El bautizo del pequeño Nicolás, hijo de Álvaro Castillejo y Cristina, reunió en la parroquia de Santa Gema a familiares y amigos cercanos, destacando la elegante presencia de Isabel Preysler y Tamara Falcó, en una ceremonia cargada de simbolismo y emociones que celebró no solo la fe y la unión familiar, sino también el valor de las amistades íntimas elegidas como padrinos, reflejando la importancia de los lazos afectivos en momentos trascendentales.

 

Isabel Preysler y Tamara Falcó, en el bautizo del hijo de Álvaro Castillejo:  entramos en la elegante celebración

 

En un día soleado y caluroso, la parroquia de Santa Gema se convirtió en el escenario de un evento memorable: el bautizo del pequeño Nicolás, hijo de Álvaro Castillejo y Cristina.

Este momento tan especial no solo marcó un hito en la vida de la familia, sino que también reunió a figuras destacadas del mundo social y familiar, como Isabel Preysler y su hija Tamara Falcó, quienes deslumbraron con su elegancia y carisma.

Álvaro, conocido por su trabajo en marketing y relaciones públicas en el prestigioso Ayala Polo Club de Sotogrande, compartió con entusiasmo la importancia de este evento.

“Aquí celebré mi comunión”, comentó Cristina, mientras sostenía a su bebé, subrayando el significado emocional del lugar.

A pesar de que la familia de Álvaro está esparcida por todo el mundo, con parientes en Filipinas y Estados Unidos, la ceremonia reunió a cerca de 40 personas cercanas, incluyendo a su prima Tamara y a su tía Isabel, quien es una figura maternal para él.

 

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El bautizo fue oficiado por el padre Carlos Saldaña, un sacerdote poco convencional que ha dejado su huella en numerosas ceremonias familiares.

Conocido por su cercanía con la familia, Saldaña también había casado a Ana Boyer y Fernando Verdasco, lo que añade un toque personal a su papel en la vida de Álvaro y Cristina.

“Nunca había pensado en un cura que fuese mío, pero le contesté: ‘Nunca se sabe’”, reflexionó Cristina sobre la elección de Saldaña para esta ocasión tan significativa.

Isabel Preysler, siempre en el centro de atención, llegó a la iglesia acompañada por Tamara e Íñigo Onieva.

La marquesa de Griñón, luciendo un vestido de su nueva colección para Pedro del Hierro en tonos cálidos, y su madre, con un traje coral, parecían haber coordinado su atuendo de manera casual, lo que provocó risas y comentarios entre los asistentes.

La devoción de Isabel se hizo evidente al arrodillarse al entrar al templo, un gesto que refleja su profunda conexión espiritual.

 

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El pequeño Nicolás, que fue el centro de todas las miradas, se comportó de manera ejemplar durante la ceremonia. No solo se mostró tranquilo al recibir las aguas bautismales, sino que además se quedó dormido, lo que provocó sonrisas entre los asistentes.

“Qué paz ha sentido nada más ser bautizado”, comentó el padre Carlos, mientras presentaba al bebé a sus orgullosos padres y a Isabel, quien lo acarició con ternura.

Tras la ceremonia, Álvaro y Cristina compartieron momentos entrañables con sus familiares, mientras Tamara e Íñigo intercambiaban anécdotas con el padre Carlos frente a la reliquia de Santa Gema Galgani.

Este ambiente de calidez y alegría reflejó la felicidad de los padres y la cercanía de la familia, a pesar de la distancia que separa a muchos de sus miembros.

 

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La elección de los padrinos fue otro punto destacado de la celebración. Álvaro y Cristina decidieron no optar por familiares cercanos, sino por amigos íntimos, lo que demuestra su deseo de mantener un equilibrio entre la familia y las amistades en este nuevo capítulo de sus vidas.

Álvaro eligió a Antonio Jimeno, su amigo desde la infancia, mientras que Cristina seleccionó a María Grandes, una amiga de toda la vida y dueña de la tienda Umo Colección.

El bautizo del pequeño Nicolás no solo fue un evento religioso, sino también una celebración de la familia y la amistad, uniendo a personas de diversas partes del mundo en un solo lugar.

Este evento resalta la importancia de los lazos familiares y las conexiones que se forjan a lo largo de la vida, especialmente en momentos tan significativos como el nacimiento y el bautizo de un hijo.

 

 

En el contexto de la vida social española, la presencia de Isabel Preysler y Tamara Falcó añade un aire de glamour y sofisticación a cualquier evento.

Ambas son figuras admiradas y seguidas en las redes sociales, lo que garantiza que este bautizo recibirá atención mediática y será objeto de conversación en los círculos sociales.

A medida que la ceremonia llegó a su fin, los asistentes no pudieron evitar reflexionar sobre la belleza de los momentos compartidos y la promesa de nuevas memorias por venir.

El pequeño Nicolás, con su inocencia y dulzura, simboliza el futuro brillante que espera a la familia Castillejo, rodeada de amor, amistad y, por supuesto, la inigualable presencia de Isabel Preysler y su hija Tamara, quienes, una vez más, han dejado una huella imborrable en el corazón de todos los presentes.