en silencio Ni lágrimas ni gritos
solo un vacío que le carcomía el pecho
Ya no bastaban las frases motivadoras
los mensajes de esperanza ni siquiera el
amor de su familia En ese instante
entendió que estaba frente a una
enfermedad traicionera que a pesar de
todo el esfuerzo seguía ganando terreno
dentro de ella El dolor se volvió más
presente Dolores óseos punzadas
constantes en la espalda y el abdomen
empezó a perder peso rápidamente
La ropa que antes le quedaba entallada
ahora le colgaba como si su cuerpo se
hubiera encogido de un día para otro A
veces pasaban días sin que pudiera comer
algo sólido Su dieta se redujo a caldos
batidos pequeñas cucharadas de puré que
apenas podía tragar Las náuseas eran
parte de su rutina dormía sentada porque
acostarse significaba asfixiarse
Su piel frágil y delgada se llenó de
hematomas y sus ojos antes tan
brillantes se volvieron opacos como si
hubieran llorado más de lo que podían
soportar La enfermedad le estaba
quitando poco a poco todo lo que la
definía su energía su fuerza su
seguridad Pero no era solo el cuerpo lo
que se derrumbaba Patricia comenzó a
experimentar episodios de ansiedad
profunda momentos en los que sentía que
se ahogaba sin razón Llamaba a su esposo
en medio de la noche temblando rogándole
que no la dejara sola “No quiero morir
dormida” le decía “Quiero que estés aquí
si me voy.” Palabras duras aterradoras
pero cargadas de la verdad más pura El
miedo humano a desaparecer Y sin embargo
entre tanta oscuridad ella seguía
encontrando destellos de luz en las
risas de sus hijos en la mano firme de
su madre en la voz de su esposo
susurrándole al oído que no estaba sola
Se aferraba a esos momentos como se
aferra un náufrago a una tabla en mitad
del mar Sabía que su cuerpo estaba
fallando pero su alma todavía quería
luchar Ese marzo fue el mes en el que
Patricia entendió que el cáncer no solo
invade el cuerpo invade también la vida
te roba el sueño la identidad la
tranquilidad
Pero aún en medio del dolor ella se
prometió que no dejaría que le quitara
su dignidad Abril llegó con una brisa
pesada como si el aire ya supiera lo que
venía Patricia Fmer despertó una mañana
con el cuerpo entumecido los labios
secos y una presión en el pecho que no
era dolor era resignación
Había dejado de preguntarse si mejoraría
Ahora solo se preguntaba si tendría el
valor de despedirse Sabía que el final
se acercaba El médico se lo había dicho
en voz baja sin rodeos con esa frialdad
que solo los profesionales que han visto
muchas muertes pueden tener El cáncer ha
hecho metástasis en los pulmones y el
hígado no responde a los tratamientos
Es momento de hablar de cuidados
paliativos
Patricia cerró los ojos y respiró hondo
Ya no tenía fuerzas para pelear con la
realidad Lo que la desgarraban no era
morir sino dejar atrás a sus hijos esos
dos pequeños corazones que aún no sabían
que pronto su madre sería solo un
recuerdo Pasó dos días enteros sin
dormir Caminaba por la casa arrastrando
los pies mirando las paredes tocando los
libros los muebles los cuadros Cada
rincón tenía una historia Cada objeto
parecía susurrarle a Dios Fue entonces
cuando decidió que era hora de hablar
con ellos
No podía permitir que la muerte llegara
sin antes dejar su verdad su amor su
promesa de que donde fuera que estuviera
nunca los dejaría solos La conversación
ocurrió una tarde de sábado con la luz
del sol entrando por la ventana se sentó
con ellos en la sala rodeada de
almohadas porque ya no podía mantenerse
erguida mucho tiempo Su voz aunque tenue
tenía una firmeza que sus hijos jamás
habían escuchado “Quiero que escuchen
con el corazón” les dijo porque lo que
les voy a decir no es fácil pero es
necesario Les habló del cáncer de cómo
su cuerpo había luchado con todas sus
fuerzas pero que ahora estaba cansado
les explicó que había momentos en los
que los cuerpos se rinden pero que el
amor de una madre no muere ni con la
enfermedad ni con el tiempo Sus hijos
lloraron intentaron negarlo se abrazaron
a ella como si eso pudiera detenerlo
inevitable y ella los abrazó también con
cada gramo de fuerza que le quedaba
grabando en su mente ese momento como el
más doloroso y al mismo tiempo el más
sagrado de su vida Esa noche Patricia
escribió cartas para cada uno de ellos
Cartas llenas de amor de consejos de
recuerdos compartidos Les dejó palabras
para cuando se graduaran para cuando se
enamoraran para cuando sintieran que no
podían más Cada letra era una caricia a
futuro un intento desesperado por
quedarse aunque su cuerpo ya se
desvaneciera
Afuera el mundo seguía pero dentro de
aquella casa el tiempo se había detenido
Patricia sabía que la despedida ya había
comenzado y aunque el miedo era inmenso
también lo era su paz Había dicho lo que
tenía que decir Había amado hasta el
último aliento y ahora solo quedaba
esperar con dignidad con serenidad con
el corazón en paz
El cuerpo de Patricia Fioner se había
vuelto una cáscara frágil apenas
sostenida por los hilos de su voluntad
Ya no caminaba ya no podía levantarse
sola ni mantener los ojos abiertos por
mucho tiempo Permanecía en su cama junto
a la ventana de su habitación desde
donde podía ver el cielo A veces en los
breves momentos de lucidez decía que las
nubes le parecían manos que le hacían
señas desde arriba El cáncer se había
extendido sin compasión Había alcanzado
sus huesos su hígado y ahora afectaba
seriamente sus pulmones Respirar era una
batalla constante Cada inhalación
parecía un suspiro arrancado del fondo
del alma La morfina administrada en
dosis controladas aliviaba el dolor
físico pero también la alejaba
lentamente del presente sumiéndola en un
letargo intermitente
Su cuarto se convirtió en un santuario
Su esposo sus hijos su madre y algunos
amigos íntimos se turnaban para
acompañarla
No había televisión ni música ni risas
estruendosas
solo el sonido de las respiraciones
compartidas de las oraciones susurradas
de los hoyosos contenidos Era como si el
tiempo allí dentro hubiera adoptado otro
ritmo más lento más sagrado Patricia
entre sueños y dolores todavía
encontraba fuerza para agradecer
Apretaba la mano de quien estuviera a su
lado movía los labios para decir te amo
y en sus ojos aunque apagados aún
brillaba la ternura No se quejaba no
protestaba sabía que el final estaba
cerca y lo aceptaba con una serenidad
que conmovía a todos En una de esas
tardes de abril le pidió a su esposo que
le leyera las cartas que había escrito
para sus hijos Quería escucharlas
sentirlas en voz ajena como una forma de
recordarse que aunque ella se fuera sus
palabras se quedarían para siempre
Él leyó con la voz entrecortada
acariciando su frente mientras ella
cerraba los ojos dejando que cada frase
la envolviera como una manta tibia Los
niños entraban a su cuarto de a poco uno
por uno Se sentaban a su lado tomaban su
mano le contaban cosas simples lo que
habían dibujado lo que soñaban con ser
de grandes Patricia escuchaba en
silencio derramando lágrimas lentas
silenciosas que hablaban por ella Era un
adiós sin palabras lleno de presencia
lleno de amor Afuera los días seguían la
vida continuaba Pero dentro de ese
cuarto todo giraba en torno a un solo
acto Acompañar a Patricia en su tránsito
hacia la eternidad No hubo máquinas ni
ruidos de hospital ni luces frías Ella
quiso morir en su casa en su cama
rodeada por quienes más amaba Y así se
fue apagando como una vela que aún al
borde de extinguirse sigue dando luz
El silencio se volvió cada vez más largo
entre respiraciones
Las pausas entre un aliento y otro eran
cada vez más lentas más profundas Su
alma comenzaba a soltar el cuerpo sin
prisa con la misma elegancia y dulzura
con la que vivió Y mientras todos
esperaban con los ojos húmedos y los
corazones en vilo Patricia se preparaba
para lo inevitable el momento final El
lunes 9 de junio de 2025 en la madrugada
Nueva York se estremeció con la noticia
de que Patricia Fioner había partido Su
querida comunidad de Despierta América
lo confirmó entre lágrimas Esta
madrugada falleció nuestra amiga y
colega Patricia Fionmer tras una dura
batalla contra el cáncer Esa mañana fue
casi silenciosa como si las calles
newyorquinas con su rutina frenética
quisieran rendir homenaje a su partida
En la casa donde pasó sus últimos días
ya no había la respiración agitada de
semanas atrás La morfina había calmado
su dolor más punzante y su cuerpo dejó
de luchar Su respiración se volvió muy
suave cada vez más lenta casi
imperceptible
Patricia no estaba sola Su esposo Jorge
sus dos hijos y su madre se encontraban
junto a su cama En un gesto final de
amor le tomaron la mano y le susurraron
al oído palabras llenas de ternura Jorge
sin separarse ni un segundo la sostuvo
sabiendo que ese sería su último
amanecer La madrugada se fundió en el
silencio respetuoso de quienes esperan
el final de un ser amado En ese cuarto
no hubo máquinas ni pitidos Patricia
había expresado su deseo morir en paz
rodeada de su familia como en el
santuario que habían construido durante
su enfermedad Alrededor de las 6 de la
mañana esa respiración pausada se detuvo
No hubo sobresaltos
Su paso fue sereno como un susurro que
se apaga tras una última nota musical
Jorge exhaló despacio y sus hijos
despertaron con ojos sonolientos y
todavía ajenos por completo a lo que
pasaba Se acercaron al lecho materno
Cerraron los párpados al ver su rostro
en paz
Algunos medios contaron que ellos años
más tarde hablarían de ese momento como
un beso de despedida silencioso
Afuera en Despierta América sus
compañeros rompieron en llanto en vivo
Raúl González comenzó diciendo “Son
noticias que no nos gusta dar.” y
describió a Patricia como una mujer
apasionada profesional y siempre
entregada a su labor informativa El
estudio se inundó de emociones una vez
más cuando colegas como él y Angélica
González reconocieron su luz y calidez
recordando que el cielo es mucho más
bonito con tu llegada Para la comunidad
telemática Patricia dejó un último
mensaje en redes hace apenas 4 meses un
tierno post de San Valentín junto a su
esposo y sus hijos firmado en Un beso mi
vida Te amo Fue su despedida de amor
consciente sin saber que sería también
su despedida de este mundo Esa mañana
cuando finalmente salió el sol lo hizo
tenue como respetando el paso de una
guerrera que se fue sin estridencias con
dignidad rodeada de afecto dejando un
legado de fortaleza y humanidad Patricia
cerró los ojos para siempre a los 51
años cumpliendo su deseo partir en paz
en el calor del hogar y los abrazos que
tanto amó ¿Qué opinas tú sobre la
valiente lucha de Patricia Fioner ¿te
conmovió su historia tanto como a
nosotros ¿alguna vez conociste a alguien
que también haya enfrentado una batalla
así déjanos tu opinión en los
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