Camilo Blanes Cortés, conocido mundialmente como Camilo Sesto, fue durante décadas el ídolo platónico de millones de personas.

Su voz celestial y su sensibilidad única lo convirtieron en un referente de la música romántica en español.

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Temas eternos como “Perdóname” o “Vivir así es morir de amor” marcaron a toda una generación y lo consagraron como un artista incomparable.

Sin embargo, la noche del 8 de septiembre de 2019, el hombre detrás del mito se apagó en completo silencio, solo, en una fría habitación del Hospital Quirón de Madrid, lejos de las cámaras, sin familia cercana a su lado y rodeado de secretos.

 

Nacido el 16 de septiembre de 1946 en Alcoy, España, Camilo Sesto mostró desde muy joven un talento musical excepcional.

A los 16 años ya formaba parte de un grupo llamado Los Dayson, interpretando versiones de The Beatles y otros éxitos de la época.

Su carrera despegó a finales de los años 60, cuando participó en el programa de televisión “Escala en HI-FI”.

Pero fue en 1971 cuando lanzó su primer álbum como solista, “Algo de mí”, cuyo tema homónimo se convirtió en un éxito inmediato que le abrió las puertas de América Latina.

 

Durante las décadas de los 70 y 80, Camilo Sesto no solo se consolidó como uno de los cantautores más exitosos de habla hispana, sino que también se convirtió en el primer español en protagonizar la ópera rock “Jesucristo Superstar” en 1975, un hito revolucionario en la España franquista.

Con más de 40 discos publicados y más de 100 millones de copias vendidas en todo el mundo, su versatilidad musical abarcó baladas románticas, pop, rock sinfónico e incluso música disco.

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Su imagen cuidada, sus trajes brillantes y su melena larga se convirtieron en parte de su sello personal, mientras su voz cargada de emoción conquistaba a fans en España y América Latina, especialmente en México, donde era venerado como un dios de la balada romántica.

Sus giras multitudinarias en países como Argentina, Chile, Venezuela y Colombia eran eventos que desbordaban pasión y lágrimas.

 

Aunque su carrera artística fue brillante, la vida personal de Camilo Sesto estuvo marcada por sombras, conflictos y un profundo hermetismo.

Fue un hombre celoso de su privacidad, evitando entrevistas profundas y manteniéndose alejado del ojo público en cuanto a su vida íntima.

Sin embargo, su apariencia física comenzó a despertar rumores y controversias a partir de los años 90.

Las cirugías estéticas y cambios drásticos en su rostro lo transformaron hasta hacerlo irreconocible para muchos seguidores.

 

Los medios de comunicación especularon sobre múltiples procedimientos quirúrgicos, incluyendo liftings e inyecciones, que Camilo nunca negó ni confirmó, prefiriendo refugiarse en el silencio.

Según amigos cercanos, el cantante tenía miedo a envejecer en el escenario, una obsesión que lo llevó a intentar controlar el tiempo a través de su apariencia.

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Una de las heridas más públicas fue la relación distante con su hijo Camilo Blanes Ornelas, fruto de una breve relación con la mexicana Lourdes Ornelas.

Aunque Camilo Sesto asumió su responsabilidad económica, su vínculo emocional con el niño fue casi inexistente, y el hijo fue criado lejos del cantante, en México.

Esta distancia emocional fue fuente de dolor y especulación durante años.

 

Además, Camilo enfrentó problemas legales, como una investigación por supuesta evasión fiscal en España y una denuncia por despido improcedente y maltrato psicológico por parte de una exempleada.

También circulaban rumores sobre su orientación sexual, alimentados por su soltería prolongada y vida solitaria, aunque él nunca abordó públicamente estas especulaciones.

 

Su salud mental también fue motivo de preocupación.

Se hablaba de episodios de depresión profunda, especialmente tras sus giras, y de un posible abuso de medicamentos para el dolor y sedantes.

Amigos cercanos relataban que pasaba semanas encerrado en su casa, aislado y sin contacto con el exterior, rodeado solo por empleados.

Camilo Sesto - PrizrenPress - Portal informativ

Los últimos años de Camilo Sesto estuvieron marcados por un aislamiento progresivo y una salud cada vez más delicada.

Su lujosa mansión en Torrelodones, a las afueras de Madrid, se convirtió en su refugio y, a la vez, en una prisión autoimpuesta.

Allí vivía rodeado de recuerdos, discos de oro, fotografías y trajes de sus giras, pero sin la presencia constante de amigos o familiares.

 

En sus últimas apariciones públicas, su aspecto era visiblemente deteriorado: delgado, con dificultades para caminar y con la voz quebrada.

En 2018, durante la presentación de su recopilatorio “Camilo Sinfónico”, se mostró frágil y con la mirada perdida, reflejo de su estado físico y emocional.

 

Desde 2016, Camilo sufría insuficiencia renal crónica que requería sesiones continuas de diálisis.

Su salud se fue deteriorando rápidamente, y comenzó a rechazar visitas, dependiendo completamente de su equipo doméstico para las tareas básicas.

Su hijo intentó acercarse en algunos momentos, pero la relación seguía siendo distante y complicada.

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En sus últimos días, Camilo fue asistido por una enfermera y un par de empleados de confianza.

No recibía visitas de la industria musical ni de amigos famosos.

Ángela Carrasco, una de sus colaboradoras más cercanas, confesó que intentó verlo durante años, pero que él no quería que nadie lo viera en ese estado, pues le dolía ser recordado como un ídolo y no como un hombre vencido por el tiempo.

 

La madrugada del 8 de septiembre de 2019, Camilo Sesto falleció en el Hospital Quirón de Madrid a causa de un paro cardiorrespiratorio.

Tenía 72 años y, según fuentes médicas, en el momento de su muerte solo estaba presente el personal sanitario.

Ningún familiar cercano lo acompañó en sus últimos momentos.

Su hijo se encontraba en México y fue informado posteriormente.

 

El cuerpo fue trasladado al tanatorio La Paz, donde cientos de fans hicieron fila para despedirse de su ídolo, llevando flores y cantando sus canciones con lágrimas en los ojos.

Sin embargo, la ausencia de figuras del mundo artístico fue notoria, reflejo quizás de la distancia que Camilo mantuvo con muchos colegas en sus últimos años.

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El ataúd, cubierto con la bandera de España y la del Real Madrid, equipo del que era fanático, fue cremado según su voluntad.

Parte de sus cenizas fueron esparcidas en Alcoy, su tierra natal, y otra parte quedó en custodia de su hijo.

 

Tras su muerte, surgieron rumores y controversias sobre su herencia, que incluía propiedades en Madrid y México, cuentas bancarias en Suiza y derechos de autor multimillonarios.

Lo más impactante fue la revelación de que Camilo había dejado varias cartas manuscritas, cerradas y sin destinatario, guardadas en una caja fuerte, cuyo contenido sigue siendo un misterio.

 

Camilo Sesto se fue sin escándalos, sin gritos ni flashes, tal como vivió sus últimos años en el misterio.

Su legado musical es inmenso y sigue vivo en las radios, bodas y conciertos tributo, pero su legado humano está lleno de preguntas sin respuesta: ¿Qué contenían esas cartas selladas? ¿A quién amó realmente? ¿Por qué eligió el silencio como escudo final?

Su figura se ha convertido en un símbolo de contradicciones: ídolo venerado y hombre solitario, artista perfeccionista y persona hermética, voz eterna y figura desdibujada por el tiempo.

A pesar de todo, su música sigue siendo un refugio para millones, un testimonio eterno de su talento y sensibilidad.

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