Con 78 años recién cumplidos, Benny Andersson, uno de los pilares fundamentales de la legendaria banda sueca ABBA, ha roto el silencio.

Su confesión, inesperada pero poderosa, confirma lo que muchos fans venían sospechando desde hace décadas.

El relato que compartió no solo reescribe la historia de ABBA, sino que revela el lado más humano y doloroso del éxito musical más grande de Europa.

Desde sus primeros éxitos como Dancing Queen y Mamma Mia, ABBA definió una era.

Pero detrás de la perfección pop, existía una historia paralela de tensiones, rupturas y decisiones dolorosas.

Andersson, compositor e integrante clave, ha confesado recientemente en una entrevista que el final de ABBA no fue simplemente el desgaste del tiempo, sino una acumulación de heridas emocionales que nunca sanaron.

Uno de los focos de esta tormenta emocional fue la intensa relación entre Benny Andersson y Anni-Frid Lyngstad (Frida).

Lo que comenzó como una relación creativa y amorosa terminó en una batalla de egos, resentimientos y traiciones.

“Éramos dinamita”, confiesa Benny, “pero cuando la chispa se convirtió en fuego, todo se consumió demasiado rápido”.

La separación de Benny y Frida fue mucho más que una ruptura amorosa; fue el detonante silencioso que marcó el principio del fin de ABBA.

Benny revela que las discusiones eran frecuentes y dolorosas, y que muchas veces el estudio se convertía en un campo de batalla disfrazado de arte.

ABBA era sinónimo de perfección. Pero como ahora revela Andersson, tras los escenarios había lágrimas, decepción y soledad.

“Tuvimos que elegir entre el grupo y nuestras vidas personales. Al final, ambos caminos se desmoronaron”, explicó con voz entrecortada.

Por años, los rumores sobre la tensión interna del grupo circulaban, pero nunca hubo confirmación.

Hasta ahora. Benny Andersson finalmente expone la verdad sobre la caída emocional del cuarteto que encantó al mundo: no fue la industria, ni el cambio de estilo, sino el desgaste emocional de sus relaciones personales lo que acabó con ABBA.

A pesar del renacimiento digital de ABBA con sus avatares y el éxito de Voyage, muchos se preguntan si estas nuevas versiones pueden sanar las viejas heridas.

Benny, con honestidad, admite: “La música sigue, pero las cicatrices permanecen. No se puede cambiar el pasado. Solo aprender a vivir con él”.

A los 78 años, Benny Andersson demuestra que la verdad siempre encuentra su camino.

Su confesión es un recordatorio de que detrás del glamour y las luces, hay seres humanos frágiles, luchando por encontrar equilibrio entre el amor, la fama y la fidelidad a sí mismos.

ABBA vivió su esplendor con intensidad, pero también pagó el precio.