Robby Krieger, el legendario guitarrista de The Doors, es conocido no solo por haber ayudado a definir el sonido de los años 60 con éxitos como “Light My Fire”, sino también por su vida tranquila y llena de matices fuera del escenario.
Desde su infancia en Los Ángeles hasta su batalla contra un cáncer en etapa cuatro, pasando por su pasión por la pintura, el golf y su sólida vida familiar, la historia de Krieger revela un hombre que ha sabido equilibrar la fama con la serenidad.
En este artículo, exploraremos su trayectoria musical, sus bienes raíces, sus vehículos, y su relación matrimonial que ya supera las cinco décadas.
Nacido el 8 de enero de 1946 en Los Ángeles, Robby Krieger creció en un ambiente musical diverso que marcó su estilo único.
Desde pequeño mostró fascinación por la guitarra, recibiendo una guitarra Ramírez hecha a mano desde España que le permitió desarrollar su técnica de flamenco.
Durante su adolescencia, combinó el estudio con su pasión por el surf, mientras absorbía influencias que luego plasmaría en la música de The Doors.
Su encuentro con John Densmore y la formación de The Doors marcaron el inicio de una carrera revolucionaria.
Krieger compuso “Light My Fire”, el primer éxito número uno del grupo, mezclando su estilo flamenco con el blues y el rock psicodélico, creando un sonido que definió una era.
A pesar del caos que rodeaba a Jim Morrison, Krieger mantuvo un papel de mediador y equilibrio dentro de la banda.
Tras la muerte de Morrison en 1971, Krieger enfrentó una etapa difícil, marcada por el consumo de heroína y la disolución de la banda.
Sin embargo, su rechazo a reemplazar a Morrison como vocalista principal le permitió conservar su cordura y buscar nuevos caminos musicales.
Se dedicó a tocar en pequeños clubes de jazz, explorando sus influencias de Coltrain y perfeccionando su estilo.
En 2003, Krieger se vio involucrado en una batalla legal por un acuerdo de 15 millones de dólares con Cadillac relacionado con el uso de la canción “Break on Through”.
La disputa, que duró seis años, terminó con la victoria de John Densmore y la pérdida del dinero, pero también reforzó su papel como pacificador dentro del grupo.
Enfrentando un melanoma en etapa cuatro, Krieger mostró la misma calma y fortaleza que caracterizó su vida.
Gracias a la inmunoterapia, logró una recuperación sorprendente y volvió rápidamente a la música, liderando su grupo de funk jazz, Soul Savages.
Su pasión por la música continúa intacta, y junto a su hijo Waylon, quien canaliza la energía de Morrison en el escenario, mantiene vivo el legado de The Doors.
Además de la música, Krieger ha desarrollado una carrera como pintor.
Comenzó a pintar como terapia tras sus conciertos en los años 80, y con el tiempo su arte ganó reconocimiento.
Ha vendido impresiones limitadas para apoyar causas benéficas, como la lucha contra la esclerosis múltiple y el cáncer pediátrico.
La pintura se convirtió en una medicina para su recuperación física y emocional, reflejando que “los colores aún no habían terminado con él”.
El golf es otra de sus grandes pasiones. Coorganiza el torneo Medlock Krieger Celebrity Invitational, que combina música y deporte para recaudar fondos para hospitales infantiles.
Su habilidad con el hierro nueve y su actitud relajada en el campo reflejan la disciplina y fluidez que también aplica en la guitarra.
Krieger ha sido un amante de la arquitectura y los espacios que reflejan su personalidad.
Su residencia principal en Bel Air, diseñada en 1971, combina elementos de Frank Lloyd Wright con el espíritu bohemio de Laurel Canyon.
La casa, con sus paredes de vidrio y piscina, fue testigo de momentos creativos y sesiones de composición memorables.
La cabaña de playa en Malibú, donde The Doors posaron para fotos icónicas, también forma parte de su historia personal.
Allí comenzó a pintar y encontró un refugio para la inspiración y la tranquilidad.
En 2023, Krieger se unió a sus vecinos para detener un megaproyecto inmobiliario, defendiendo la esencia y el sonido natural de las colinas que tanto ama.
El garaje de Krieger es un homenaje a la nostalgia y al diseño clásico.
Su joya es un Chevrolet Nomad de 1955, que cuida con esmero y que le recuerda el día en que “Light My Fire” sonó por primera vez.
También posee una microbús Volkswagen de los años 60, símbolo de sus años de surfista y músico itinerante.
Su lado rebelde se manifiesta en su amor por las motocicletas Harley Davidson, para las cuales ha grabado música y participado en grandes eventos.
Comparar el rugido de una Harley con los timbres de su guitarra es una muestra de su sensibilidad musical incluso en los sonidos más crudos.
Robby Krieger lleva más de 55 años de matrimonio con Lin Bears, una relación que comenzó en medio de la turbulencia del rock y que ha sido su ancla constante.
Lin ha sido el ritmo estable detrás de sus improvisaciones musicales y su compañera en la vida, demostrando que la tranquilidad puede surgir del caos.
Su hijo Waylon ha seguido sus pasos musicales, canalizando la energía de Jim Morrison en el escenario con su padre a su lado, creando momentos emotivos para los fans y fortaleciendo el legado familiar.
El patrimonio neto de Krieger se estima en alrededor de 15 millones de dólares, basado en regalías de The Doors, giras con Soul Savages y la venta de su arte.
En 2023 vendió su parte del catálogo de The Doors, destinando gran parte a fideicomisos familiares y causas benéficas.
A pesar de su prosperidad, Krieger mantiene una vida sencilla y frugal, prefiriendo invertir en sus pasiones y en el bienestar de otros antes que en lujos ostentosos.
A sus 79 años, Robby Krieger sigue activo y creativo.
Su grupo Soul Savages lanzó un álbum debut y continúa realizando giras, mientras que su labor filantrópica con becas para jóvenes músicos y donaciones a la investigación contra el cáncer reflejan su compromiso social.
Su rutina incluye meditación, caminatas al amanecer y un cuidado meticuloso de su guitarra, todo ello parte de un equilibrio que le ha permitido vivir intensamente tanto dentro como fuera del escenario.
La vida de Robby Krieger es un testimonio de resiliencia, pasión y equilibrio.
Desde los días revolucionarios con The Doors hasta su actual faceta como artista, deportista y filántropo, ha sabido mantener la calma en medio del caos.
Su matrimonio de más de 55 años, su amor por la música y el arte, y su compromiso con la familia y la comunidad lo convierten en una figura ejemplar dentro y fuera del mundo del rock.
Robby Krieger no solo encendió el fuego en los años 60, sino que sigue iluminando con su legado y su ejemplo a nuevas generaciones.
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