Un experto en marca personal analiza cómo la imagen de Broncano puede estar yéndose al traste.

Nadie duda de que la fama de David Broncano ha aumentado considerablemente tras su fichaje por TVE. La cadena decidió ficharle tras su éxito con La Resistencia en Movistar+. Así, la cadena pública adaptó el mismo formato y con, aparentemente, la misma gente pero le cambiaron el nombre al programa: La Revuelta. Desde su estreno en La 1, el 9 de septiembre de 2024, ha tenido mucho éxito de audiencia. Inauguró su andadura con un 17,1% de share y 2.152.000 espectadores de media. Y desde entonces ha llegado a picos del 19,5 % y 2,5 espectadores en su segunda semana.

No obstante, la audiencia no ha sido lo más destacado, sino, sobre todo, las polémicas en las que el programa, y el propio David Broncano, se han visto envueltos.

José Noblejas, experto en marca personal y marketing digital, ha analizado todo esto. Asegura que imagen del presentador se ha transformado, para mal, en los últimos meses.

David Broncano, ¿crisis reputacional? Esto asegura un experto en marca personal

«David Broncano es uno de los personajes más fascinantes de la televisión actual: un comunicador que, partiendo de la comedia alternativa, ha sabido construir una marca irreverente, millennial y libre de convencionalismos.

Pero en los últimos meses, esa imagen ha entrado en una fase delicada, en un bache quizás más profundo de lo que nos podemos imaginar», afirma el experto en marca personal a Semana.

Unas declaraciones que hace sobre todo por la disputa que mantiene Broncano «con El hormiguero» y «sus salidas de tono con artistas como Melody y la saturación del personaje».

«Todo ello han llevado a muchos a preguntarse: ¿sigue siendo Broncano ‘el tipo listo del humor incómodo’ o se ha convertido en una caricatura de sí mismo? (…) Durante años, Broncano supo jugar con maestría su posición (…) Y construyó una marca potente: Broncano era el anti-showman convertido en showman, el que no pedía perdón por incomodar y que se reía del star-system desde dentro. Su imagen era auténtica, ingeniosa y con cierto aire de superioridad intelectual, algo que su audiencia más fiel adoraba», apunta Noblejas.

Después, todo cambia, pues el propio fichaje de TVE «con un contrato millonario generó un cambio radical: de símbolo alternativo a figura mainstream con sueldo de estrella nacional. (…) Este salto supuso una ruptura con parte de su narrativa», pues pasó de ser un comunicador en un programa «humilde» a cobrar «millones de euros» en una cadena «con servicio público»: «Broncano ha pasado de irreverente maravilloso a arrogante cuestionado. (…) Su estilo, que antes parecía fresco, empezó a parecer desubicado en un entorno más institucional.

Y sus silencios ante las críticas fueron leídos más como soberbia que como estrategia. Las comparaciones con El hormiguero se intensificaron.

En un mercado televisivo donde Pablo Motos domina el prime time con mano firme y códigos tradicionales, Broncano aparecía como el enfant terrible».

La disputa con ‘El hormiguero’ lo cambia todo

José Noblejas considera que la polémica con El hormiguero le vino muy mal a Broncano, ya que «Motos resolvió la crisis con el tema Jorge Martín de una manera magistral, sin abandonar su tono normal y dando una clase de comunicación templada. (…) No se bajó el barro y salió reforzado», pero el presentador de TVE no; y su imagen se ha visto mermada con otras polémicas del estilo, como las bromas que hizo con Melody, quien se ha convertido «en símbolo de esfuerzo, talento y reivindicación generacional tras Eurovisión» y «goza de mucho cariño popular (…) Este tipo de intervenciones erosionan su imagen y no está siendo consciente.

No porque sean ‘polémicas’ (algo que siempre ha manejado bien), sino porque ya no se ven como transgresoras, sino como gestos de arrogancia, sin justificación que buscan un aplauso fácil y gratuito que ni los que aplauden entienden».

Todo ello, ha hecho que la imagen de Broncano esté, en la actualidad «dividida, y esto es muy peligroso. Entre los suyos, sigue siendo ‘el único con un par de narices que dice lo que piensa todo el mundo, pero nadie se atreve a decir’ pero para el público general, comienza a parecer repetitivo, elitista e incapaz de adaptarse sin renunciar a su ego».

Por todo ello, el experto en marca persona sentencia que la imagen personal del presentador «atraviesa un momento delicado», pues «está dejando de ser el ‘ingenioso incómodo’ para convertirse en el ‘inadaptado arrogante’. Y eso, en un mercado donde la conexión emocional y la humildad narrativa ganan terreno, es un problema de percepción grave».