La diva, que renunció a los focos hace años, ha hablado en la televisión francesa de lo que supone para ella la fama, de la defensa de los animales, de Cannes y del cine actual: “Una pesadilla. Demasiadas películas malas, demasiada gente inútil”.

La fama le ha dado mucho: “Gracias a ella hoy se me conoce en el mundo como la persona que protege a los animales”. Pero ha tenido un precio. Brigitte Bardot, que vuelve a ponerse delante de las cámaras por primera vez desde hace 11 años, ha contado en la cadena de televisión francesa Bfm. “No reniego de la fama, pero nunca he podido ir a un bistró y tomarme un café en la terraza. Soy prisionera de mí misma. No puedo escapar de mí misma”.

Ahora vive lejos de la famosa Madrague, la legendaria mansión que compró en 1958: “Era un reflejo de mí cuando hacía locuras. Hoy, esta casa es mi reflejo”. La que fuera icono del cine vive en la tranquilidad de su finca en la colina de la Garrigue, en la campiña sobre Saint-Tropez, entre caballos, perros, ocas y burros, y confiesa que ha archivado su pasado en el cine.

En 1973 decidió dejar de actuar. “Fue una elección. Lo elegí yo”, explica. “Siempre quise marcharme antes de que alguien me abandonara. Sentía que el cine iba cuesta abajo. Sentía que ya no había buenas historias, buenos guiones, buenos diálogos, ni directores con una visión. Así fue como tomé la decisión de dejarlo”.

Pero hay un título, entre sus muchos, que recuerda con especial cariño: La muñeca y el bruto, estrenada en 1970. “Me pareció divertida, graciosa, sencilla. Nada estelar. Se desarrolla en el campo, con Jean-Pierre Cassel, que está maravilloso en esa película”.

Sobre el cine actual, sin embargo, Brigitte Bardot es categórica: “Es social, es feo, no te hace soñar. Yo quiero soñar. El cine de hoy es aburridísimo”. ¿Y Cannes, donde todo empezó en 1953? “Una pesadilla. Demasiadas películas malas, demasiada gente inútil. Ya no hay actores magníficos, nadie que te haga soñar”.

Y se distancia del feminismo: “No es lo mío. Me gustan los hombres”. Defiende abiertamente a Gérard Depardieu y Nicolas Bedos, acusados de agresión sexual, criticando el movimiento #MeToo, como ya había hecho en 2018: “Hipócrita, ridículo, inútil”.

Hoy sigue librando sus batallas. No por ella, sino por los animales: “Quiero la abolición de la caza con perros. Es un horror”. Después de 50 años de peticiones ignoradas, el gobierno francés debería al menos concederme esta victoria”. Así que escribió una carta abierta a Macron, al primer ministro, y al Parlamento. “Creo que puedo ganar. Y después de todo, es mi último combate. A mis 90 años, no volveré a empezar en cinco o diez años. Este es lo último”.