La cantante, que lanza ‘single’ y debuta como actriz con un monólogo, se confiesa y nos habla de su intensidad, de su amor por su hijo y su conexión con su marido.

Lorena Gómez | Gala Acción Social

Llega septiembre y el curso se presenta especialmente ocupado para Lorena Gómez: el 19 lanza su nuevo ‘single’, ‘Tanto’, y al día siguiente se sube a un escenario por primera vez para debutar como actriz con el monólogo ‘Rincones. El amor, ¿merece la pena?’. «Estos meses han sido como una terapia que me han servido para conocerme mejor, para crecer y asumir cambios. Por ejemplo, musicalmente, esta canción muestra un nuevo estilo, un sonido más fresco con el que he entendido que no es tan importante afinar o cantar bien sino transmitir, que el público sienta lo que sale de mi alma. Ahora lo disfruto el doble. Y como actriz, ha sido un reto enfrentarme al reto de construir un personaje, una vida que no es la mía.  Me aterraba la idea de quedarme en blanco, y el director me decía que improvisara, porque el espectador no conoce el libreto. Todo eso me ha ayudado a construir una Lorena menos autocrítica, más natural, más libre», confiesa la artista.

La función se pregunta si el amor merece la pena: «Para saber la respuesta hay que verla, pero es verdad que no todo tiene que ser un amor sin límites. En mi caso, lo reconozco, soy una cabeza loca, me entrego, lo doy todo. Y no me arrepiento. Aunque al final se pierda, yo gano porque he apostado y lo he vivido a fondo con todo mi corazón».

Junto a René Ramos, la cantante forma «un equipo que funciona bien porque, aunque seamos muy opuestos, somos capaces de compartir nuestros puntos de vista y discutirlos, escuchándonos, respetándonos. Él me apoya en mis sueños y me deja ser libre. Me da su opinión, como soy muy Aries peleo por lo que me gusta, pero él me entiende». Ser madre ha sido una de las experiencias vitales que más la han cambiado: «Mis prioridades han cambiado, ahora solo pienso en mi hijo. Hasta que no cumpla 18 años y se valga por sí mismo, necesita de mí. Y quiero que se sienta orgulloso de su madre, por eso muchas veces me pregunto ‘¿Esto le gustará a mi hijo?’ antes de hacer las cosas. Es mi todo».

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Lorena reconoce que uno de sus puntos fuertes de su personalidad es «la empatía, algo muy positivo que tiene su lado delicado, porque lo malo es que me pongo en situaciones duras, no solo con las personas, también con los animales. Al final me preocupo de todos».

Por otro lado, le gustaría matizar algo de su carácter: «No puedo ser tan intensa e impulsiva, tengo que aprender a darle al ‘stop’ y vivir el presente, no tanto en el futuro, adelantándome a los acontecimientos».

No se siente especialmente caprichosa, «pero sí soy exigente con algunas cosas, como los lugares donde voy a cantar, por ejemplo. Lo que soy es selectiva, me gusta elegir y tengo un criterio para hacerlo. Y soy muy soñadora, me gusta dejar volar la imaginación».

También reconoce que es muy detallista: «me gusta más regalar que recibir regalos. Me encanta sorprender, ver las caras de quienes hago el regalo y me decepciono si no logro una reacción positiva».

La artista encuentra la paz «con mi familia, con mi gente. Ellos conforman mi hábitat natural, aunque a veces la encuentro a solas, componiendo».

Por el contrario, le saca de quicio «la mentira, sobre todo cuando me la están diciendo a la cara y me insisten, engañándome, como si yo no lo supiera».

Entre concierto y funciones, Lorena va a desconectar con el ‘barre’, una mezcla de ballet, yoga y pilates («me gusta la caña cuando hago deporte, que se note, que sea un esfuerzo»), y con la cocina, uno de sus ‘hobbies’ favoritos y por el que hace un llamamiento a TVE: «Me encantaría ir a ‘MasterChef Celebrity’».

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Diario personal

El ’emoji’ que más usa: Como soy muy amorosa, mi favorito es el corazón rojo. También el de los corazoncitos. Lo uso para todo y con todos, ya sea trabajo, familia, amigos.

Se haría una ‘selfi’ con: Con Beyoncé, en plan de colega a colega (se ríe, burlona).

Un sacrificio por la fama: He llegado a anular mi vida social, sobre todo la relacionada con mi familia. Me he perdido muchos cumpleaños. Si tenía concierto, no trasnochaba. Tenía vida de monja. Y encima mi cabeza no se relajaba, pensando en mis obligaciones, en mi voz.

Un momento ‘Tierra, trágame’: Durante una actuación, se me cayó el postizo, una coleta que se quedó en el suelo como si fuera una rata muerta (se ríe al recordarlo).

Lorena, de niña

Algo que no puede faltar en su día a día: Necesito un rato para mí. Me aíslo como madre, como esposa, como artista, y me pongo a leer, o disfruto tomando un helado, lo que sea, mientras me permita estar ajena a todo.

Un propósito que nunca se cumple: No anticiparme a las cosas. Soy demasiado impulsiva, no lo puedo evitar. Soy muy intensa. Prometo relajarme, pero no lo consigo.

Un lugar para perderse: Se suele decir eso de perderse en una isla desierta, pues es lo que quiero. Ya sea sola o con mi familia, sin nadie alrededor, totalmente aislados. Pero un día, que luego me aburro.

Su primer beso: Me encantó. Sentí un cosquilleo muy especial que no se vuelve a repetir. Esas mariposas, esos nervios…. En ese momento no sabes quién besa a quien, pero te dejas llevar.

Tiene miedo a: Que le pase algo a mi hijo. Prefiero que todo lo que pueda pasarle a él me pase a mí, prefiero sufrir yo a que sufra él.

Dentro de 10 años se ve: Me gustaría tener la misma vitalidad y fuerza que tengo ahora. También salud, porque soy una hipocondríaca de manual y me paso el tiempo buscando en internet las enfermedades relacionadas con mis síntomas. Le busco el porqué a todo y siempre me pongo en lo peor.

La pequeña Lorena: Era una niña muy traviesa, muy inquieta. Mi madre me decía que no paraba quieta. Hablaba muchísimo, con todo el mundo, y era muy mandona. Si no me obedecían, me enfadaba. ¡Menudo carácter tenía! Pero era muy graciosa, me pasaba el día cantando. La música siempre ha sido lo mío. Mi hijo ha salido a mí, tiene también ese rico mundo interior.