El periodista se convirtió en todo un símbolo de las corresponsalías, informando de la última hora desde lugares como Washington o Roma

 

Lorenzo Milá se despide de los espectadores del TD2

 

El nombre de Lorenzo Milá resuena desde hace décadas en la televisión española como sinónimo de rigor y serenidad informativa.

Nacido en Esplugues de Llobregat el 8 de octubre de 1960, hijo del conde de Montseny y hermano de la reconocida presentadora Mercedes Milá, ha trazado un camino profesional que lo ha llevado de las redacciones deportivas en los años ochenta a convertirse en uno de los corresponsales más prestigiosos de Televisión Española.

Su historia es la de un periodista que ha sabido mantener la calma incluso en momentos de máxima tensión, aunque no siempre libre de polémica.

El pasado 31 de mayo, en la ciudad extremeña de Don Benito, recibió el Premio Santiago Castelo a la Trayectoria Periodística durante la I Gala de los Premios de Periodismo Ciudad de Don Benito.

El galardón reconocía su independencia, su rigor y su prolongada presencia en los principales escenarios informativos.

Entre aplausos y discursos de colegas que lo han acompañado en distintos momentos de su carrera, Milá expresó con serenidad:

“He tenido la fortuna de estar donde la historia se escribía, de ver los acontecimientos en primera línea y, sobre todo, de poder contarlos con la libertad y la responsabilidad que exige este oficio”.

 

Lorenzo Milá - Wikipedia, la enciclopedia libre

 

Su trayectoria comenzó mucho antes de estos reconocimientos. Tras licenciarse en Ciencias de la Información en Barcelona, se incorporó en 1983 al diario *Sport* como redactor deportivo.

Tres años después dio el salto a la televisión en TVE, donde participó en espacios como *Juego de niños* o *Plató vacío*.

Sin embargo, fue en 1994 cuando su nombre empezó a ser imprescindible en la pantalla gracias a *La 2 Noticias*, un informativo nocturno que rompía moldes con su estilo desenfadado, lenguaje cercano y mirada crítica.

Bajo su dirección, el programa obtuvo numerosos premios y se convirtió en referente para una generación que descubría otra forma de entender la actualidad.

En 2003, TVE lo designó corresponsal adjunto en Washington, un puesto que lo situó en el epicentro de la política estadounidense en los años posteriores al 11-S y a la invasión de Irak.

En aquellos días, Milá protagonizó momentos memorables como la entrevista a George y Laura Bush tras los atentados del 11-M en Madrid, un hito en la historia de la televisión pública española.

En 2004 regresó a España para presentar el *Telediario 2*, donde permaneció hasta 2009 antes de volver a la corresponsalía en Washington y, más tarde, en Roma a partir de 2014.

 

Corresponsalias de TVE

 

Fue en Italia donde vivió uno de los episodios más comentados de su carrera.

En febrero de 2020, en una conexión desde Milán, afirmó que el coronavirus era “un tipo de gripe con índice de mortalidad bajísimo, más bajo incluso que la gripe común, en torno al 2 %”, añadiendo que “parece que se extiende más el alarmismo que los datos”.

Sus palabras provocaron un eco inmediato en redes sociales y medios de comunicación, dividiendo opiniones entre quienes lo acusaban de minimizar la pandemia y quienes valoraban su llamado a la calma.

Años después, Milá explicaría: “Lo que dije reflejaba lo que se percibía allí en ese momento, no fue un error de interpretación, fue un reflejo de la información que circulaba”.

Ese mismo año dejó Roma y regresó a España, no como castigo —como algunos insinuaron entonces— sino porque, según confesó en una entrevista, sentía la necesidad de alejarse del ritmo frenético de la corresponsalía.

“Intento apartarme un poco de la actualidad diaria para respirar, para mirar desde otra perspectiva”, declaró.

De vuelta en la redacción central de TVE, se dedicó al Área de Sociedad y a coberturas especiales como las elecciones estadounidenses, la investidura de Joe Biden o los aniversarios de los atentados del 11-S.

 

Baile de corresponsales en TVE | Televisión | EL PAÍS

 

En 2021 volvió a reinventarse con un nuevo proyecto en el Canal 24 Horas: *Objetivo Planeta*, un espacio dedicado a la ciencia y al medio ambiente, lanzado en plena COP26 y convertido en programa regular en 2022.

Desde marzo de ese mismo año también conduce *En Portada*, un clásico de la investigación periodística que ahora lleva su sello de calma y análisis.

Estos proyectos mostraron otra faceta del periodista: la de un divulgador preocupado por el futuro del planeta y la necesidad de trasladar a la audiencia una visión crítica pero serena sobre los grandes retos globales.

En Don Benito, durante la entrega del premio, no faltaron anécdotas sobre su paso por escenarios de crisis internacionales.

Colegas recordaron sus crónicas desde Washington tras el huracán Katrina, su cobertura del auge de Trump, o las largas noches en Roma siguiendo las tensiones políticas italianas.

En una mesa redonda improvisada, un veterano reportero comentó: “Lorenzo siempre fue el mismo: tranquilo, riguroso, y capaz de explicar lo complejo con palabras simples. Esa es su gran virtud”.

 

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Hoy, a sus 64 años, Lorenzo Milá sigue activo, aunque con una filosofía diferente. No persigue el titular inmediato ni el frenesí de la breaking news. Prefiere mirar con calma, analizar, y trasladar una perspectiva que le ha valido el respeto tanto dentro como fuera de la profesión.

Su figura, en una época marcada por la inmediatez y el sensacionalismo, recuerda que el periodismo también puede ser reposado, humano y profundamente comprometido con la verdad.

El premio en Don Benito no solo celebra su carrera, sino también una manera de ejercer el periodismo que parece cada vez más rara. Como él mismo resumió al recibir el galardón: “El oficio de informar no consiste en alimentar miedos ni en multiplicar gritos.

Consiste en contar lo que ocurre de la manera más honesta posible. Si después de tantos años alguien cree que lo he logrado, me doy por satisfecho”.

Y con esas palabras, Lorenzo Milá cerró una noche en la que, lejos de la polémica y las prisas, se reconocía lo más esencial de su trabajo:

el compromiso con la verdad y con quienes, desde sus casas, siguen confiando en la voz serena de un periodista que ha visto al mundo cambiar desde la primera línea.