Montoya rompe su tregua con Anita en ‘Supervivientes’ tras un comentario de Pelayo, desatando una fuerte discusión en directo que evidencia la tensión acumulada y fractura definitivamente su relación.

La tensión que se venía gestando desde hace semanas en Supervivientes 2025 finalmente estalló. José Carlos Montoya, uno de los concursantes más temperamentales del reality, protagonizó una de las discusiones más intensas de esta edición tras perder por completo los papeles en una gala en directo.

El detonante: un comentario aparentemente inofensivo de Pelayo Díaz que, sin quererlo, acabó resquebrajando la frágil tregua que Montoya mantenía con su ex y también concursante, Anita Williams.

Lo que parecía una relación encaminada a la reconciliación, terminó en una ruptura pública y con reproches que se escucharon en todo el plató.

Durante la quinta gala, Pelayo Díaz se refirió a sí mismo como “bipolar” para describir sus altibajos emocionales en la convivencia.

Aunque dicho en tono liviano y sin intención de ofender, el comentario tocó una fibra sensible en Montoya, que no dudó en lanzarse con una crítica directa hacia el estilista: “Tiene muchas personalidades, me tiene perdido el muchacho. A ver si le casa alguna”.

El tono ya dejaba entrever un cierto hartazgo, pero lo que vino después fue aún más duro. “Estoy hasta los cojones de las bipolaridades. No soporto a la gente con doble cara”, remató Montoya, visiblemente alterado.

Lo que agravó aún más la situación fue la reacción de Anita. Intentando poner paños fríos a la discusión, ella defendió que el comentario de Pelayo no debía tomarse al pie de la letra y que probablemente hablaba de sus emociones y no de su personalidad.

“Las personas tenemos una sola personalidad, pero muchas emociones. Todo depende del momento que vivimos”, explicó con calma. Pero esa explicación no sentó nada bien a Montoya.

Lo sintió como una traición, como si ella se pusiera del lado de Pelayo en lugar de apoyarlo a él. “No quiero que lo defiendas. Llevo un mes conviviendo con él, y esa es mi opinión. No me hagas sentir que estoy loco”, espetó con los nervios a flor de piel.

La discusión fue escalando hasta convertirse en una batalla verbal cargada de reproches personales. Montoya, sin filtros, acusó a Anita de tergiversar sus palabras, de cambiar de bando y de no conocerlo realmente, pese a haber compartido una relación tan mediática y expuesta.

“Me tendrías que conocer perfectamente ya, y aún así sigues dudando de mí”, dijo con un tono que mezclaba dolor y rabia.

Anita, por su parte, se mantuvo firme en su postura, asegurando que no defendía a nadie, sino que simplemente trataba de comprender las cosas con madurez y desde la empatía. Pero eso no bastó.

Este nuevo conflicto no hace más que ahondar en las heridas no cicatrizadas entre los dos, que vienen arrastrando desde su participación en La Isla de las Tentaciones, donde su relación sufrió varias fracturas expuestas ante millones de espectadores.

En aquel programa, los celos, la desconfianza y la exposición mediática terminaron dinamitando el vínculo que los unía.

Y aunque en Supervivientes habían conseguido mantener cierta cordialidad e incluso acercarse emocionalmente en algunos momentos, los eventos de esta semana parecen haber borrado cualquier posibilidad de reconciliación.

La intervención del presentador Jorge Javier Vázquez fue crucial para contener la discusión. Con su habitual tono irónico pero también pedagógico, pidió a Montoya que evitara usar términos como “bipolaridad” de forma banal, recordando la importancia de no trivializar trastornos mentales reales.

Sugirió que, en lugar de hablar de bipolaridad, era mejor referirse a “cambios emocionales o múltiples características de personalidad”, lo que calmó momentáneamente los ánimos pero no resolvió el conflicto central.

El estallido entre Montoya y Anita ha generado un aluvión de reacciones en redes sociales. Muchos usuarios criticaron la actitud de Montoya por su falta de control y por haber dirigido su enfado hacia quien menos lo merecía.

Otros, en cambio, justificaron su explosión emocional por la presión del reality y el cansancio acumulado. En cualquier caso, el episodio ha servido para reactivar el interés de los espectadores por la edición, en un momento en el que el formato necesitaba un golpe de efecto.

Anita, quien hasta ahora había ganado simpatía por su actitud tranquila y conciliadora, ha salido reforzada del enfrentamiento.

Muchos espectadores valoran su madurez y su capacidad para no perder el control a pesar de ser atacada en directo. Mientras tanto, Montoya ha quedado retratado como una figura imprevisible, intensa, y para algunos, incluso autodestructiva.

Lo que está claro es que la convivencia en Supervivientes no volverá a ser la misma. La ruptura definitiva entre Montoya y Anita añade una nueva capa de tensión a un grupo ya fragmentado, donde los bandos comienzan a definirse y las alianzas cambian con cada prueba de supervivencia.

Queda por ver si la organización del programa decidirá intervenir de alguna forma o si permitirá que las tensiones sigan marcando el ritmo del concurso.

En definitiva, lo ocurrido en la última gala demuestra una vez más por qué Supervivientes sigue siendo uno de los realities más potentes de la televisión española: porque sus historias humanas, sus enfrentamientos y sus emociones desbordadas son tan reales como impredecibles. Y en ese campo de batalla emocional, nadie está a salvo.