El programa “La Familia de la Tele” en RTVE enfrenta un fracaso rotundo con audiencias en constante caída y críticas internas, mientras que su alto costo y la falta de transparencia en la gestión pública generan un debate sobre la viabilidad del proyecto y el futuro de la cadena.

 

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La situación en RTVE ha alcanzado niveles alarmantes con el programa “La Familia de la Tele”, que ha fracasado estrepitosamente desde su lanzamiento el 5 de mayo.

A pesar de las expectativas de revitalizar las tardes de La 1, el programa ha sido objeto de una avalancha de críticas tanto internas como externas.

Con un coste que supera los 5 millones de euros, su continuidad parece depender más de la obstinación del gobierno y de José Pablo López, presidente de RTVE, que de su éxito en pantalla.

En su estreno, el programa alcanzó un 9,5% de cuota de pantalla, pero esta cifra cayó al 7,4% en su segundo día, perdiendo más de 150.000 espectadores en 24 horas.

Para el 8 de mayo, el share había descendido al 6,2%, posicionándose como la cuarta opción en su franja horaria, incluso por detrás de las cadenas autonómicas.

Desde entonces, su audiencia ha seguido cayendo, convirtiéndose en la quinta opción para los telespectadores. Las alarmas comenzaron a sonar en la oficina de José Pablo López, quien ha acumulado fracasos en TVE que todos financiamos con nuestros impuestos.

 

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A la disminución de audiencias se ha sumado un escándalo protagonizado por personajes que no encajan en una cadena pública. Marta Riesco, quien cubrió la proclamación del nuevo Papa en Roma, provocó la denuncia del Consejo de Informativos de Televisión Española.

Protestas significativas de exfiguras destacadas de la casa, como Ángeles Caso, han aumentado la presión sobre la dirección de RTVE.

Lo que comenzó como el gran buque insignia para revitalizar las tardes de La 1 se ha transformado, en un tiempo récord, en un agujero negro de audiencia y dinero público.

El programa, impulsado con entusiasmo desde Moncloa, no solo no mejora, sino que arrastra a RTVE hacia el abismo. Ni siquiera su supuesto tramo fuerte, liderado por María Patiño y los pesos pesados del extinto “Sálvame”, logra recuperarse.

La sobremesa, que debía ser el motor del espacio, se estanca día a día. Belén Esteban, Kiko Matamoros, Lydia Lozano y Laura Fa fueron el atractivo principal para una audiencia que les ha dado la espalda.

Ni los nombres de siempre, ni el formato, ni el escaparate sin publicidad ni cortes promocionales están funcionando. Programas como “Valle salvaje” o “La Promesa”, que lideran sin problemas, no logran transmitir su éxito a este programa creado a golpe de decreto interno.

 

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RTVE ha intentado mantener la situación aplicando cambios sobre la marcha: presentadores separados, bloques diferenciados, y ahora, probablemente, una nueva reestructuración.

Sin embargo, el bloque de tarde, con Aitor Albizua e Inés Hernand, se hunde estrepitosamente, pasando de un 15,9% tras “La Promesa” a un ruinoso 5,2%. Todo indica que acabará siendo absorbido por el primer tramo, prolongando artificialmente la agonía del programa.

Lo que realmente escandaliza no es solo la caída de audiencia, sino el costo.

Según fuentes internas, RTVE firmó en marzo un contrato por valor de 5,3 millones de euros con La Osa Producciones, a razón de 81.600 euros por entrega, para un total de 65 programas financiados con dinero público que podrían estar en antena hasta bien entrado el verano.

Esta operación se ha llevado a cabo sin transparencia, sin debate público y, sobre todo, sin justificación cultural o de servicio público.

 

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El único apoyo del programa en este momento parece ser la obstinación de José Pablo López, quien se niega a reconocer errores. Ni su propio número dos, Sergio Calderón, defiende ya el proyecto.

En los pasillos de Torrespaña se respira frustración: “Si no fuera porque el presidente de RTVE no reconoce ni un solo error, el programa ya estaría fuera. Está hundiendo la credibilidad y las cifras de la cadena”, aseguran fuentes internas de la corporación.

La crisis en RTVE no solo afecta a “La Familia de la Tele”, sino que plantea serias preguntas sobre el futuro de la programación en la cadena pública.

La falta de conexión con la audiencia y el derroche de recursos públicos han dejado a muchos cuestionando la viabilidad de este y otros formatos.

Mientras tanto, los telespectadores buscan alternativas en otras cadenas, dejando a RTVE en una situación crítica que podría tener consecuencias duraderas en su reputación y en su capacidad para atraer audiencias en el futuro.

La pregunta que queda en el aire es: ¿podrá RTVE recuperar la confianza del público y encontrar un camino hacia la revitalización, o está condenada a seguir en la senda del fracaso?