En Eurovisión 2025, Austria ganó con una actuación espectacular de JJ, mientras que España, representada por Melody, terminó en la penúltima posición en medio de polémicas sobre la influencia política en las votaciones y la incertidumbre sobre el futuro del festival para el país.

La gran final de Eurovisión 2025, celebrada el pasado sábado 17 de mayo, dejó a muchos espectadores con sentimientos encontrados.

Austria se alzó con el micrófono de cristal, mientras que España, representada por la talentosa Melody, sufrió un duro golpe al finalizar en la 24ª posición.

Este evento, que reunió a 26 países, estuvo marcado por la controversia y la emoción, haciendo que todos los ojos estuvieran puestos en el escenario.

Austria, representada por JJ, logró un impresionante total de 436 puntos, gracias a una actuación que cautivó tanto a los jueces como al público. Con esta victoria, Austria se suma a la lista de naciones que han ganado el festival en tres ocasiones, junto a Suecia, Ucrania e Italia.

La actuación de JJ, llena de energía y una escenografía impactante, fue elogiada por su originalidad, lo que le permitió superar a Israel, que quedó en segundo lugar con 357 puntos.

La participación de Israel fue objeto de debate, especialmente debido a las tensiones políticas actuales en la región.

La UER había amenazado a RTVE con multas si sus comentaristas mencionaban el conflicto en Gaza, lo que generó un ambiente tenso antes y durante el festival.

A pesar de esto, TVE emitió un comunicado en apoyo a Palestina, aunque los comentaristas Tony Aguilar y Julia Varela no hicieron referencia alguna a este tema durante la gala.

La situación política ha influido en la percepción del concurso, haciendo que muchos se cuestionen la equidad de las votaciones.

El festival comenzó con una actuación vibrante de Kyle Alessandro, representante de Noruega, y cerró con la enérgica presentación de Shkodra Elektronike de Albania.

A lo largo de la gala, la tensión fue palpable, ya que no había un claro favorito hasta que se revelaron los votos del jurado.

Austria se posicionó en primer lugar, pero la verdadera sorpresa llegó con el televoto, donde Israel ascendió rápidamente a la segunda posición, dejando a muchos espectadores al borde de sus asientos.

La actuación de Melody, aunque impresionante, no fue suficiente para convencer ni a los jueces ni al público. Con solo 37 puntos, la representante española terminó dos posiciones por debajo de Nebulossa, quien también tuvo un desempeño decepcionante.

A pesar de que Melody logró captar la atención con su talento, la falta de apoyo en las votaciones fue evidente.

Los puntos que recibió de los jueces fueron limitados: 2 de Suecia, 5 de Azerbaiyán, 5 de Malta, 5 de Francia y 10 de Albania. Esto refleja una vez más la dura realidad que enfrenta España en este prestigioso concurso.

La historia de Eurovisión está llena de altibajos, y la participación de España ha sido un tema recurrente de frustración para los fanáticos.

Desde la victoria de Massiel en 1968, el país ha tenido momentos brillantes, pero también ha experimentado descalabros que han dejado a muchos preguntándose si es momento de replantearse su participación.

La política de votaciones ha sido un tema candente, con acusaciones de que muchos países votan en función de alianzas políticas más que del talento musical.

La controversia no solo gira en torno a las votaciones, sino también a la representación de los países en el escenario. La diversidad de estilos y géneros musicales ha enriquecido el festival a lo largo de los años, pero también ha generado divisiones.

La lucha por la visibilidad y la aceptación de diferentes culturas y tradiciones es un desafío constante en Eurovisión.

Mientras algunos países celebran su herencia musical, otros luchan por ser escuchados en un entorno que a veces parece estar dominado por las tendencias del momento.

El resultado final dejó a muchos aficionados preguntándose qué futuro le espera a Eurovisión. Con la creciente influencia de las redes sociales y la participación de artistas de diferentes géneros, el festival se encuentra en una encrucijada.

¿Cómo se adaptará Eurovisión a las nuevas realidades culturales y políticas del mundo? ¿Podrá España recuperar su lugar en el podio, o seguirá enfrentando descalabros en los años venideros?

La victoria de Austria es un testimonio de la diversidad y el talento que se puede encontrar en Eurovisión, pero también resalta la necesidad de un cambio en la forma en que se llevan a cabo las votaciones.

La música debería ser el verdadero protagonista de este festival, y no las alianzas políticas que a menudo ensombrecen el verdadero espíritu del evento.

Mientras tanto, los fanáticos de España continúan esperando un milagro que les devuelva la esperanza en el festival, deseando que su próximo representante logre brillar en el escenario y, quizás, algún día, traiga de vuelta la gloria a su país.