Paloma San Basilio, ícono de la música española, ha sorprendido al mundo al romper el silencio con una revelación impactante: a sus 74 años, ha confesado los nombres de los cinco cantantes que más odia.

En un testimonio lleno de emoción, nostalgia y valentía, la artista abre su corazón como nunca antes, desvelando historias ocultas, tensiones y heridas que marcaron su carrera.

¿Quiénes son los cinco cantantes que Paloma San Basilio no perdona?

1. Raphael – Talento indiscutible, pero egos irreconciliables

Aunque en público mantenían una relación cordial, Paloma confiesa que trabajar con Raphael fue siempre “una experiencia emocionalmente agotadora”.

Lo define como un artista brillante, pero “incapaz de compartir el escenario”. La tensión entre ambos era tan palpable que en más de una ocasión, los productores tuvieron que intervenir para evitar enfrentamientos.

“Nunca me vio como colega, sino como amenaza”, asegura Paloma.

2. Julio Iglesias – El ídolo inalcanzable que menospreciaba a sus pares

Con Julio Iglesias, la situación fue aún más dolorosa. Paloma revela que, en varios encuentros profesionales, el cantante adoptó una actitud arrogante y despectiva hacia ella y otras artistas femeninas.

Nunca colaboraron directamente, pero en los pasillos de la industria, las frases hirientes y el ninguneo fueron constantes.

“Julio era una estrella, sí… pero de las que ciegan en lugar de iluminar”, dice con ironía.

3. Ana Torroja – Rivalidad silenciosa pero hiriente

La exvocalista de Mecano aparece en esta lista por una razón distinta: la frialdad. Paloma admite que nunca hubo insultos, pero sí una rivalidad insana, marcada por la indiferencia.

Durante eventos, galas y festivales, Ana la evitaba deliberadamente.

“No me saludaba, no me miraba, era como si yo no existiera. Eso duele más que una crítica directa”, explica.

A pesar de todo, Paloma San Basilio no guarda rencor. Dice que hablar es una forma de sanar, de cerrar heridas y entender el camino recorrido.

No hay odio en su voz, pero sí verdad. Una verdad que la industria musical muchas veces ha preferido callar. “Me cansé de ser la que siempre sonríe. Hoy soy la que también recuerda.”

Paloma asegura que no busca reconciliaciones, pero sí respeto por su verdad. No quiere volver a ver a algunos de estos artistas, pero tampoco desea su fracaso. Su única intención es liberarse de lo no dicho, de lo que la acompañó en silencio durante décadas.

Este relato, más allá del morbo o la curiosidad, nos obliga a reflexionar sobre las dinámicas de poder, ego y desigualdad dentro del mundo artístico.

Paloma San Basilio, como tantas mujeres en la música, tuvo que enfrentarse a barreras que nada tenían que ver con su talento. Rivalidades impuestas, desprecios velados y decisiones tomadas en despachos llenos de humo y soberbia.

Su testimonio es también un acto de justicia: para ella, para otras artistas, y para las nuevas generaciones que buscan abrirse camino con dignidad.

A los 74 años, lejos de los escenarios masivos, Paloma disfruta de una vida tranquila pero activa. Continúa vinculada a la música, el arte y el pensamiento crítico. Esta confesión, lejos de manchar su legado, lo enriquece con una dimensión humana y poderosa.

Porque si bien recordaremos siempre su voz, ahora también recordaremos su coraje.