Una nueva tormenta mediática ha estallado alrededor de la familia Jurado.

 

 

Y esta vez, el foco está sobre Rocío Carrasco, Fidel Albiac y Gloria Camila.

 

Maica Vasco, en un directo muy comentado, destapó una serie de hechos que han sido ignorados por años.

 

Lo que se ha dicho no es poca cosa.

 

Gloria Camila, hija adoptiva de Rocío Jurado, habría sido marginada y despreciada, no solo en lo privado, sino también en lo público.

 

Y todo, supuestamente, con el silencio o incluso la complicidad de Rocío Carrasco y su pareja, Fidel Albiac.

 

Según Maica Vasco, el trato hacia Gloria Camila ha sido injusto y discriminatorio.

 

No solo por parte de familiares, sino también por instituciones públicas como el Ayuntamiento de Chipiona.

 

¿La razón?

 

No ser hija biológica de Rocío Jurado.

 

 

Un hecho que, según se denuncia, ha servido como excusa para excluirla de homenajes a su madre.

 

Y lo más indignante: todo esto financiado con dinero público.

 

Se denuncia también un lenguaje despectivo que habría utilizado Fidel Albiac hacia Gloria Camila y su hermano José Fernando.

 

Les habría llamado “los inmigrantes”.

 

Una acusación tan grave como dolorosa.

 

Y mientras esto ocurría, en televisión se construía una imagen diferente.

 

Rocío Carrasco y Fidel eran presentados como víctimas, como figuras impolutas frente a una “jauría” que los acosaba.

 

Pero ¿y Gloria Camila?

 

¿Dónde quedaba su dolor?

 

Según la misma Gloria, ella intentó durante años recuperar la relación con su hermana.

 

 

 

Intentó tender puentes.

 

Intentó perdonar.

 

Pero nunca hubo respuesta.

 

Rocío Carrasco no quiso saber nada.

 

Tiró la toalla.

 

Y no solo con su hermana.

 

También con sus hijos.

 

La contradicción es evidente: no quiere relación con ellos, pero sí habla de ellos en televisión, cobrando.

 

¿Es esto coherente?

 

Según muchos, no.

 

Y eso indigna aún más.

 

Porque el discurso de salud mental ha sido usado, según Maica, como escudo.

 

Carrasco habría dicho que sus terapeutas le recomendaron cortar lazos.

 

Pero curiosamente, esos mismos terapeutas no vieron problema en que contara todo en televisión.

 

 

Delante de millones.

 

Y cobrando por ello.

 

¿Quiénes son esos terapeutas?

 

Maica lanza una ironía ácida: “Fidel Albiac y su madre”.

 

Una burla, sí.

 

Pero también una crítica dura al relato que, según ella, no se sostiene.

 

Porque no se puede usar la salud mental como herramienta de exclusión y a la vez como justificación para la exposición pública.

 

Lo que ha sufrido Gloria Camila no se borra con un documental.

 

Se le ha negado voz, presencia y respeto.

 

Y todo por una guerra interna que, según se apunta, ha sido alimentada durante años.

 

 

No es una niña.

 

Es una mujer adulta.

 

Pero eso no significa que no sienta.

 

Que no duela.

 

Que no afecte.

 

Y mientras tanto, Rocío Carrasco sigue en silencio.

 

Un silencio que, según muchos, dice más que mil palabras.

 

La pregunta que queda en el aire es:

 

¿Volverán a hablarse algún día?

 

¿Habrá redención o ya es demasiado tarde?

 

La historia continúa.

 

 

Y lo que está claro es que hay heridas que siguen abiertas.

 

Muy abiertas.

 

Y que merecen ser contadas.

 

Sin filtros.

 

Sin favoritismos.

 

Solo con la verdad.