Diego El Cigala, reconocido cantaor flamenco, ha sido condenado a dos años y un mes de prisión por maltratar física y verbalmente a su expareja Kina Méndez durante su relación entre 2017 y 2019, en una sentencia firme que ha sacudido tanto su carrera como su imagen pública.

El cantaor flamenco Diego Ramón Jiménez Salazar, conocido como Diego “El Cigala”, ha sido condenado a dos años y un mes de cárcel por varios delitos de malos tratos físicos y verbales contra su expareja, Kina Méndez, con quien tuvo dos hijos.

La sentencia, dictada por la Audiencia Provincial de Cádiz y que ya es firme, confirma así la resolución anterior del Juzgado de lo Penal número 3 de Jerez de la Frontera.

El artista, que ha vendido millones de discos y ha cosechado reconocimiento internacional, tendrá además prohibido acercarse a la víctima a menos de 200 metros durante ese mismo periodo de tiempo, y se le impone una pena adicional de 25 días de localización permanente por un delito leve de vejaciones.

Los hechos juzgados ocurrieron entre 2017 y 2019, en distintas ciudades de España. En agosto de 2017, en un hotel de Jerez, El Cigala propinó una bofetada a su pareja durante una discusión.

Dos años después, en julio de 2019, en un hotel de Palafrugell (Girona), le dio una patada tras un nuevo episodio de violencia.

Pero el incidente más grave se produjo en la vivienda familiar en Jerez: allí, según el testimonio de la víctima, la agarró del cuello, la insultó delante de sus hijos menores con frases como “me cago en tus muertos” y la amenazó mientras intentaba hacer las maletas para marcharse.

Según el tribunal, estos actos fueron cometidos de forma reiterada, en un contexto de convivencia marcada por el control y la humillación.

La Audiencia Provincial ha considerado creíbles los testimonios de la víctima, destacando que han sido “contundentes, claros y coherentes” en todos los detalles, incluso después de varios años.

Los jueces también han desestimado el recurso de la defensa del cantaor, que intentó alegar contradicciones y celos como origen de las denuncias. Por otro lado, también fue desestimado el recurso de la acusación particular, que pedía una indemnización económica de 3.000 euros.

La sentencia recalca que no se han probado secuelas psicológicas en la víctima, aunque reconoce la gravedad de los hechos y la influencia negativa que estos tuvieron en el entorno familiar.

Durante el juicio, Diego El Cigala negó haber cometido los malos tratos y afirmó que todo formaba parte de una estrategia de venganza de su expareja, motivada por celos y disputas económicas.

No obstante, su relato no fue considerado consistente por el tribunal, que basó su veredicto en los testimonios directos, informes policiales y pruebas médicas que confirmaban lesiones compatibles con las agresiones denunciadas.

Aunque se le acusó también de otro episodio violento en un aeropuerto de República Dominicana, ese cargo fue retirado por falta de pruebas.

La relación entre El Cigala y Kina Méndez se inició en 2014. Según la denunciante, los malos tratos comenzaron tras quedarse embarazada de su primer hijo y se intensificaron a lo largo de los años.

Kina, también artista vinculada al mundo del flamenco, aseguró haber vivido una situación de maltrato constante, en la que predominaban los insultos, amenazas y agresiones físicas, especialmente en presencia de los niños.

Como consecuencia de la condena, varios conciertos de Diego El Cigala fueron cancelados, incluyendo actuaciones previstas en Elche y Murcia.

Los ayuntamientos de ambas localidades anunciaron públicamente su decisión, justificándola en su compromiso con la lucha contra la violencia de género.

Esta reacción ha generado un debate en el mundo de la cultura sobre la responsabilidad social de los artistas y el papel de las instituciones ante casos de este tipo.

La sentencia no admite ya recursos ordinarios, aunque la defensa del cantaor podría recurrir ante el Tribunal Supremo por la vía de casación.

Mientras tanto, la noticia ha provocado un fuerte impacto mediático, poniendo en entredicho la imagen pública de una figura que, durante décadas, fue símbolo del arte flamenco en todo el mundo.

De ser ingresado en prisión, El Cigala podría ver interrumpida su carrera en plena etapa de madurez artística, aunque aún no se ha confirmado cuándo se hará efectiva la entrada en la cárcel.

El caso reabre el debate sobre cómo la fama y el reconocimiento pueden ocultar dinámicas privadas de violencia, y sobre la necesidad de que todas las víctimas tengan acceso a una justicia efectiva, independientemente de la relevancia pública del agresor.

Aunque Diego El Cigala ha intentado mantener silencio frente a los medios desde que se conoció la sentencia, el eco de esta condena ha marcado un antes y un después tanto en su trayectoria profesional como en su legado artístico.