En un verano en el que las tensiones familiares de los Urdangarín-Borbón se han hecho más evidentes, el joven Pablo ha acaparado todas las miradas con su papel decisivo en la victoria del Fraikin BM Granollers y con la inesperada forma en que celebró su éxito.

 

Pablo Urdangarín renueva con el Granollers por una temporada más

 

El pabellón de Granollers vivió una de esas noches que se recuerdan durante años.

Era martes 19 de agosto cuando el Fraikin BM Granollers se enfrentaba al Chebourg francés en la final del Trofeo Internacional Ciudad de Granollers, un encuentro de máxima exigencia que mantuvo a los aficionados en vilo hasta el último segundo.

Con un marcador ajustadísimo, 35-34, la victoria se decidió gracias a la garra, los goles y el liderazgo de un nombre propio que ya resuena con fuerza en el balonmano español: Pablo Urdangarín.

El sobrino del rey Felipe VI, de 24 años, no solo levantó su primer título de la temporada, sino que también protagonizó un momento de lo más comentado con su novia, Johanna Zott, confirmando que atraviesan por la etapa más sólida y romántica de su relación.

Sin embargo, la escena deportiva no estuvo exenta de un trasfondo familiar complejo.

Mientras Pablo se convertía en héroe sobre la pista catalana, sus padres, la infanta Cristina e Iñaki Urdangarín, disfrutaban de unos días de vacaciones en Bidart, en la costa francesa, junto a su hijo mayor, Juan.

 

Pablo Urdangarín se consagra en el Palau como jugador del Granollers

 

Allí, lejos de la aparente cordialidad que se había mostrado en otras ocasiones, ambos evitaron coincidir en todo momento, alimentando rumores sobre una distancia aún más marcada tras su separación definitiva.

“No hay malas palabras entre ellos, pero tampoco existe complicidad”, comentaba un allegado de la familia en declaraciones privadas. Esa ausencia se hizo notar en Granollers, ya que ninguno de los dos quiso —o pudo— estar presente en un partido crucial para la carrera de Pablo.

Quien sí estuvo, aunque llegó con retraso, fue Johanna Zott. La joven, pareja de Pablo desde hace dos años, corrió hasta el pabellón tras cumplir compromisos previos y alcanzó a ver los últimos instantes de un choque vibrante.

Desde la grada no dudó en animar con energía, gritando cada gol y levantándose en los momentos de máxima tensión.

El pitido final desató la euforia, y Pablo, sonriente y con la adrenalina a flor de piel, buscó inmediatamente a su compañera para regalarle un beso que fue captado por todas las cámaras presentes.

Un gesto espontáneo, lleno de ternura, que se repitió varias veces y que convirtió a la pareja en protagonista involuntaria de la crónica deportiva.

 

Pablo Urdangarin arranca la temporada con una victoria y cada vez más unido  a su novia, Johanna Zott

 

“Estoy muy feliz por el equipo, por empezar la temporada así y por sentir este apoyo”, comentó Pablo a un periodista que intentaba arrancarle unas palabras a la salida del pabellón.

Preguntado por la ausencia de sus padres y sobre si había mantenido contacto con ellos durante el verano, el jugador se limitó a sonreír y a despedirse con un gesto de la mano, esquivando polémicas.

Tampoco quiso pronunciarse sobre los rumores que rodean a su primo Froilán, del que se dice que podría haber retomado la ilusión junto a Miri Pérez, exconcursante de reality shows, ni sobre el estado de salud de su tía abuela Irene de Grecia, cuya frágil situación preocupa dentro del círculo más íntimo de la familia.

El beso con Johanna no es solo una muestra de complicidad, sino también un símbolo del cambio generacional dentro de la Casa Real española.

Mientras los adultos siguen atrapados en desencuentros, los jóvenes buscan consolidar sus vidas lejos del ruido mediático, aunque inevitablemente acaben convirtiéndose en foco de atención.

 

Pablo Urdangarin arranca la temporada con una victoria y cada vez más unido  a su novia, Johanna Zott

 

Pablo, que ha pasado de ser “el hijo de” a “el jugador revelación” de la Liga Asobal, demuestra con cada partido que su lugar está en la cancha y no en las portadas del corazón.

Sin embargo, la escena romántica de Granollers ha puesto de manifiesto que, incluso cuando intenta centrar todas las miradas en su deporte, su faceta personal no deja de suscitar interés.

En los pasillos del pabellón, algunos aficionados comentaban lo ocurrido con sorpresa: “Se le ve feliz, y eso es lo más importante”, decía un veterano seguidor del Granollers.

Otros iban más allá: “Está demostrando que es un líder, igual que lo fue su padre en el balonmano, pero con un carácter propio, más reservado”.

La comparación con Iñaki es inevitable, aunque Pablo parece decidido a escribir su propia historia, marcada por el esfuerzo y la constancia.

 

Pablo Urdangarín, su beso de campeón con Johanna Zott en su primer triunfo  de la temporada

 

La temporada apenas comienza y el Trofeo Ciudad de Granollers podría ser solo el primer paso de un camino prometedor.

Su club, el BM Granollers, afronta retos importantes en la Liga Asobal y en competiciones europeas, y la presencia de Pablo como pieza clave despierta optimismo. La pregunta es si logrará mantener el equilibrio entre la presión mediática y su pasión por el deporte.

Por ahora, lo que queda claro es que su beso de campeón ha dado la vuelta a las redacciones, convirtiéndose en un símbolo inesperado de una victoria que va más allá de lo deportivo.

Con los rumores familiares en el aire, la distancia cada vez más evidente entre Cristina e Iñaki, y los movimientos de otros primos como Froilán o Victoria Federica en la escena social, Pablo emerge como un ejemplo diferente:

un joven que, pese a cargar con un apellido de peso, intenta forjarse una identidad propia.

Y en Granollers, al calor de su afición y del apoyo incondicional de Johanna, ha dado el primer gran paso para convertirse en algo más que una promesa.

El beso de campeón no solo cerró una noche mágica, sino que abrió un nuevo capítulo en la vida de un Urdangarín que, esta vez sí, parece decidido a escribir su propia historia.

 

Pablo Urdangarín, apasionados besos y una pícara broma a Johanna Zott para  celebrar su última victoria