Ken ha visitado en el programa de ‘First Dates’ y ha hecho una lista con las que cosas que no quiere que tenga su pareja ideal
La noche del lunes 5 de agosto en el plató de *First Dates* dejó a los espectadores con la boca abierta. Ken, un joven de 24 años originario de Altea (Alicante), acudió al programa buscando a su chica perfecta, su “Barbie”, y para ello no escatimó en exigencias.
Lo que parecía una cita prometedora por afinidad ideológica, acabó estrellándose por razones que han dividido a las redes sociales: sus estrictos criterios sobre el sexo, el feminismo y la estética.
Desde su llegada al restaurante del amor de Cuatro, Ken ya se mostró convencido de lo que buscaba y, más aún, de lo que no quería.
Estudiante de programación y creador de contenido, se definió como una persona “con valores claros y firmes”, y se presentó ante Carlos Sobera con una peculiar lista de ‘red flags’ que su pareja ideal no debía cumplir.
Cuando el presentador le pidió que las escribiera, Ken no dudó en apuntar tres cosas: “que no sea activa sexualmente, que sea feminista y que tenga bótox en la cara”.
Leire, su cita, una madrileña de 18 años de Alcobendas, escuchó estas palabras antes de conocerlo en persona y no pudo evitar expresar su sorpresa:
“Me ha parecido muy superficial. No nos hemos visto todavía y ya está hablando de sexo y de retoques. Me da un poco de bajón la verdad”.
Sin embargo, al encontrarse por primera vez, el físico de Leire sí fue del agrado de Ken.
“Lo que más me ha gustado es su altura y su pelo. Se ve que tiene personalidad”, comentó con una sonrisa. Ella, en cambio, no quedó tan impresionada: “Su corte de pelo es muy de padre. Pero bueno, voy a darle una oportunidad”.
La conversación inicial fue educada, pero pronto las diferencias entre ambos comenzaron a salir a la luz. Mientras Leire disfrutaba de salir con amigos y vivir experiencias intensas, Ken prefería planes tranquilos y estudiar por su cuenta.
“Estoy intentando sacarme programación. Antes hice Marketing, el grado medio y luego el superior”, explicó con tono pausado. A lo que ella respondió con un gesto de desconexión: “Cuando me ha dicho sus hobbies… me he quedado blanca. No compartimos ninguno”.
El deporte fue otro punto de desencuentro. Él se define como amante del gimnasio y el cuidado personal, pero una anécdota terminó de desconcertar a Leire.
“Estuve en balonmano, pero lo dejé porque no me gustaba el contacto físico. La gente ya era más madura y empujaban mucho. Lo pasaba mal”, relató con sinceridad.
Leire, entre sorprendida y divertida, reaccionó frente a las cámaras: “No quiero juzgar, pero sí que se le ha visto blandito”.
No obstante, hubo un punto de unión: la política. Ambos confesaron compartir ideología conservadora. “Yo soy de derechas, más bien economista”, dijo él.
Ella fue aún más clara: “Soy muy de derechas, más de Vox que del PP. España necesita un cambio radical”. Esta coincidencia hizo que Ken sintiera que la conexión era real: “En política nos entendemos muy bien, somos compatibles”.
Pero el amor, como suele pasar, no se sostiene solo con afinidad ideológica. Leire comenzó a notar que la conversación se volvía unilateral.
“Sentía que tenía que tirar yo todo el rato del carro, él no preguntaba casi nada. Era demasiado tranquilo, demasiado sereno”, confesó. Y esa falta de iniciativa le resultó un obstáculo insalvable.
Incluso durante la pausa en la sala de música, donde suelen aflorar las emociones, la química no surgió.
Ken, sin embargo, se mantuvo optimista hasta el final. Cuando llegó el momento de decidir si quería una segunda cita, no lo dudó: “Sí, me ha gustado, hemos conectado y tenemos cosas en común. A mí sí me gustaría volverla a ver”.
Pero Leire, tajante y sin rodeos, contestó con un rotundo “no”: “No he sentido conexión. Creo que nuestras personalidades no encajan. Yo necesito a alguien con más energía, con iniciativa, que tire de la conversación, y tú eres demasiado tranquilo para mí”.
El rechazo fue elegante por parte de ambos, sin dramatismos. Pero la escena, cargada de contradicciones entre expectativas y realidad, dejó claro que la ideología puede unir, pero no garantiza el deseo ni la chispa emocional.
Ken se marchó sin su “Barbie” y con una lección clara: hay cosas que no se pueden planificar en el amor, por muchas listas que uno lleve preparadas.
Mientras tanto, las redes no han tardado en debatir las exigencias del joven alicantino. ¿Está bien tener filtros tan estrictos en una primera cita?
¿Fue valiente o demasiado directo al hablar de feminismo y bótox? Lo que es seguro es que su paso por *First Dates* no dejó a nadie indiferente.
Y mientras Ken sigue buscando a su pareja ideal, el programa vuelve a demostrar que el amor a primera vista no siempre depende de las coincidencias, sino de la conexión auténtica que a veces tarda… o simplemente nunca llega.
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