😡 “Esto no es economía, es abuso”: El Gran Wyoming revienta el discurso de Feijóo sobre el salario mínimo
Alberto Núñez Feijóo lo soltó sin rodeos: subir el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) es, según él, una carga para empresas, un coste para los trabajadores y un beneficio fiscal para el gobierno.
Como si asegurar un sueldo digno para los que más lo necesitan fuera una especie de trampa económica.
Como si el Estado, al garantizar un umbral mínimo de vida, estuviera cometiendo un abuso…contra los empresarios.
Así de crudo.
Así de provocador.
Y como era de esperarse, la reacción no se hizo esperar.
Pero no solo desde el Congreso o los sindicatos.
Fue El Gran Wyoming, con su estilo directo y sin filtros, quien puso en palabras lo que millones de personas pensaban.
En su programa El Intermedio, Wyoming no se anduvo con rodeos: “Muchos abren un negocio pensando en hacerse ricos, pero no cuentan con que los trabajadores tienen derechos…
una hora máximo a la semana, una vida…”.
Ironía pura, sí.
Pero también una radiografía brutal de una mentalidad empresarial que aún considera el salario digno como un obstáculo y no como lo que realmente es: un derecho.
Lo más demoledor llegó después.
“Si para obtener beneficios tienes que explotar a tus trabajadores, pagarles en negro o negarles el salario mínimo…dedícate a otra cosa.
” Esa frase, rescatada por miles de usuarios en redes, se ha convertido en una respuesta contundente al discurso de Feijóo.
Porque si para que un negocio funcione necesitas precarizar a quien trabaja, el problema no es el salario mínimo.
Es tu modelo de negocio.
Feijóo no es un empresario cualquiera.
Es el líder del Partido Popular y aspira a gobernar España.
Por eso sus palabras no pueden pasar como una simple opinión.
Son un reflejo de su visión de país.
Un país donde garantizar sueldos dignos parece ser menos prioritario que mantener contento a un determinado sector empresarial.
Un país donde los derechos laborales son negociables si interfieren con la rentabilidad.
El problema es que su relato no se sostiene.
Desde 2018, el SMI ha subido más de un 40% beneficiando directamente a más de 2,5 millones de trabajadores.
¿Se ha desplomado la economía? No.
¿Han huido las empresas? Tampoco.
Al contrario: se ha mejorado la motivación laboral, la productividad y la retención del talento.
Pero estos datos no encajan en el discurso apocalíptico del PP, que prefiere ignorar las estadísticas y agitar el miedo.
Wyoming lo sabe.
Por eso su intervención, por muy humorística que parezca, es en realidad un misil argumental.
No necesita insultar para hacer daño.
No necesita gritar para desenmascarar el clasismo implícito de los que hablan del “esfuerzo”…
siempre que lo hagan los de abajo.
Porque en el fondo, el discurso de Feijóo sugiere que ganar más es perjudicial para el trabajador.
Que subir el sueldo mínimo lo “ahoga” con impuestos.
Como si vivir con mil euros al mes fuera un privilegio fiscal.
En realidad, lo que molesta a quienes critican el SMI no es que suba.
Es que les obligue a reconocer que los trabajadores no son esclavos modernos.
Que tienen derechos.
Que su tiempo vale.
Que su esfuerzo merece dignidad.
Y eso, para muchos que aún viven con mentalidad de señor feudal, es inaceptable.
La crítica de Wyoming conecta especialmente con una generación que ha vivido la precariedad como norma.
Jóvenes con contratos basura, con sueldos de miseria, que no pueden independizarse, que sobreviven alquilando habitaciones por 500 euros y que ven cómo sus jefes reparten dividendos mientras ellos cuentan
céntimos.
Para ellos, el SMI no es un lujo.
Es una tabla de salvación.
En este contexto, Feijóo no solo lanza una propuesta impopular.
Lanza un mensaje peligroso: que el crecimiento económico puede y debe hacerse a costa de los que menos tienen.
Que el mercado es sagrado y que los derechos laborales son opcionales.
Y ahí es donde entra en escena la importancia de voces como la de Wyoming, que con sarcasmo, desmontan esas lógicas con una eficacia que ya quisieran muchos discursos parlamentarios.
Porque no lo olvidemos: el salario mínimo no se calcula al azar.
Se fija teniendo en cuenta el coste de vida, las recomendaciones europeas y el objetivo de garantizar una vida digna.
Cuestionarlo desde una perspectiva fiscalista no solo es irresponsable.
Es profundamente retrógrado.
Más aún cuando se hace desde la comodidad de un despacho en Génova.
Feijóo no habla desde el tajo, desde la barra del bar o desde la obra.
Habla desde un lugar donde nunca ha tenido que preocuparse por llegar a fin de mes.
Y eso se nota.
Porque quien ha vivido cobrando el mínimo, sabe lo que significa que te digan que es una carga.
Sabe lo que duele que te acusen de ser un problema por querer llegar con dignidad a final de mes.
Wyoming, sin ser economista ni político, ha logrado algo que muy pocos consiguen: convertir un comentario irónico en una declaración política de primer nivel.
Sus palabras son una defensa del trabajador, una denuncia de la hipocresía y un recordatorio de que los derechos no se mendigan.
Se exigen.
Y no, no es exagerado decir que el humor se ha convertido en una forma de resistencia.
Porque cuando los despachos silencian, la sátira grita.
Cuando los medios afines blanquean, el humor señala.
Y en ese grito, en esa carcajada que duele más que un insulto, Wyoming se convierte en portavoz de los que no tienen micrófono.
Feijóo, en cambio, se ha atrincherado en su discurso sin matizar, sin rectificar.
Lo que indica que no fue un error.
Fue una declaración de intenciones.
Si mañana gobernara, ya sabemos lo que pasaría: congelación del SMI, precariedad legalizada y beneficios para los de siempre.
Por eso este debate no es técnico, es ideológico.
Se trata de elegir entre dos modelos de país.
Uno donde el trabajo se respete, y otro donde solo se premie el capital.
Uno donde el Estado proteja a los más vulnerables, y otro donde todo se negocie…menos los privilegios.
En resumen, las palabras de Feijóo no son solo preocupantes.
Son una señal de alerta.
Y la respuesta de Wyoming no es una broma: es una defensa directa de la dignidad.
Porque si tener beneficios implica explotar, lo que sobra no es el SMI.
Es el modelo que lo considera un problema.
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