Montoya desaparece del debate final de *Supervivientes 2025* tras ser traicionado por Anita en directo, bloqueándola en redes y desatando una oleada de rumores sobre su salud mental, tensiones amorosas y un posible escándalo oculto que sacude el final del reality.

Lo que debía ser una noche de cierre apoteósico para Supervivientes 2025 terminó convirtiéndose en una auténtica pesadilla televisiva.

José Carlos Montoya, uno de los concursantes más polémicos y mediáticos de esta edición, plantó al equipo y a toda la audiencia al no presentarse en el esperado debate final presentado por Carlos Sobera.

Su silla vacía frente a las cámaras dejó al descubierto un misterio que se fue enredando minuto a minuto, alimentado por el silencio sepulcral del protagonista, la inquietud de sus compañeros, los reproches cruzados y un sospechoso bloqueo en redes sociales que ha hecho estallar todas las alarmas.

Montoya, conocido por su paso anterior por La Isla de las Tentaciones, llegó a Supervivientes arrastrando ya tensiones emocionales y mediáticas, pero nadie imaginaba que el desenlace sería tan abrupto, cargado de dudas y con un trasfondo que mezcla problemas de salud, traiciones sentimentales y un posible colapso nervioso.

Todo estalló después de que Anita Williams, su compañera y también protagonista del reality, revelase en pleno directo que ambos habían mantenido relaciones íntimas en Playa Misterio, algo que habían negado sistemáticamente durante semanas.

La confesión de Anita no solo fue una bomba mediática, sino que desató en Montoya una reacción inmediata: visiblemente hundido, abandonó el plató entre lágrimas, dejando claro que se sentía traicionado y utilizado.

A partir de ese momento, su participación en el programa fue un cúmulo de silencios, ausencias y gestos extraños, como borrar todas sus publicaciones relacionadas con Supervivientes de sus redes sociales, dejar de seguir a las cuentas oficiales del programa y cortar contacto directo incluso con compañeros como Laura Madrueño y Sandra Barneda, conductoras principales del formato. La ruptura fue total.

El último episodio, el más escandaloso, llegó con su planta al debate final. La producción intentó mantener la calma y justificar su ausencia alegando “recomendación médica” debido al grave desgaste físico y mental que habría sufrido Montoya tras encadenar dos realities de máxima presión. Pero la explicación oficial no terminó de convencer a nadie.

Carlos Sobera, con gesto serio, llegó a mostrar en directo el camerino vacío de Montoya para demostrar que realmente no se encontraba en las instalaciones, mientras Anita, nerviosa y visiblemente afectada, pedía respeto y comprensión para él.

La tensión crecía a medida que avanzaba el programa. ¿Realmente estaba enfermo o había algo más detrás de ese abandono inesperado?

La versión oficial hablaba de problemas emocionales derivados de la sobreexposición mediática y el estrés acumulado, pero la realidad mostraba detalles inquietantes: Montoya había bloqueado a Anita en WhatsApp e Instagram justo después de la gala anterior, negándose a responderle incluso cuando ella intentó disculparse en privado.

Anita, entre lágrimas, confirmó en directo que se sentía desconcertada por el rechazo y que no entendía el motivo de su actitud.

“No le he hecho nada malo, solo dije la verdad”, aseguró ante una audiencia que no sabía muy bien si ponerse de su parte o empatizar con el hundimiento anímico de Montoya.

La imagen de ese joven roto, desaparecido y desconectado de todos, se convirtió en la gran incógnita de la noche.

El revuelo no terminó ahí. Desde otros programas y platós, como el presentado por Pelayo Díaz, comenzaron a llover críticas veladas e insinuaciones de que quizá la baja médica era más bien una excusa para evitar enfrentamientos públicos.

Pelayo lanzó un dardo envenenado al decir: “Si tiene algo que decir, que venga aquí y me lo diga, que yo sí estoy cumpliendo con mi trabajo”, generando una ola de comentarios encendidos en redes sociales.

La sospecha de que detrás de la ausencia se escondían posibles acuerdos rotos, decepciones amorosas o incluso un intento desesperado de alejarse del foco mediático comenzó a correr como la pólvora.

Para sumar más leña al fuego, las redes sociales se llenaron de teorías sobre un posible escándalo oculto que habría llevado a Montoya a desaparecer, con algunos usuarios insinuando presiones externas o problemas aún no revelados.

Lo cierto es que la salud mental de los concursantes de realities está en el centro del debate desde hace tiempo, y este episodio ha vuelto a ponerlo sobre la mesa.

Montoya, en sus últimas apariciones públicas, ya mostraba signos evidentes de agotamiento, tanto físico como emocional, y sus más cercanos aseguran que necesita un parón urgente lejos de cámaras, platós y polémicas.

Mientras tanto, la organización de Supervivientes se ha esforzado por defender la limpieza del concurso, recordando que las votaciones finales fueron supervisadas y que no hubo irregularidades, en respuesta a quienes insinuaban un posible tongo tras la eliminación previa de Montoya.

La edición 2025, que comenzó el 6 de marzo y finalizó el 17 de junio con Borja González como vencedor, será recordada no por las victorias o los desafíos extremos, sino por esta imagen: una silla vacía, un concursante desaparecido, una traición televisada y una audiencia dividida entre la empatía y el morbo.

Por ahora, Montoya permanece en paradero desconocido mediáticamente hablando, descansando en casa según la versión oficial, pero con todo un país pendiente de si volverá a hablar, si contará su verdad o si esta desaparición es el principio de una retirada definitiva del mundo de los realities. La historia no ha terminado. Al contrario, acaba de empezar.