El cantautor ha revelado en varias ocasiones cómo su historia de amor con la fotógrafa peruana supuso una segunda oportunidad vital, emocional y hasta creativa, tras décadas marcadas por los excesos y el caos

Joaquín Sabina, el emblemático cantautor español de 76 años, conocido por su voz rota y letras que han marcado a varias generaciones,

ha abierto su corazón para contar la profunda historia de amor que sostiene con Jimena Coronado, su esposa y compañera de vida durante más de dos décadas.

Esta relación, que ha sido un punto de inflexión en la vida del artista, representa para él una segunda oportunidad tanto en el plano emocional como creativo, tras años de excesos y caos que marcaron sus primeros tiempos en la música.

La historia de Joaquín y Jimena comenzó en 1994, en plena vorágine de conciertos, fiestas y versos con resaca, cuando la fotógrafa peruana capturó la esencia del artista a través de su lente.

Aunque su relación fue intermitente en los primeros años, fue en 1999 cuando una carta de Jimena cambió el rumbo:

“Ya no tengo novio”, escribió, y Sabina no dudó en responder con una llamada que selló su reencuentro en Ciudad de México, un encuentro que marcó el inicio de un compromiso inquebrantable.

Desde entonces, han permanecido juntos, construyendo un amor que trasciende las letras y melodías que él creó.

El cantautor ha sido siempre sincero al hablar de lo que Jimena significa para él. En una entrevista concedida en 2021, expresó sin tapujos a Pepe Viyuela que “Tengo 71 años, si me pasa algo quiero que tenga papeles que le den todo tipo de derechos”.

Aunque por entonces aún no estaban casados, esta declaración reflejaba su firme intención de formalizar la relación como un acto de justicia, cariño y compromiso.

Recordó con ironía sus años anteriores de vida bohemia y descontrolada, afirmando: “Antes era al revés: sexo, drogas y rock and roll. Yo ahora, si no viene ella, no voy”.

En junio de 2020, en plena pandemia y sin una gran ceremonia, Joaquín y Jimena firmaron su unión civil, un acto íntimo y simbólico que representó el agradecimiento mutuo y la madurez de su vínculo.

Sabina bromeó con la prensa sobre esta decisión, comentando con humor: “Esta nueva normalidad es un desastre. Enrique Ponce se divorcia y Sabina se casa”, demostrando su particular forma de ver la vida con una mezcla de ironía y romanticismo.

Jimena no solo ha sido la musa silenciosa detrás de muchas etapas de la vida de Sabina, sino también la persona que le ha brindado estabilidad y un sentido de calma que él nunca pensó alcanzar.

En 2022, durante una entrevista en ‘El Hormiguero’, Sabina fue tajante al afirmar: “Yo creo que Jimena me salvó la vida, en serio”.

Explicó cómo su vida se volvió mucho más ordenada y tranquila, muy alejada del caos de sus años anteriores: “Ahora soy un pequeño burgués civilizado con una vida doméstica absoluta que no me ha inspirado ni un verso de canción”, dijo entre risas, reflejando la transformación profunda que ha vivido gracias a ella.

Esta estabilidad emocional se refleja también en la sinceridad con la que el artista habla sobre su dependencia emocional hacia Jimena. En marzo de 2025, en una entrevista para la revista ‘Esquire’, confesó: “Hace tiempo que no quiero ir a ningún sitio donde no esté ella”.

Estas palabras, aunque sencillas, llevan una carga poética y una verdad profunda: Jimena ha estado a su lado no solo en los momentos de gloria sobre el escenario, sino también en las sombras, en los camerinos, durante enfermedades, noches sin inspiración y días difíciles.

Su papel ha sido fundamental en la vida de Sabina, un soporte constante en todos los aspectos.

El amor de Joaquín Sabina ha cambiado de forma con el tiempo. De aquel ‘amor fou’, ese amor loco y apasionado que él mismo definía como efímero y turbulento, a una relación domesticada pero plena, libre de “el más mínimo pero”, como él mismo reconoció emocionado.

Para un hombre que tantas veces cantó al desamor y a la vida errante, vivir 30 años junto a la misma mujer y hablar de ella sin reproches es, sin duda, un testimonio de una transformación profunda y sincera.

Desde que Jimena cambió la cerradura de su caótica casa y se instaló en su vida, Sabina encontró una felicidad distinta, una que no necesita ni resacas ni versos desesperados. Se reencontró con la paz, con el amor verdadero, con el compartir sin competencia y con dejarse cuidar.

Él mismo admite que mucho de su cambio de vida se lo debe a ella: “Llevo 30 años con la Jime y ella tiene mucho que ver en mi cambio de vida”. Aunque no lo cante, lo cuenta y para él esa es la declaración de amor más auténtica.

Este relato, lleno de detalles humanos y emocionales, ofrece una imagen poco conocida del artista, que ha sabido conjugar su legado musical con un compromiso de vida sincero y maduro, gracias a Jimena Coronado, la mujer que no solo fue su fotógrafa sino quien le dio un nuevo sentido a su existencia.