El músico y humorista presenta ‘show’ en solitario.

Los ejercicios que han sido claves para la transformación de Grison de 'La  Revuelta'

Más allá del músico y humorista que se aprecia en ‘La revuelta’, ¿qué hay? Su carácter en pantalla no está muy alejado del que te coge el teléfono, aunque dispuesto y atento está. Grison Beatbox, como se le conoce públicamente, es el nombre artístico de Marcos Martínez (40 años). Un padre de familia que ha trabajado en todo tipo de profesiones para intentar ganarse la vida. Ahora es un momento inmejorable, puesto que más allá de su programa en TVE, también hace sus propios espectáculos.

Es el cabeza de cartel de La Sala Comedia by Domino’s, un festival del humor que, pese a lo que pueda parecer en el nombre, no es para nada en un pequeño antro del centro de Madrid. Es nada más y nada menos que en el Movistar Arena, y otros cómicos que estarán son Danny Boy, Beñat Iturbe o el pódcast ‘Misterios y Cubatas’.

Grison hace, además de su monólogo, un espectáculo en el que su voz es el instrumento, porque hace todo tipo de ruidos y emula animales con la garganta. Alguna vez lo ha mostrado en ‘La revuelta’, dejando a todo el mundo con la boca abierta. Durante su conversación con ABC, explica el motivo por el que escogió ese nombre artístico, cómo gestiona la fama con su familia o las críticas a su programa.

Grison

-Primero, ¿cómo le gusta que le llamen, Grison o Marcos?

– Me da igual, depende del contexto. Como tú quieras.

-Entonces Grison, que es como le reconoce la gente, ¿qué le dicen por la calle cuando le ven?

-Pues ya sabes, «¡Grison, Grison! ¡El de ‘La Revuelta’! ¡Broncano! Me dicen esas cosas.

– ¿Alguna vez le ha dado vergüenza?

– No… bueno, sí, cuando me gritan y voy con los niños pues es un poquito más incómodo. Pero de ahí a vergüenza… de eso ya no nos queda ninguna.

– Cuando va con los niños y le reconocen, ¿qué le dicen ellos?

– Nada, lo tienen bastante asimilado, a ellos tampoco les da vergüenza. Yo lo tengo muy hablado con ellos, dónde tienen que estar ellos y dónde tengo que estar yo.

– Cuéntenos, ¿de dónde sale el nombre de Grison?

-Me presenté a un campeonato de Beatbox, el primero que me presenté, y haciendo la gracia con mi primo. Grison por el de CSI, pero no sé, teníamos esa coletilla y me puse ese nombre. Quedé entre los ocho primeros y ya me tuve que quedar con ese nombre porque todo el mundo me empezó a conocer ahí. Tontería máxima, vamos.

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-¿Ahora se lo cambiaría?

R: No. No es un mal nombre, ahora es bastante reconocible. Está bien, mejor que ‘El rata’ o ‘El chino’ que son los típicos motes que te ponen en el instituto y se te quedan.

«He puesto y he quitado sillas en un cine de verano, he sido jardinero…»

-¿Y cómo describiría usted a Marcos, la persona que no está en la vida pública?

-Una persona centrada en trabajar, en sacar sus show adelante, y buscando una libertad económica el día de mañana para no tener que depender de un trabajo fijo.

– Porque ha pasado por muchos trabajos, ¿cuál ha sido el más raro?

– He puesto y he quitado sillas en un cine de verano, he sido jardinero, monitor de tiempo libre, profesor de música… y poco más.

– ¿Volvería a alguno de ellos?

-No, la verdad es que estoy bien como estoy ahora mismo, haciendo lo que quiero por primera vez en mi vida.

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-¿Cómo son sus ‘shows’, son para todas las edades?

– Sí, se puede ir con niños, aunque hay alguna broma un poquito más subida de tono son bromas que los niños no entienden. No hay nada de temática sexual, aunque sí alguna de drogas, pero son metafóricas, los niños no terminan de pillarlo. Y se lo pasan bien cómo hago música, porque esencialmente el show es eso, musical, imito todo tipo de animales y de sonidos por la boca. Y si vienen más niños lo intento adaptar y hacerles partícipes para que no se aburran.

– Hace tiempo en sus redes sociales publicó un vídeo de sus hijos en el escenario durante un concierto en el que tocaba usted, ¿qué se siente al hacerles partícipes así?

– Es lo que hay. Ellos viven el día a día y yo tampoco se lo voy a ocultar. Es bonito también. Sin obligarles a nada y que sea lo que ellos quieran. La fama es lo peor de esta profesión y lo mejor es el estudio de la música, el camino que hay hasta aquí. La experiencia que hay, que hagan lo que ellos quieren. La verdad es que a ellos les gusta bastante, yo trato de no involucrarles mucho en la vida pública, pero en la disciplina musical, en el estudio sí. Si hacen un espectáculo para el colegio que tenga una estructura, que sepan que no se hacen las cosas sin cabeza, que todo esté estudiado. Pero trato de sacarles poco o nada en redes sociales porque tampoco les vaya por ahí la movida.

– Antes publicaba más cosas, ¿hubo algún momento que le produjera esa señal de alarma, de «tengo que parar»?

-Nos vamos haciendo más famosos, ellos no lo han elegido esto y creo que hay un periodismo bastante equivocado que lo único que trata de sacar es la vida privada, ¡y a nadie le importa! No hay que cosificar a los niños ni enseñarlos, y ni mi pareja ni mis hijos lo han elegido, no quieren estar ahí y yo lo respeto.

– ¿Le puedo preguntar dónde se conocieron su pareja y usted?

– Pues nada, me sacó de la basura. Me encontró ahí, estaba tirado y llegó y me reparó.

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– ¿Se conocen desde muy jóvenes, no?

– Sí, por ahí. No de adolescentes, algo más adultos.

– ¿Cómo es el trabajo en ‘La revuelta’? ¿Hay buen rollo tras las cámaras, salen a tomar algo?

R: Claro, eso es un ‘Gran Hermano’, somos colegas y estamos allí pasándonoslo bien.

«Yo lo llevo todo, no tengo ni mánager ni representante»

– Algunos famosos dejan de llevar sus redes precisamente por eso, ¿usted aún las gestiona para sí mismo?

– Sí, yo lo llevo todo, no tengo ni mánager ni representante, me represento a mí mismo. Me gusta la gente también, me gusta hablar con la gente como persona humana, te acerca mucho más. Y sabes filtrar, al final te dejan de afectar esas cosas.

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– En una entrevista dijo que si le pagaran lo suficiente se iría a ‘El Hormiguero’, ¿es cierto? ¿Lo sigue pensando?

– Lo digo de coña… pero si me pagaran un kilo ahí sí que me iba [bromea]. No, la verdad es que no, son muchos años y esta gente me lo ha dado todo. No iba a hacer yo el feo de irme a otro lado. Tampoco creo que me quieran.

– Mirando hacia el futuro, ¿qué le gustaría hacer?

– Comprarme unas gallinas y quedarme en mi casa, ya te digo. Ahora mismo, como te digo estoy haciendo el show del 25 de junio, probando cosas nuevas: es un show nuevo un poco más grande, con audiovisuales, y liarme un poco la manta a la cabeza. Y mirarlo yo y pensar «qué guapo me ha quedado esto».

– ¿Qué piensa de cómo ha evolucionado el humor en los últimos años? ¿Consideras que la corrección política es necesaria?

– No, no considero que sea necesaria. Sí que se han dado matices a los chistes, y no todo vale en la comedia, yo creo que eso está bien. Siempre que la comedia no se utilice para avergonzar a una persona o un colectivo, que el chiste sea el objetivo, el hacer reír, la gracia. Que no haya un fin político o hacer de menos a nadie, sí que creo que había algún chiste que había que darle una vuelta, que uno tenía un pasado oscuro, pero veo que se está refinando el humor. Se piensa demasiado en lo que es más que para lo que sirve: hacer reír a la gente.