Marta tiene un peculiar sentido del humor que le ha impedido encontrar una nueva pareja desde que la última le dio plantón para irse con otra

 

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La noche del 29 de julio de 2025 en el restaurante de *First Dates* se convirtió en una auténtica montaña rusa emocional cuando Marta, una joven de 26 años procedente de Madrid, llegó decidida a encontrar el amor… o al menos a intentarlo.

Aunque en apariencia había ido abierta a conocer a alguien, bastaron solo unos segundos para que dejara claro que no estaba dispuesta a conformarse con cualquier cosa. “No quiero un hijo. No quiero casarme. No quiero tener pareja. No quiero tener nada.

Estoy muy a gusto sola”, declaró con contundencia antes de que empezara la cita. Una afirmación que parecía contradecir su presencia en el programa, aunque ella misma matizó después: “Por muy a gusto que estés sola, mañana puede aparecer la persona que te quite la tontería”.

Con una personalidad marcada por el desengaño amoroso, Marta no tardó en contar su historia pasada a Carlos Sobera, el veterano presentador del programa.

Hace cuatro años, cuando tenía apenas 22, estuvo comprometida, pero su pareja “perdió la ilusión” durante un viaje a Murcia.

“Le llamé para darle una sorpresa y me dijo que no fuera, que había perdido la ilusión”, confesó sin ocultar su decepción. “A la murciana se la quedó”, añadió, dejando entrever que su exprometido había encontrado una nueva pareja durante ese viaje.

 

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Desde entonces, Marta ha intentado rehacer su vida sentimental, pero sus experiencias no han sido nada positivas. “Puedo decir ahora mismo que los hombres no me valéis para nada”, soltó delante de Sobera con una mezcla de rabia e ironía.

Ante las cámaras, fue incluso más dura: “Es triste que se diga que un hombre no vale ni para tener sexo, pero realmente no valen ni para darte esos diez minutos de placer.

No vale la pena perder el tiempo en el 90% de ellos. Vas a desaparecer igual, por lo menos esmérate un poco… no tres minutos y que te quieras quedar a dormir en mi casa”.

Con este historial y esta actitud tan afilada, el reto para los responsables de *First Dates* era encontrarle a alguien que pudiera, al menos, seguirle el ritmo.

El elegido fue Manuel, un entrenador personal de 29 años, madrileño como ella, que se define como alguien muy entregado cuando está en pareja. Alto, moreno, con buen físico y sonrisa simpática, parecía tener muchas papeletas… hasta que Marta le vio.

 

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“Su corte de pelo no es el que a mí me gusta. La camiseta tampoco”, fue su primera reacción. Aunque al mismo tiempo reconoció que “tampoco es una persona que te desagrade el verla”.

El detalle que desató el verdadero drama fue, curiosamente, el horóscopo: ambos son escorpio, nacidos en noviembre. “Nos vamos a llevar muy mal porque somos muy viscerales los dos.

Creo que nuestra cita ya debería acabar”, le soltó sin filtros, mientras Manuel la miraba sin entender si hablaba en serio o en broma.

Ante esta tensión, Carlos Sobera tuvo que intervenir: “Pero, ¿tú crees en eso? Anda, deja eso y vámonos a la mesa que allí os vais a entender muy bien”, dijo tratando de desactivar el ambiente.

Afortunadamente, el tono fue cambiando durante la cena, donde las risas y la ironía fueron protagonistas. Manuel confesó ante las cámaras: “Me ha parecido una chica muy mona y me ha gustado su manera de vestir. Tiene una figura muy esbelta. Me ha parecido preciosa”.

 

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Durante la cena, surgió cierta complicidad. Marta admitió: “Me he reído mucho con él. Ha sido bastante divertido. Sigue mis tonterías. Es otra alegría de la huerta”.

Manuel, por su parte, demostró saber cómo llevar sus comentarios punzantes y encontró la forma de esquivar el obstáculo del signo zodiacal: “A mí no me gusta discutir así que te daré siempre la razón”. Marta, lejos de seguir discutiendo, se lo tomó con humor.

Cuando parecía que todo iba viento en popa, apareció el temido “rasca” de *First Dates*, que les llevó a hablar de sexo. Marta volvió a sacar su lado más escéptico: “Estoy en un momento de mi vida muy apática para eso.

 

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Me he dado cuenta de que los hombres tristemente no valéis para eso”. Manuel, en lugar de tomárselo mal, lo entendió como un reto: “Si hubiese quedado conmigo antes no pensaría que los hombres no valemos ni para tener sexo”.

La química fue innegable, aunque Marta prefirió no dar un beso en pantalla: “Que lo van a ver”, dijo entre risas, aludiendo a su familia. En la decisión final, ambos coincidieron en que Marta tiene un humor muy peculiar, pero Manuel parece comprenderla mejor que muchos.

Todo apunta a que esta primera cita no será la última. El beso pendiente quizás llegue fuera de cámaras, lejos de las luces y la presión del plató.