Mackenzie Phillips fue una de las actrices más reconocidas y mejor pagadas de la televisión estadounidense durante la década de los 70, especialmente por su papel en la popular serie de comedia “Un día a la vez”.

Sin embargo, detrás del brillo del estrellato, su vida estuvo marcada por profundas tragedias familiares, adicciones severas y un oscuro secreto que involucró a su propio padre, John Phillips, fundador del legendario grupo musical The Mamas and the Papas.

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Nacida el 10 de noviembre de 1959 en Alexandria, Virginia, Mackenzie es hija de John Phillips y Susan Adams.

Su padre fue una figura prominente en la música de los años 60, mientras que su madre provenía de una familia adinerada y era ex bailarina.

La infancia de Mackenzie no fue convencional; sus padres se divorciaron cuando ella tenía apenas 3 años, y su padre se casó varias veces más, teniendo otros hijos.

Creció en un ambiente rodeado de excesos y la cultura del rock, donde las drogas y el alcohol eran parte habitual de la vida.

 

Desde muy pequeña, Mackenzie fue expuesta al consumo de sustancias ilícitas.

A los 10 años su padre le enseñó a armar cigarrillos de cannabis, y a los 11 ya había probado la cocaína.

Para ella, el consumo de drogas parecía un rito de iniciación y parte normal de crecer en ese entorno, pero esta temprana exposición le causaría consecuencias devastadoras para el resto de su vida.

 

A pesar de todo, Mackenzie era una niña inteligente y talentosa.

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Asistió a una escuela Waldorf en California y comenzó su carrera actoral con éxito.

Su debut cinematográfico fue en la película “Locura de verano” (American Graffiti), dirigida por George Lucas, que fue un éxito inmediato.

Posteriormente, participó en varias series de televisión y finalmente alcanzó la fama con “Un día a la vez”, donde interpretó a una de las hijas adolescentes en un hogar encabezado por una madre divorciada.

 

El éxito temprano y el dinero fácil no trajeron estabilidad a Mackenzie.

Su consumo de drogas se intensificó y comenzó a afectar su trabajo.

En 1977, fue arrestada por alteración del orden público y posesión de cocaína.

Los productores de la serie “Un día a la vez” le dieron un ultimátum: tomar un descanso para recuperarse o ser despedida.

A pesar de sus intentos, su adicción continuó deteriorando su salud y su carrera.

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Entre 1981 y 1983, Mackenzie intentó volver a la sobriedad y regresó a la serie, pero recayó en el consumo de cocaína y fue despedida definitivamente.

Durante la siguiente década, su carrera prácticamente desapareció, y su vida estuvo dominada por las drogas y la inestabilidad.

 

En 2009, Mackenzie Phillips sorprendió al mundo al revelar en una entrevista con Oprah Winfrey un secreto que había guardado por décadas: había tenido una relación sexual con su padre, John Phillips.

Según narró, esta relación comenzó cuando ella tenía apenas 19 años y duró alrededor de una década.

 

Inicialmente describió el abuso como un acto de agresión, pero con el tiempo y bajo la influencia de las drogas, la relación se tornó en algo que ella misma calificó como “consensual”, aunque más tarde reconoció que no existía tal consentimiento real, sino manipulación y abuso de poder por parte de su padre.

Mackenzie explicó que vivió un síndrome de Estocolmo, llegando a sentir amor por su captor.

 

La relación terminó cuando Mackenzie quedó embarazada y, según ella, su padre pagó para que interrumpiera el embarazo.

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Este episodio marcó un punto de quiebre en su vida, y desde entonces nunca más permitió que su padre la tocara.

 

La revelación de Mackenzie causó conmoción y división dentro de su familia.

Algunas ex esposas de John Phillips negaron las acusaciones y las calificaron como tácticas para vender libros.

Sin embargo, otras personas cercanas, como su media hermana Shina Phillips, expresaron su apoyo y creyeron en la versión de Mackenzie.

 

En el público y en los medios, la historia abrió un debate sobre el abuso sexual intrafamiliar, la manipulación y el impacto devastador que puede tener en las víctimas.

También se destacó la lucha de Mackenzie por sobrevivir, superar sus adicciones y encontrar un camino hacia la redención.

 

Tras años de recaídas y tratamientos, Mackenzie logró finalmente alcanzar una sobriedad más estable a partir de 2008, cuando fue arrestada por posesión de drogas y aceptó ingresar a un programa de rehabilitación.

Desde entonces, ha dedicado gran parte de su vida a ayudar a otros en su recuperación, trabajando como consejera en centros de rehabilitación.

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Además, retomó su carrera actoral con papeles en series como “Beverly Hills 90210”, “Qué raro” de Disney Channel y “Orange is the New Black”.

También escribió dos libros autobiográficos donde habla abiertamente de sus experiencias, el abuso, la adicción y el proceso de perdón.

 

Para Mackenzie, el perdón no significa aprobar lo sucedido ni reconciliarse con su padre, sino liberarse de la carga emocional para poder avanzar.

En 2022, declaró sentirse en paz consigo misma y orgullosa de todo lo que ha logrado, incluyendo su apertura sobre su bisexualidad.

 

La historia de Mackenzie Phillips es un ejemplo doloroso de cómo la fama y el éxito no protegen a las personas de tragedias profundas, especialmente cuando provienen de entornos familiares disfuncionales y abusivos.

Su relato pone de manifiesto la importancia de visibilizar el abuso sexual intrafamiliar, apoyar a las víctimas y fomentar la recuperación y la esperanza.

 

Mackenzie no solo sobrevivió a un pasado oscuro, sino que ha encontrado la fuerza para reconstruir su vida, ayudar a otros y compartir su verdad con valentía, demostrando que es posible encontrar luz incluso en las circunstancias más difíciles.

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