La hermana de Miguel Ángel Blanco protagonizó un discurso histórico en el Congreso, denunciando la complicidad del PSOE y de Bildu en homenajes a terroristas y defendiendo la memoria de las víctimas de ETA.

 

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El Congreso de los Diputados se convirtió en escenario de un enfrentamiento histórico el pasado miércoles cuando la hermana de Miguel

Ángel Blanco, víctima del terrorismo de ETA, tomó la palabra y protagonizó un discurso que dejó boquiabiertos a miembros de Bildu, del Partido Socialista y de toda la Cámara.

La sesión comenzó pasadas las diez de la mañana, en un ambiente cargado de tensión, con los diputados aún acomodándose en sus escaños

mientras la presidenta del Congreso llamaba al orden para iniciar la discusión sobre una iniciativa destinada a impedir homenajes a terroristas y sancionar cualquier acto que los exaltara.

Al dirigirse a los presentes, la hermana de Blanco no dudó en denunciar con firmeza lo que considera una doble moral por parte de ciertos sectores políticos.

“Señorías socialistas, qué asco. Ya no saben lo que hacer para seguir blanqueando a un partido como Bildu”, exclamó, al tiempo que señalaba con firmeza a los escaños ocupados por representantes de este partido.

Sus palabras resonaron en el hemiciclo mientras algunos diputados socialistas abandonaban el lugar, visiblemente incómodos ante la intensidad del discurso.

Los aplausos de los miembros de Bildu fueron inmediatamente contrastados por la indignación y los gritos de otras bancadas, provocando un clima de caos y sorpresa que dejó al público expectante.

 

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La víctima insistió en que la memoria de su hermano no puede ser manipulada ni utilizada como herramienta política. Con una voz cargada de emoción, afirmó:

“Ustedes siguen justificando el tiro en la nuca y la bomba lapa. Condenan ustedes el secuestro asesinato de mi hermano, ¿lo dicen? No son presos vascos, son asesinos.

Para Chapote, para ustedes es un preso vasco, no es un asesino, es un terrorista, y no me cansaré de decirlo”.

Su discurso, a medio camino entre la indignación y la rabia contenida, impactó a todos los presentes y dejó a varios diputados de Bildu visiblemente incómodos, mientras algunos socialistas se mantenían en silencio, evitando enfrentar directamente sus palabras.

La intervención continuó con críticas directas a la postura del PSOE frente a la violencia de ETA y a lo que considera una política de impunidad hacia los responsables del terrorismo.

“Señorías socialistas, abandonan el hemiciclo cuando habla una víctima y aplauden cuando lo hacen los que siguen avalando el tiro en la nuca y la bomba lapa. Qué vergüenza.

Me reafirmo en mis palabras”, señaló, enfatizando que el verdadero homenaje a las víctimas consiste en votar a favor de leyes que condenen el enaltecimiento del terrorismo y protejan la memoria de quienes perdieron la vida.

 

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A lo largo de su intervención, la hermana de Blanco no dejó espacio para la indiferencia. Mencionó directamente a los representantes de Bildu: “Me produce asco de verdad dirigirme a ustedes, pero algo les tengo que decir.

Ustedes siguen justificando asesinatos y secuestros. Han utilizado las instituciones democráticas para avalar a quienes atentaron contra la vida de cientos de ciudadanos, incluidas mujeres y niños. Y esto es intolerable”.

Cada frase resonaba con fuerza, generando un murmullo entre los diputados y dejando claro que su intención era confrontar la falta de condena pública y la impunidad percibida que rodea a algunos exmiembros de ETA y a los partidos que los apoyan.

Además, denunció la política de acercamiento de presos y beneficios penitenciarios que, según afirmó, se han incrementado desde la llegada del PSOE al gobierno, resaltando que estos hechos envían un mensaje equivocado a la sociedad y a las nuevas generaciones:

“Han pasado de no permitir acercamientos a superar el centenar de tercer grados desde que la Consejería de Justicia del Gobierno Vasco está a su cargo.

Esto demuestra que han perdido la memoria y la vergüenza”, afirmó, apuntando directamente al Partido Socialista como responsable de lo que consideró una humillación constante hacia las víctimas del terrorismo.

 

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El discurso incluyó un repaso histórico y comparaciones internacionales para subrayar la gravedad de la situación.

Recordó que en países como Alemania o Francia sería impensable permitir homenajes a nazis o a los asesinos de Bataclán, y denunció que en España se siguen celebrando actos que exaltan a terroristas de ETA, a menudo con el respaldo tácito o explícito de partidos políticos.

“Mientras el Partido Socialista siga en la Moncloa y las señorías callen o den la espalda, la humillación continuará.

Y mientras nosotros, el Partido Popular y este grupo parlamentario, tengamos voz, jamás dejaremos de denunciar cada acto de enaltecimiento del terror”, remarcó, destacando que la dignidad de las víctimas no es negociable.

Durante toda su intervención, la emoción fue palpable. Llamó la atención sobre la importancia de mantener viva la memoria de quienes perdieron la vida, recordando que más de 850 personas fueron asesinadas por ETA, incluidos 21 niños.

Señaló que los homenajes a terroristas no solo representan una afrenta a las víctimas, sino que también enseñan un mensaje equivocado a las nuevas generaciones: “Tratar de cambiar la historia blanqueando a Bildu está mal porque es indecente.

Conmigo no cuenten, con este grupo parlamentario no cuenten, porque nos negamos a participar de esta indecencia”.

 

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El discurso concluyó con un llamado a la acción y a la coherencia moral de todos los presentes:

“El mejor homenaje a las víctimas es impedir que los asesinos reciban honores y garantizar que las instituciones democráticas defiendan la memoria de quienes dieron su vida por la libertad y la paz. Mientras haya complicidad y silencio, habrá vergüenza. Nosotros no nos callaremos”.

La intensidad de sus palabras y la firmeza con que defendió la memoria de su hermano marcaron un antes y un después en el debate parlamentario, dejando una profunda impresión tanto en la Cámara como en la opinión pública.

La intervención de la hermana de Miguel Ángel Blanco se convirtió en un momento histórico, no solo por la contundencia de sus palabras, sino también por la repercusión política que generó.

Los aplausos y las críticas se mezclaron en un hemiciclo electrizado, mientras la ciudadanía observaba con atención el enfrentamiento que puso sobre la mesa la tensión entre memoria, justicia y responsabilidad política.

La jornada evidenció, una vez más, que la defensa de las víctimas del terrorismo sigue siendo un tema central y polémico en la política española, y que cualquier intento de blanquear a los responsables encuentra una oposición firme y decidida.

El Congreso se retiró ese día con un aire de solemnidad, pero también de indignación y compromiso renovado. La intervención de la hermana de Miguel Ángel Blanco no solo denunció hechos pasados, sino que también trazó un mensaje claro:

la memoria y la dignidad de las víctimas no se negocian y deben ser protegidas frente a cualquier intento de impunidad. Su discurso se mantendrá en la memoria como un ejemplo de coraje, dignidad y confrontación frente a la complacencia política.