Rubby Pérez fallece y sorprende al mundo al revelarse la asombrosa herencia millonaria que dejó tras su muerte.

 

Rubby Pérez, cuyo nombre completo era Roberto Antonio Pérez Herrera, falleció repentinamente a los 66 años tras complicaciones de salud que no fueron divulgadas en detalle por la familia.

 

 

Su deceso fue confirmado por medios dominicanos y artistas cercanos al intérprete, quienes lamentaron profundamente la pérdida de una figura tan influyente dentro del género.

 

Su legado como “la voz más alta del merengue” sigue intacto, pero en los días posteriores a su muerte, ha salido a la luz una faceta menos conocida: su impresionante patrimonio.

 

Aunque muchos lo conocían por sus múltiples éxitos musicales, pocos sabían que Rubby había desarrollado una red de inversiones y negocios que le permitieron acumular una fortuna que hoy genera titulares.

 

Según fuentes cercanas a la familia y documentos obtenidos por la prensa local, el valor estimado de sus bienes podría superar los 12 millones de dólares, cifra sorprendente para un artista cuya presencia mediática había disminuido en los últimos años.

 

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Entre los activos más destacados se encuentran varias propiedades de alto valor en la ciudad de Miami, en Santo Domingo y en Puerto Rico.

También se mencionan inversiones inmobiliarias en zonas costeras, que Rubby habría adquirido discretamente con la ayuda de asesores financieros.

 

A esto se suma una pequeña cadena de estudios de grabación y una participación minoritaria en una distribuidora de música digital con sede en Estados Unidos, que continuaba generando ingresos pasivos hasta el momento de su muerte.

 

Muchos se han preguntado cómo Rubby logró administrar su dinero con tanta precisión, en un medio donde tantos artistas suelen caer en el despilfarro o la mala administración.

 

La respuesta podría estar en su origen humilde y en los aprendizajes que le dejó su carrera, marcada por momentos de éxito y también de sacrificio.

 

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Nacido en Santo Domingo en 1956, Rubby comenzó su carrera en los años 70, pero no fue hasta su entrada a la orquesta de Wilfrido Vargas que su voz empezó a ganar protagonismo internacional.

 

Después de iniciar su carrera como solista en los años 80, Rubby vivió su mayor etapa de gloria con éxitos como Buscando tus besosVolveré y Enamorado de ella.

 

Fue durante esa época que, según allegados, comenzó a invertir su dinero con mayor inteligencia.

 

A diferencia de otros cantantes que vivían en la opulencia, Rubby prefería un estilo de vida más reservado, aunque siempre mostraba elegancia y presencia escénica.

El descubrimiento de su fortuna ha reavivado un debate entre sus fans: ¿Quién heredará todo ese patrimonio?

 

De momento, no se ha revelado oficialmente si Rubby Pérez dejó un testamento firmado.

 

Algunos medios han informado que su esposa, Sulinka Pérez, sería la principal beneficiaria, aunque también existen rumores de disputas entre algunos familiares más lejanos.

 

Sulinka, quien ha guardado un silencio respetuoso desde la muerte de su esposo, solo declaró brevemente ante la prensa que “Rubby se fue en paz, sabiendo que cuidó bien a los suyos.

 

En las redes sociales, miles de fanáticos se han volcado a compartir anécdotas y momentos vividos junto al cantante, especialmente aquellos que lograron verlo en vivo o conocerlo en persona.

 

Lo que muchos destacan es su calidad humana, su humildad, y su fidelidad al merengue tradicional, a pesar de que tuvo oportunidades de cambiar hacia géneros más comerciales.

 

También ha causado impacto la forma tan discreta con la que manejó sus negocios.

 

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Según un productor cercano a la familia, Rubby nunca quiso llamar la atención por su dinero.

 

“Él era un hombre de música, no de escándalos.

 

Invertía con calma, sin ruido, y solo sus contadores sabían realmente cuánto dinero movía.

 

Siempre decía: ‘El dinero no se presume, se trabaja en silencio’”.

 

Otro punto llamativo es que Rubby destinó parte de su fortuna a causas benéficas, aunque sin hacerlo público.

 

Se supo, tras su fallecimiento, que era benefactor de dos fundaciones en la República Dominicana enfocadas en brindar instrumentos musicales a niños de escasos recursos.

 

También ayudó económicamente a hospitales infantiles y programas de alfabetización en comunidades rurales.

 

A medida que pasan los días, se han comenzado a organizar homenajes en su honor en distintos países del Caribe y en algunas ciudades de Estados Unidos donde su música fue especialmente celebrada.

 

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Artistas de todas las generaciones lo reconocen como un referente.

 

Johnny Ventura, Milly Quezada, Sergio Vargas y otros grandes nombres del merengue han expresado su admiración por la trayectoria intachable de Rubby y su influencia en el género.

 

La muerte de Rubby Pérez marca el cierre de una etapa dorada del merengue, pero también abre el capítulo de cómo se preservará su legado.

 

No solo musicalmente, sino en términos de memoria cultural, ética profesional y modelo de administración personal.

 

En un mundo del espectáculo a menudo marcado por excesos, Rubby se convirtió, sin pretenderlo, en un ejemplo de sobriedad, talento y visión a largo plazo.

 

Queda por ver cómo será distribuida finalmente su herencia y qué decisiones tomará su familia respecto a sus derechos musicales, grabaciones inéditas y proyectos pendientes.

 

Pero más allá del dinero, lo que queda claro es que el nombre de Rubby Pérez seguirá resonando con fuerza en los corazones de sus fans.

 

Su voz, su estilo único y ahora, el misterio revelado de su fortuna, se entrelazan en la leyenda de un artista que, aún después de partir, sigue sorprendiendo al mundo.

 

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