Anabel Pantoja vuelve a estar en el ojo del huracán, pero esta vez no por la televisión ni el mundo del espectáculo.

 

Sabemos lo que ha hecho Anabel Pantoja en las últimas horas y quién la  acompañaba: te lo contamos todo

 

La influencer se enfrenta a una tormenta de críticas y acusaciones que podrían cambiar su vida para siempre.

 

Todo gira en torno a su pequeña hija Alma, y la supuesta irresponsabilidad con la que ha sido criada.

 

La opinión pública no ha tardado en reaccionar con indignación y rabia ante lo que consideran una grave negligencia.

 

Las redes sociales arden con comentarios que acusan a Anabel y a su pareja, David Rodríguez, de maltratar a la bebé.

 

Uno de los puntos más criticados fue cuando Anabel llevó a Alma a la playa apenas unos días después de salir de cuidados intensivos.

 

Esa decisión fue vista como una muestra de falta de juicio y preocupación por la salud de su hija.

 

Muchos se preguntan: ¿qué madre arriesga así la vida de su bebé por unas simples fotos al sol?

 

La preocupación por el estado de salud de Alma crece a medida que surgen más detalles inquietantes.

 

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Algunos temen que el daño sufrido por la pequeña sea irreversible.

 

El caso ha traspasado la barrera del chisme y se ha convertido en un clamor por justicia.

 

Miles de voces exigen una investigación profunda y castigo ejemplar si se demuestra el maltrato.

 

Pero lo que más ha indignado a la audiencia es la aparente falta de remordimiento por parte de Anabel.

 

Mientras su hija aún lucha por recuperarse, ella aparece en los medios como si nada hubiera pasado.

 

Los críticos la acusan de usar su fama como escudo para evitar rendir cuentas.

 

“Ni la televisión, ni el dinero, ni la fama deben proteger a quien pone en riesgo a un bebé”, comentan en redes sociales.

 

La polémica crece cada día, especialmente tras las filtraciones que apuntan a que fue la propia Anabel quien reveló detalles comprometidos

sobre David.

 

Muchos la acusan de traicionar a su pareja no por proteger a su hija, sino por lavarse las manos ante la presión social.

 

Otros creen que durante meses ella encubrió lo que realmente ocurría dentro de casa.

 

¿Es posible que ambos padres estuvieran involucrados en un ambiente perjudicial para Alma?

 

Las dudas no dejan de crecer, y con ellas, el rechazo popular.

 

Los internautas han sido contundentes: si se demuestra que hubo maltrato, ambos deben perder la custodia de la niña.

 

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“No se puede permitir que sigan criando a una criatura inocente mientras siguen buscando cámaras”, comentan indignados.

 

Cada testimonio que surge añade más tensión al caso.

 

La gente clama por una justicia que no haga distinciones entre famosos y ciudadanos comunes.

 

Alma, dicen, merece una vida digna, segura y lejos de la exposición mediática que la rodea desde su nacimiento.

 

El debate ha trascendido lo legal y se ha instalado en el terreno moral.

 

¿Hasta qué punto puede una madre priorizar su imagen antes que el bienestar de su hija?

 

¿Es culpable por acción, omisión o simplemente por ignorancia?

 

Estas preguntas siguen sin respuesta, pero ya han comenzado a dejar huella en la opinión pública.

 

Algunos expertos en psicología infantil han advertido sobre las consecuencias emocionales de crecer en un entorno tan inestable.

 

La infancia de Alma podría estar marcada para siempre por lo que hoy sucede ante los ojos de todos.

 

Y mientras los medios siguen cada paso de Anabel, el silencio de David Rodríguez también es motivo de sospecha.

 

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¿Dónde está él en medio de esta crisis?

 

¿Oculta algo o simplemente evita el escándalo?

 

Las autoridades ya han recibido denuncias y se espera que tomen cartas en el asunto en los próximos días.

 

La custodia de Alma pende de un hilo, y el veredicto social parece más duro que cualquier sentencia judicial.

 

Porque en esta historia no hay solo una celebridad y su pareja.

 

Hay una niña que aún no puede defenderse, y millones que exigen que alguien lo haga por ella.

 

 

El desenlace de este caso podría marcar un precedente en la forma en que se trata a las figuras públicas cuando fallan como padres.

 

Y mientras tanto, el mundo observa, juzga… y no olvida.