El Congreso de los Diputados se convirtió en un auténtico campo de batalla político.

 

El 'dardo' de Rufián a Álvarez de Toledo: "Pido perdón por el referéndum si tú lo haces por la Gürtel"

 

Desde el inicio de la sesión, la tensión era palpable.

 

Las miradas se cruzaban con desconfianza, los murmullos aumentaban y la expectación creÍa.

 

Nadie imaginaba que aquella jornada marcaría un antes y un después en el debate parlamentario.

 

Gabriel Rufián, portavoz de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), tomó la palabra con una determinación inquebrantable.

 

Su objetivo estaba claro: desenmascarar sin miramientos a Cayetana Álvarez de Toledo.

 

Desde el primer segundo, su discurso fue directo, afilado y sin concesiones.

 

“Señoría, usted representa lo peor del pasado de este país.”

 

Las palabras resonaron con fuerza en el hemiciclo.

 

El Partido Popular reaccionó de inmediato con murmullos y expresiones de desagrado.

 

Cayetana Álvarez de Toledo se suma a las burlas hacia Gabriel Rufián por su nivel de catalán

 

Algunos diputados alzaron la voz, pero Rufián, imperturbable, continuó su discurso.

 

“Estamos aquí viendo cómo la derecha sigue disfrazando de libertad lo que no es más que un discurso excluyente y reaccionario.”

 

Cayetana Álvarez de Toledo, con gesto de incredulidad, escuchaba cada palabra con una mezcla de desprecio y atención.

 

Las acusaciones no eran simples ataques.

 

Rufián respaldó cada afirmación con ejemplos concretos.

 

Recordó las declaraciones recientes de Álvarez de Toledo sobre el franquismo y su menosprecio hacia el feminismo y la diversidad.

 

“Usted es la voz del clasismo y del desprecio a las minorías.”

 

El Congreso era un hervidero de reacciones encontradas.

 

No vale nada en su boca», la reacción de Cayetana Álvarez de Toledo ante las formas de Rufián

 

Desde la bancada del PP, los diputados exigían la palabra.

 

Finalmente, Álvarez de Toledo respondió con frialdad:

 

“Señor Rufián, lo suyo no es política, es teatro y del malo.”

 

Sus palabras avivaron aún más la tensión.

 

“Viene a darnos lecciones de democracia un partido que jamás ha condenado la violencia independentista.”

 

Los murmullos se convirtieron en aplausos y abucheos, según la bancada.

 

Pero Rufián, sin perder la calma, contraatacó con dureza:

 

“¿Qué es más hipócrita que un partido que nunca ha pedido perdón por los crímenes de la dictadura?”

 

Los rostros en el PP reflejaban incomodidad.

 

En la izquierda, las sonrisas y gestos de aprobación eran evidentes.

 

La frase de Rufián que Cayetana Álvarez de Toledo no olvida

 

Álvarez de Toledo intentó recuperar la iniciativa.

 

“Lo que ustedes defienden no es libertad, es adoctrinamiento.”

 

Pero Rufián ya tenía su respuesta lista.

 

“Usted cree que su linaje y apellido le otorgan una superioridad moral sobre los demás.”

 

El hemiciclo explotó en reacciones.

 

Algunos diputados del PP golpearon sus escaños en desaprobación.

 

Desde la izquierda, las carcajadas y aplausos no se hicieron esperar.

 

Álvarez de Toledo, con gesto contenido, replicó:

 

“Los españoles ya están cansados de su discurso populista.”

 

Pero la sonrisa de Rufián dejaba claro que esperaba esa respuesta.

 

“Para usted, la desigualdad es una fantasía, el franquismo es historia pasada y la ultraderecha no existe.”

 

La tensión alcanzó su punto máximo.

 

Desde la bancada del PP, un diputado se levantó indignado y gritó algo inaudible.

 

Cayetana Álvarez de Toledo elige a Gabriel Rufián como "rival político con el que irse de cañas"

 

La presidenta del Congreso golpeó la mesa para restaurar el orden.

 

Pero el fuego ya estaba encendido.

 

Álvarez de Toledo respiró hondo antes de lanzar su última estocada:

 

“España es un país libre y demócratico. No una república bananera.”

 

Rufián no dejó pasar la oportunidad.

 

“España será libre cuando la derecha deje de negar su propio pasado.”

 

Los aplausos y abucheos volvieron a inundar el Congreso.

 

Algunos diputados del PP se levantaron indignados.

 

Desde la izquierda, Rufián era aplaudido como un gladiador tras la batalla.

 

El enfrentamiento había expuesto, una vez más, la profunda fractura política del país.

 

 

Pero también demostró que en el Congreso las batallas no solo se libran con votos, sino con palabras afiladas como espadas.

 

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