🧠💥 “Conspiranoia innecesaria”: Risto Mejide desmantela a Ayuso en directo

La afirmación de Ayuso sobre el Gobierno que ha hecho que salte hasta Ana  Rosa: ella no cede

La última aparición de Isabel Díaz Ayuso en el programa de Ana Rosa Quintana parecía seguir el guion habitual: una entrevista cargada de acusaciones sin pruebas, victimismo político y ataques directos al

gobierno de Pedro Sánchez.

Pero lo que no se esperaba era que, en cuestión de horas, todo ese discurso sería triturado públicamente por Risto Mejide en su programa Todo es mentira, quien sin pelos en la lengua dejó en evidencia las

contradicciones, la falta de pruebas y las verdaderas intenciones detrás del relato de Ayuso.

La presidenta madrileña, con tono alarmista, aseguró que su móvil podría haber sido espiado desde Moncloa.

Según ella, mensajes de WhatsApp con Pedro Sánchez “desaparecieron misteriosamente”, insinuando que el gobierno estaba usando “programas informáticos” para eliminar conversaciones.

Sin aportar ni una sola prueba, Ayuso lanzó lo que muchos consideran una bomba informativa… pero sin metralla.

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Risto Mejide, sin titubear, desmontó el relato desde la base.

Primero, atacó la confusión del propio testimonio de Ayuso, que hablaba de “un grupo” y luego de “un chat” desaparecido, mostrando que ni siquiera ella parecía tener claro lo que estaba denunciando.

Luego, con argumentos técnicos, explicó cómo funciona realmente WhatsApp, una aplicación que permite configurar mensajes temporales que se autodestruyen, y que permite eliminar mensajes manualmente sin

que medie ningún tipo de intervención externa.

Su conclusión fue demoledora: “No hace falta una conspiranoia gubernamental cuando la propia app tiene estas funciones.

Basta de películas”.

La contundencia de Mejide no quedó ahí.

Risto Mejide no se muerde la lengua con Ayuso en plena polémica y le da la  estocada con estas palabras

Fue más allá y planteó la gran pregunta: ¿por qué Ayuso necesita constantemente crear estos relatos sin pruebas? La respuesta, según el presentador, está en su estrategia de victimización permanente.

Para Ayuso, cada crítica, cada señalamiento y cada escándalo que la rodea se convierte automáticamente en parte de una “operación de Estado” en su contra.

Es el viejo truco de la política de la confrontación: si no puedes defenderte con hechos, apela al miedo, al complot, al enemigo invisible.

Este comportamiento no es nuevo.

Desde el escándalo de los contratos de mascarillas en los que estuvo involucrado su hermano, hasta las tensiones internas con Feijóo dentro del PP, Ayuso ha utilizado siempre la misma carta: “Todo es un ataque

de la izquierda, de Moncloa, de Génova… de quien sea, menos mío”.

Lo que Risto Mejide denunció en su programa fue, precisamente, esta fórmula repetitiva que parece inmunizar a la presidenta de cualquier responsabilidad real.

Pero más allá del desmontaje técnico y lógico, lo que hizo que la intervención de Risto resonara en todo el país fue el mensaje de fondo: las declaraciones de líderes políticos no pueden seguir impunemente

lanzando teorías conspirativas sin aportar pruebas.

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No es solo una cuestión de veracidad, es una cuestión de responsabilidad institucional.

Cuando una figura como Ayuso afirma que el gobierno espía móviles sin pruebas, está alimentando la desconfianza, la polarización y la desinformación.

La gravedad del asunto va más allá del show mediático.

Según Mejide, esta manera de operar de Ayuso contribuye a un clima social envenenado donde la verdad importa menos que la narrativa.

El presentador fue claro: “Ya tenemos suficientes conspiranoias.

Si encima desde la presidencia de Madrid se lanzan más, vamos listos”.

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El episodio también dejó ver otro patrón preocupante: cada vez que Ayuso se ve acorralada políticamente, lanza una nueva bomba mediática.

Si no es el espionaje, es una supuesta persecución judicial; si no es un ataque desde su propio partido, es la intervención europea que nunca llega.

Todo, menos asumir responsabilidad o responder con hechos concretos.

Risto Mejide también denunció el uso de estos discursos como una táctica de distracción.

Mientras se debate sobre si Moncloa borró o no unos mensajes en WhatsApp, se deja de hablar de los verdaderos problemas que afectan a Madrid: la saturación en la sanidad pública, la precariedad educativa, los

contratos opacos y los escándalos de su círculo cercano.

Lo que Ayuso consigue con este tipo de declaraciones es desplazar el foco de lo importante hacia lo sensacionalista.

Y lo hace con una maestría política que, paradójicamente, ha reforzado su imagen entre sus seguidores.

Pero Risto no se quedó en lo técnico ni en lo político.

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También apuntó a lo personal: “¿Realmente alguien puede creer que el gobierno de España se dedica a borrar chats en WhatsApp a escondidas? ¿En serio ese es el nivel del debate político?” Su tono irónico fue el

broche perfecto para una intervención que no solo desmontó la narrativa de Ayuso, sino que expuso el peligro que representa este tipo de discursos para la democracia.

Y por si fuera poco, la entrevista con Ana Rosa también incluyó un desafío directo de Ayuso a Salvador Illa, retándolo a un debate sobre la financiación singular de Cataluña.

Para Mejide, este movimiento fue otra jugada estratégica: generar titulares, provocar al PSOE, y seguir alimentando su papel de opositora combativa.

Pero como ya señaló, muchas veces estos desafíos no tienen más intención que desviar la atención y reforzar su personaje político.

En definitiva, Risto Mejide no solo desmontó una acusación sin pies ni cabeza, sino que puso sobre la mesa una de las cuestiones más urgentes del panorama político actual: ¿hasta cuándo se va a permitir que

líderes públicos generen crispación con teorías sin pruebas? ¿Qué consecuencias reales tendrán este tipo de discursos si continúan calando en la opinión pública? El caso Ayuso no es un episodio aislado, es el

síntoma de una política que se alimenta del conflicto, de la sospecha y del ruido.

Y si nadie pone freno, el precio lo pagará toda la sociedad.