Concha Piquer – La primera actriz del cine sonoro.

Concha Piquer, una mujer empoderada en los veinte

La reina de la copla no sólo cautivó e hizo soñar con sus canciones de amor y desamor a toda una generación en la España de la posguerra; doña Concha Piquer también fue una mujer moderna y adelantada a su tiempo, ya que en unos años en los que sus congéneres apenas podían salir de casa sin el consentimiento del marido, ella fumaba, conducía su propio coche, hablaba inglés, trabajaba y viajaba sin parar, siempre con sus baúles a cuestas.

Su carácter osado y desafiante hizo que más de una vez fuese multada por el régimen franquista al negarse a cambiar las letras de algunas coplas –como el principio de “Ojos verdes”–, demasiado atrevidas para la época.

El país que olvidó a Concha Piquer, la primera artista moderna de su historia

Concha Piquer se fue a hacer las Américas a los 13 años.

Concha Piquer fue una artista con un talento tan grande que en 1919, cuando tenía 13 años y tras ser descubierta por el maestro Manuel Penella, cruzó el charco a la conquista de América, debutando en los teatros de Broadway, Nueva York, ciudad que cayó rendida a sus pies.

Allí, en Manhattan, también rodó la primera película sonora de la historia, un cortometraje titulado “From far Seville”, de 11 minutos, dirigido por Lee DeForest y en el que cantaba y tocaba las castañuelas, pero que los distribuidores decidieron no comercializar pensando que el cine sonoro no funcionaría.

Doña Piquer cantaba coplas y bailaba en el corto «From far Seville» (1923).

La Piquer protagonizó este corto en 1923, cuatro años antes de que se estrenara “El cantor de jazz”, considerado hasta hace muy poco el primer filme hablado de la historia.

Así que la voz que estrenó el sonido en una obra cinematográfica fue la de doña Concha Piquer, acompañada por unas castañuelas y música de copla.

A su regreso a España, donde triunfó sin paliativos, la cantante rodó otras películas, como “El negro que tenía el alma blanca” y “La Dolores”, y también realizó numerosas giras por Latinoamérica y EEUU, antes de retirarse de los escenarios en 1958.

Decidió hacerlo porque ese año vivió la terrible experiencia para un cantante de perder la voz unos instantes durante un concierto.

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