La princesa Leonor y la infanta Sofía volverán a despedirse para estar otra larga temporada sin verse debido a sus futuros académicos

 

Sofía y Leonor

 

El final del verano ha traído uno de los momentos más emotivos y difíciles para la Casa Real española: la despedida de la princesa Leonor y la infanta Sofía, quienes una vez más deberán separarse para continuar con sus respectivos caminos académicos y personales.

Felipe VI y la reina Letizia han vivido estos últimos días de agosto como un auténtico regalo familiar, conscientes de que con la llegada de septiembre volverán a ver a sus hijas marcharse, cada una rumbo a un destino diferente, y que no volverán a reunirse hasta dentro de casi dos meses.

Las imágenes de este verano en Mallorca y en Grecia mostraron la complicidad de las dos hermanas, que aprovecharon al máximo cada minuto compartido entre confidencias, risas y momentos de unión.

En palabras de una persona cercana a la familia, “Leonor y Sofía saben que el tiempo juntas es cada vez más escaso, y por eso lo viven con intensidad, como si cada encuentro fuera único”.

Ese sentimiento de fugacidad se ha hecho aún más palpable ahora, en la víspera de sus nuevos compromisos académicos.

 

Felipe, Letizia, Leonor y Sofía

 

La princesa Leonor encara el último tramo de su intensa formación militar, un proyecto histórico que la convierte en la primera heredera europea en recibir preparación en Tierra, Mar y Aire.

Tras haber completado su etapa en la Academia General Militar de Zaragoza, donde juró bandera y aprendió la base del Ejército de Tierra,

y su formación naval en Marín, donde navegó a bordo del buque escuela Juan Sebastián de Elcano, la princesa de Asturias ha puesto rumbo a San Javier (Murcia).

Allí, en la Academia General del Aire y del Espacio (AGA), se unirá a la promoción 78 como una cadete más.

Durante los próximos meses vivirá una rutina exigente de teoría, vuelos, preparación física y maniobras tácticas que pondrán a prueba su resistencia y liderazgo.

Su etapa culminará en julio de 2026, cuando su propio padre, Felipe VI, le imponga la Gran Cruz del Mérito Aeronáutico en una ceremonia que ya se vislumbra como un hito histórico.

“Estoy muy orgullosa de este reto, sé que será duro, pero lo afronto con ilusión y con el ejemplo de mi padre siempre presente”, habría confesado Leonor en un círculo íntimo, reflejando la seriedad con la que asume cada etapa de su preparación como futura reina.

El rey, por su parte, no oculta la emoción: “Ver a mi hija recorrer este camino me conmueve profundamente, porque sé lo que implica y el esfuerzo que requiere”.

 

Princesa Leonor e infanta Sofía

 

Mientras tanto, la infanta Sofía, con 18 años recién cumplidos, inicia un recorrido completamente distinto, pero no menos trascendente.

Ha sido aceptada en el prestigioso Forward College, un innovador centro privado vinculado a la Universidad de Londres que ofrece un programa académico internacional pensado para formar líderes globales.

Su primer año lo vivirá en Lisboa, en pleno corazón del barrio de Chiado, donde comenzará sus estudios en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales.

Entre cafés literarios, librerías centenarias y un ambiente cosmopolita, Sofía tendrá la oportunidad de vivir una experiencia académica inmersiva que combina clases reducidas en inglés, talleres prácticos y coaching personalizado.

El Forward College plantea un modelo en el que los alumnos cambian de ciudad cada año: en el segundo curso, la infanta se mudará a París,

residiendo en la Cité Internationale Universitaire, y en el tercero completará su grado en Berlín, concretamente en el multicultural barrio de Kreuzberg.

Este itinerario refleja la apuesta de la Casa Real por preparar a sus hijas no solo académicamente, sino también en un entorno internacional y dinámico, capaz de dotarlas de una visión global acorde al papel que desempeñarán en el futuro.

 

Leonor en Vallparaíso

 

Aunque sus destinos estén separados por cientos de kilómetros, lo que une a Leonor y Sofía trasciende cualquier distancia.

Se llaman y escriben siempre que la agenda lo permite y, según allegados, mantienen una relación que va más allá de la fraternidad, describiéndose como “cómplices inseparables”.

La reina Letizia ha reconocido en privado que una de sus mayores preocupaciones como madre es que el ritmo de vida real no erosione esa unión: “Ellas se necesitan, y sé que lo sufrirán, pero también sé que saldrán más fuertes”.

La próxima vez que se verán será el 24 de octubre, en los Premios Princesa de Asturias, una cita que se ha convertido en uno de los grandes escaparates institucionales para Leonor.

La heredera ejercerá de anfitriona en Oviedo, arropada por su familia, y Sofía estará a su lado como siempre, apoyando a su hermana con orgullo y cariño.

Hasta entonces, pasarán casi dos meses sin poder reencontrarse, una eternidad para dos jóvenes que, pese a su posición, viven con la misma necesidad de cercanía que cualquier otra pareja de hermanas.

 

Leonor y Sofía

 

En la despedida en Zarzuela, según relatan fuentes próximas, la emoción fue evidente.

Felipe VI abrazó a sus hijas con la serenidad de un padre que entiende el deber, mientras que Letizia, visiblemente conmovida, trató de aligerar el momento con palabras de ánimo: “Es un hasta pronto, no un adiós”.

Leonor, con su habitual temple, respondió: “Prometo volver más fuerte”. Sofía, entre lágrimas, le replicó con humor: “Y yo prometo no aburrirme demasiado sin ti”.

Estos pequeños gestos íntimos reflejan lo que ocurre tras las cámaras y los actos oficiales: una familia que, más allá del protocolo, vive la distancia con la misma mezcla de orgullo y nostalgia que cualquier otra.

Y es precisamente esa humanidad la que despierta la empatía del público, que observa en Leonor y Sofía no solo a las hijas de los reyes, sino a dos jóvenes que luchan por cumplir con sus responsabilidades sin renunciar a su vínculo fraternal.

Con septiembre a la vuelta de la esquina, la princesa y la infanta emprenden caminos distintos que, aunque les separen físicamente,

las preparan para un futuro en el que su papel será clave tanto en el ámbito institucional como en la imagen de una monarquía que, cada vez más, apuesta por mostrar su lado más cercano y real.