El ex novillero Julio, todo un truhán, volvió al restaurante para conocer a Cati. Eran tal para cual y sintieron un flechazo, pero había un problema: el Mediterráneo.

Año y medio después de fracasar estrepitosamente en la búsqueda de un nuevo amor, el ex novillero Julio (75) volvió a ‘First Dates’ este jueves 7 de agosto. Esta vez el equipo del programa de citas de Telecinco le presentó a Cati, una soltera hecha para él.

La andaluza de nacimiento y mallorquina de adopción defendió en su carta de presentación que como en su país, no se vive en ningún sitio. «Yo soy de España, pues todo lo de España me gusta», apuntó con convicción. Además, le contó a Carlos Sobera que se mudó a la capital balear porque se enamoró de la isla, que no de los mallorquines. No concibe que, según ella, hayan impuesto el catalán en Mallorca.

La soltera, que no quiso revelar su edad, también habló al presentador de que pertenece a dos peñas taurinas y a una hermandad monárquica. «De Juan Carlos I estaba enamoradísima, y de la reina Sofía lo mismo». No entiendo de República, pero ya la palabra me repudia. Yo no quiero vivir en una», dejó claro en los totales.

En el amor, busca un hombre cariñoso y, sobre todo, que no mienta. Su primera impresión de Julio la puntuó con un notable, rozando el sobresaliente. Saber que había sido torero, le agregó un plus. El madrileño, por su parte, sintió que algo le subía por el cuerpo. Hasta que supo que vivía en Palma de Mallorca, «con el Mediterráneo de por medio».

Julio no se ve capaz de ser fiel

Una vez en la mesa, Cati se interesó por la vida amorosa de Julio, convencida de que «los toreros son muy pícaros». Una afirmación a la que él respondió con una sonrisa y con la confirmación ante el equipo del restaurante de que había tenido bastantes amigas. «No se si será el traje de luces, la gallardía, la arrogancia… Hay algo que a la mujer le atrae».

Luego la soltera quiso averiguar si era monárquico. La respuesta también la satisfizo. «Pienso que al Rey Juan Carlos no se le ha valorado lo que ha hecho por el país. Lo que pasa es que este país ya se sabe cómo es, no se le perdona ¿Ha sido un mujeriego? Pues como lo he sido yo ¿Ha robado? Si ahora hay cuatro perroflautas que están robando igual ¿Cuál es el problema? Si a este país al que pongan donde hay dinero, va a meter la mano», aseveró el madrileño.

Cati no podía estar más encantada con su cita, «un hombre 10», y más cuando hablaron de amor y se dieron cuenta de que pensaban igual. Lo mismo que opinaba Julio de ella. «Tiene mucha clase y soy admirador de la clase. Es lo más importante en la vida. Para mi es sensacional, me ha convencido en todo», incidió al charlar con las cámaras.

Sin embargo, apostilló, había un pero: Cati no tenía intención de abandonar Palma, sin embrago, para él la distancia era una pega. «Soy una persona que ama la libertad y aparte de amar demasiado la libertad, soy muy truhán. Es que yo me conozco… Si me das libertad, pues blanco y en botella. Necesito una persona que me sujete, que me ponga una brida en la boca. Yo he sido mujeriego y lo practico todavía», argumentó cuando ella no lo escuchaba. Para colmo, en la capital mallorquina solo hay dos corridas al año, casi nada para alguien que considera a los toros su obsesión.

Ese fue el motivo de que después de despedirse con un baile en el reservado a ritmo de Julio Iglesias y bien agarrados, rechazara una segunda cita en la decisión final.