Ozzy Osbourne, conocido como el “Príncipe de las Tinieblas”, es una de las figuras más emblemáticas y controvertidas del rock y el heavy metal.

Su talento vocal y su carisma innegables lo han convertido en una leyenda, pero su personalidad errática, sus adicciones y su comportamiento impredecible también le han generado numerosos enemigos dentro de la industria musical.

En este artículo exploramos las tensiones y enemistades que Ozzy mantuvo con otros grandes del rock, y cómo estas rivalidades marcaron la historia del género.

Una de las rivalidades más famosas y duraderas en la historia del rock fue la que tuvo Ozzy Osbourne con Ronnie James Dio.

En 1979, Dio reemplazó a Ozzy como vocalista de Black Sabbath después de que Osbourne fuera despedido debido a sus problemas con las drogas y el alcohol, así como su comportamiento autodestructivo.

Desde entonces, ambos cantantes mantuvieron una enemistad pública que no tardó en estallar en declaraciones cruzadas y ataques en los medios.

Ozzy criticó duramente la nueva etapa de Black Sabbath con Dio, asegurando que la banda estaba muerta sin él y tachando a Dio de usurpador.

Por su parte, Dio no se quedó callado y respondió llamando a Ozzy “estúpido”, “sin inteligencia” y “un animal”, además de burlarse de sus actos teatrales en el escenario, como morder cabezas de animales o escupir sangre, calificándolos de “circo barato”.

La tensión llegó a un punto crítico en 1992 cuando Dio decidió no abrir para Ozzy en los últimos conciertos de la gira “No More Tours”.

Esta decisión causó una división profunda dentro de Black Sabbath, ya que otros miembros veían la oportunidad como un negocio importante, pero Dio se mantuvo firme, afirmando que su dignidad artística estaba por encima de cualquier beneficio económico.

Finalmente, Dio abandonó la banda justo antes de un concierto en Los Ángeles, dejando a la agrupación en una crisis que obligó a buscar un reemplazo de emergencia.

En 1986, Metallica, entonces una banda joven y emergente, tuvo la oportunidad de salir de gira con Ozzy Osbourne, a quien admiraban profundamente.

Para ellos, era un sueño compartir escenario con una leyenda del metal.

Sin embargo, pronto descubrieron que trabajar con Ozzy no sería sencillo debido a su naturaleza impredecible y sus problemas personales.

El guitarrista Kirk Hammett y el bajista Cliff Burton, ambos grandes fanáticos de Black Sabbath y Ozzy, vivieron momentos mágicos cuando Ozzy los felicitó por su talento durante los ensayos y les comparó con los primeros días de Black Sabbath.

Pero también enfrentaron situaciones complicadas, como cuando Sharon Osbourne, esposa y manager de Ozzy, les advirtió que no bebieran cerca de Ozzy debido a que estaba en recuperación.

En una ocasión, Ozzy se subió al autobús de Metallica y pidió cerveza a Cliff Burton, quien se la ofreció sin dudar.

Este acto generó preocupación en la banda, que temía que el comportamiento de Ozzy pudiera afectar la gira.

A pesar de estos altibajos, Metallica logró completar la gira, ganando experiencia antes de alcanzar la fama mundial.

Lamentablemente, Cliff Burton falleció poco después, dejando un recuerdo imborrable de esa etapa junto a Ozzy.

La relación de Ozzy con Black Sabbath se deterioró notablemente a finales de los años 70.

Durante la gira con Van Halen en 1978, el comportamiento errático de Ozzy alcanzó niveles críticos.

Llegaba tarde a los conciertos, a veces tan intoxicado que no recordaba las letras de sus propias canciones o simplemente no se presentaba.

La banda, bajo el efecto constante de sustancias, estaba perdiendo popularidad frente a Van Halen, una banda más joven y técnicamente superior.

Los fans preferían ver a Van Halen y se retiraban antes de que Black Sabbath terminara sus shows.

Ozzy se convirtió en un lastre para sus compañeros, quienes finalmente decidieron despedirlo para salvar sus carreras.

Uno de los incidentes más graves ocurrió en Nashville, cuando Ozzy no apareció para un concierto tras una noche de excesos con David Lee Roth, vocalista de Van Halen.

La frustración del público fue tal que comenzaron a lanzar objetos al escenario, y la seguridad tuvo que intervenir para evitar un desastre.

Este episodio marcó el fin de la era de Ozzy en Black Sabbath.

En 2005, la tensión entre Ozzy y otras figuras del metal volvió a surgir durante un festival donde compartió escenario con Iron Maiden.

Bruce Dickinson, vocalista de Iron Maiden, criticó públicamente el sonido de la gira de Ozzy y el uso de un teleprompter, lo que enfureció a los fans de Osbourne.

Los seguidores de Ozzy abuchearon a Iron Maiden en varios conciertos, y la situación escaló cuando Dickinson acusó a los organizadores del festival de sabotear el sonido de su banda.

En respuesta, se burló de Ozzy desde el escenario, lo que desató una confrontación verbal con Sharon Osbourne, quien defendió a su esposo con dureza.

Este conflicto generó titulares en todo el mundo del rock y mostró cómo las tensiones personales y artísticas pueden afectar incluso a las leyendas más grandes, creando un ambiente tóxico que perjudica a músicos y fans por igual.

Ozzy Osbourne es, sin duda, un icono del rock y el metal, pero su historia está llena de conflictos, rivalidades y momentos difíciles que reflejan la complejidad de su personalidad y carrera.

Desde su salida de Black Sabbath hasta sus enfrentamientos con otros grandes del género, su vida ha sido una montaña rusa de éxito y controversia.

Las historias de odio y rivalidad que rodean a Ozzy no solo muestran las dificultades de trabajar con una figura tan volátil, sino también cómo la pasión, el orgullo y las diferencias artísticas pueden generar tensiones profundas en el mundo del rock.

A pesar de todo, Ozzy sigue siendo una leyenda cuya influencia es innegable y cuya música continúa inspirando a nuevas generaciones.

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