Hoy los protagonistas de la cita de ‘First Dates’ son Fernando y Esther, dos madrileños que nos han dado diversión y descaro a partes iguales

Este miércoles 27 de agosto, ‘First Dates’ ofreció una de esas citas para el recuerdo protagonizada por Fernando y Esther, dos madrileños de 59 años cuyos perfiles distintos prometían una velada entretenida… y vaya si lo fue.

Desde el primer instante, la complicidad entre ambos fue clara: nervios, humor descarado y una química irresistible que desbordó la pantalla del restaurante más famoso de la televisión.

Fernando irrumpió en el programa con fuerza. “He gastado mucho dinero en bares, pero he sido feliz porque nunca he estado solo”, afirmó con naturalidad, antes de sorprender con sus anécdotas personales de manera impasible:

“Me han partido por la mitad, he llegado con las tripas en la mano, me falta la décima costilla y me han cortado tres metros de intestino”, señaló con una sonrisa irónica, aludiendo a graves accidentes que desafían la lógica y el peligro.

Sin embargo, su actitud restó dramatismo: “Han sido accidentes gordos, de muerte, pero no era mi día y no me ha tocado”. Ese equilibrio entre lo brusco y lo ligero selló una primera impresión inolvidable.

Por otro lado, Esther se definió como una mujer clara y con carácter, declarando sin pelos en la lengua lo que buscaba: “Quería a alguien con ‘morbillo, feucho y con gracia’”.

Nada más entrar, Fernando no tardó en cumplir con su promesa: “Qué guapa, estoy que tiemblo”, le dijo sin filtros mientras sonreía ante la cámara, arrancando una carcajada de Esther y arrancando una cita que ya prometía ser cualquier cosa menos convencional.

El momento más explosivo llegó cuando hablaron de fidelidad. Ante la pregunta sobre si era creyente de ella, Fernando fue brutalmente honesto: “Soy infiel por naturaleza. Me gustan mucho las mujeres, qué hago”.

La reacción de Esther fue de sorpresa total, pero no cerró posibilidades: “No me voy a cerrar así porque sí, quizás me puedo perder algo guay”.

Consciente de la tensión generada, Fernando insistió en dejar claro: “Esto no significa que este presente contigo vaya a ser así. Algún día tendré que sentar la cabeza”. Esa sinceridad, mezclada con descaro, mantuvo la tensión pero alimentó el interés de Esther.

La dinámica cambió de registro cuando Fernando propuso salir en su moto a tomar un vino. Pero, naturalmente, añadió más anécdotas sobre golpes, caídas y un historial de accidentes que dejaron claro su relación cercana con el peligro sobre dos ruedas:

“Me atropelló un coche, me di una hostia contra un muro, la última vez me he sacado una clavícula…” Ante esto, Esther contestó: “Mejor tú bebes y yo llevo la moto”.

La cita comenzó a calentar aún más cuando surgió el tema del sexo. Fernando confesó sin tapujos: “Me gusta mucho el sexo”, acompañando sus palabras con varios piropos subidos de tono.

Esther, entre risas nerviosas, exageró su bien recibida reacción: “A quién no le gusta que le tiren los trastos… me ha venido fenomenal”. Él apostilló al instante con una frase que quedará en la memoria:

“El cuerpo de una mujer hay que trabajarlo poco a poco, y acostarte con una tía que te deje los ojos en blanco y te vayas escurrido, escurrido”. El humor crudo y directo, ese que combina desequilibrio y complicidad, marcó uno de los momentos más recordados del programa.

La velada terminó en la discoteca de ‘First Dates’, donde se dejaron llevar por el Fary y bailaron como si se conocieran de toda la vida. “Me ha hecho muchísima gracia, ha sido bestial, lo más”, confesó Esther entre risas contagiosas.

La decisión final llegó y, aunque el anuncio de la infidelidad n innate había sido un punto delicado, ambos decidieron apostar por una segunda cita.

Fernando destacó lo que más le gustó: “Que te guste el sexo”, mientras bromeaba con su apego por Cuenca: “Yo en mi cabecero de mi cama tengo puesto ‘Cuenca, volverás’”. Esther, aún entre sorprendida y divertida, cedió a sus encantos.

De modo que, aunque no sabemos si el siguiente destino será Cuenca o algo más inesperado, lo que queda claro es que esta cita de ‘First Dates’ no fue para nada convencional.

Fue una mezcla de confesiones al límite, risas explosivas y una química que convirtió una velada normal en una historia para contar durante años.