La entrevista de Mar Flores en El Hormiguero desató una tormenta mediática por sus confesiones íntimas, errores históricos y contradicciones en su relato personal.

El 9 de septiembre se vivió una noche televisiva cargada de polémica y tensión en la que confluyeron tres ingredientes explosivos:

el estreno de la nueva temporada de *La Resistencia* con David Broncano, el liderazgo indiscutible de *El Hormiguero* con Pablo Motos y la presencia de Mar Flores, quien protagonizó uno de los momentos más controvertidos en el plató.

La combinación de audiencias, declaraciones equivocadas y viejas heridas reabiertas en la prensa del corazón han convertido lo sucedido en un auténtico terremoto mediático.

Los datos de audiencia fueron claros: mientras Broncano volvía con fuerza tras las vacaciones, apenas logró un 16% de cuota de pantalla,

siendo superado por *El Hormiguero* con un 17,2%, que incluso con invitados menos mediáticos, como los bomberos de una brigada forestal gallega, logró imponerse de manera contundente.

La derrota de Broncano en el estreno de temporada, uno de los momentos televisivos más esperados, supone un golpe duro para el presentador, cuya última temporada se había mantenido en torno al 10% de audiencia.

Pablo Motos, en cambio, aprovechó la ocasión para reforzar su liderazgo y, como se vio después, dar espacio a una entrevista que ha desatado una enorme tormenta.

La protagonista de esa entrevista fue Mar Flores, modelo, actriz y figura mediática que en los últimos años ha intentado recuperar su imagen pública a través de la publicación de un libro autobiográfico.

Flores relató episodios personales de su vida, entre ellos momentos en los que sufrió situaciones dolorosas en su juventud.

Contó ante Motos que con apenas 20 años acudió a una comisaría tras un episodio de malos tratos, acompañada de su hermana, y que no fue escuchada ni atendida debidamente.

“Me presenté allí con un mechón de pelo en las manos y con la cara desencajada, pero sin parte médico, y no me hicieron caso”, confesó con tono emocionado.

Sin embargo, el momento más criticado llegó cuando afirmó que “hace 30 años en España todavía estábamos saliendo de una dictadura”, una frase que generó indignación inmediata tanto en el plató como en las redes sociales.

La hemeroteca no perdona: hace 30 años España vivía en 1995, dos décadas después del final del franquismo.

Este error histórico fue considerado “imperdonable” por muchos comentaristas, que señalaron que un personaje público no puede acudir a un programa en *prime time* sin dominar mínimamente las fechas y el contexto. “Para ir a una entrevista que ven millones de personas hay que saberse bien las fechas”, replicó uno de los tertulianos que analizaban sus declaraciones.

A la confusión histórica se sumaron las dudas sobre su relato sentimental.

En su libro, Flores asegura no haber sido nunca infiel a ninguna de sus parejas, pero periodistas y colaboradores recordaron la existencia de fotografías comprometedoras junto a Alessandro Lequio que se publicaron cuando ella mantenía aún una relación con el empresario Fernando Fernández Tapias.

“¿Cómo puede decir que nunca fue infiel si las fotos salieron cuando estaba con Fernández Tapias?”, cuestionó una colaboradora en televisión, mientras otros recordaban las versiones contradictorias que la propia exmujer de Fernández Tapias ofreció sobre su separación.

El testimonio de Mar Flores, que pretendía reivindicar su vida y denunciar el trato injusto que sufrió por parte de la prensa del corazón en los años noventa, ha reabierto viejas heridas.

Los críticos insisten en que, aunque lo que sufrió a manos de ciertos periodistas como Coto y Kiko Matamoros fue cruel e injustificado —llegando a publicarse portadas que la comparaban con una “fulana”—, no puede construirse una biografía basada en medias verdades y omisiones interesadas.

“Si escribes un libro, escribe la verdad, no manipules para quedar bien”, apuntó Gema López, una de las voces más duras contra el relato de Flores.

Pero la polémica no terminó ahí. Otro de los momentos más comentados fue cuando Flores reveló que se enteró del embarazo de su nuera, Alejandra Rubio, hija de Terelu Campos, a través de la revista *¡Hola!* y no por su propio hijo, Carlo.

“Me impactó y me dolió mucho enterarme de algo tan importante por una exclusiva”, confesó en directo.

Este detalle reavivó las dudas sobre la verdadera relación que mantiene con su hijo, ya que aunque públicamente se ha hablado de una reconciliación,

el hecho de que él no compartiera una noticia tan trascendental en privado parece demostrar que el vínculo entre ambos sigue siendo frío y distante.

En este punto, varios periodistas recordaron la compleja separación que vivió Flores con Carlo Costanzia padre, cuando él se llevó a su hijo a Italia en un proceso de custodia que dejó a la modelo “atada de pies y manos” y que habría marcado profundamente la relación materno-filial.

La sombra de aquella separación sigue presente, y algunos señalan que esa distancia emocional explicaría por qué su hijo mantiene hoy un trato más cercano con el padre que con ella.

En paralelo, la entrevista sirvió también para que Pablo Motos repasara titulares de la prensa nacional de hace tres décadas, donde voces como Federico Jiménez Losantos o Jesús Mariñas lanzaban calificativos humillantes contra Flores.

Recordar esos ataques sirvió para poner de manifiesto la crueldad mediática que sufrió, aunque para muchos espectadores quedó claro que la estrategia de la modelo sigue siendo victimista y que su relato actual está plagado de contradicciones.

La suma de errores, contradicciones y viejas historias ha convertido la aparición de Mar Flores en *El Hormiguero* en uno de los temas más debatidos de la semana,

mientras Broncano ve cómo su esperado regreso queda eclipsado por la polémica y Motos refuerza su posición con un programa que, una vez más, sabe convertir la televisión en un fenómeno social.

La conclusión es evidente: en la televisión española, las audiencias, los escándalos y las memorias personales siguen entrelazándose en un espectáculo que fascina tanto como indigna,

y lo ocurrido con Mar Flores demuestra que el pasado nunca se borra del todo, especialmente cuando la hemeroteca se convierte en el juez más implacable.