Carolina Marín ha recordado en sus redes sociales el momento en que su vida cambió debido a la lesión que sufrió en los Juegos Olímpicos de París del verano pasado

 

La emotiva carta de Carolina Marín un año después de la lesión que hizo  llorar a España: “La vida puede darle la vuelta a todo”

 

Carolina Marín aún recuerda cada segundo de aquel día en los Juegos Olímpicos de París en el verano de 2024, cuando la vida le cambió por completo en un abrir y cerrar de ojos.

Había llegado a la capital francesa como una de las grandes favoritas al oro en bádminton, con 32 años, en la plenitud de su madurez deportiva, y todo apuntaba a que su paso a la final era prácticamente un trámite.

Pero el destino le tenía preparada una dura prueba. En medio de la semifinal contra una rival china, tras un mal apoyo en su pierna derecha, la onubense se desplomó sobre la pista. El pabellón se sumió en un silencio absoluto.

“Me he roto… me he roto…”, repetía entre sollozos. Aquel grito de dolor, compartido por millones de españoles, marcó un antes y un después en su vida y en su carrera.

 

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Ahora, exactamente un año después, Carolina ha querido recordar ese momento a través de una emotiva carta publicada en sus redes sociales. “Hace un año que todo cambió”, comienza diciendo con serenidad.

“No voy a contaros lo que pasó porque todos lo sabéis, pero sí quiero aprovechar este día para recordaros y recordarme una cosa: por mucho que planifiquemos y deseemos las cosas, la vida puede darle la vuelta a todo”.

Su mensaje, lejos de la autocompasión, está impregnado de fortaleza y reflexión.

La deportista explica cómo este año, a pesar de estar alejada de la competición oficial, ha sido una etapa llena de descubrimientos, aprendizaje y momentos memorables.

“Y por mucho que lo queramos más que nadie, a veces no sale. Pero sí está en nuestra mano que vivamos de la manera más intensa posible esos nuevos caminos que se abren.

Y en eso estoy desde hace un año”, escribió, acompañando sus palabras con una serie de imágenes inéditas de su recuperación, de entrenamientos silenciosos y de viajes que realizó como embajadora del deporte español.

 

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Entre estas imágenes destaca especialmente la del momento en que recibió el **Premio Princesa de Asturias de los Deportes 2024**, un reconocimiento que, si bien no reemplazó la medalla olímpica que no pudo obtener, sí simbolizó el cariño y respeto de toda una nación hacia ella.

“Me siento muy feliz de recibir este Premio Princesa de Asturias de los Deportes, sin duda el galardón más importante de mi carrera. Siempre he creído que el deporte sirve para romper barreras y es una fuente de inspiración y valores.

Y si estos factores han hecho que yo merezca este reconocimiento, no puedo más que sentirme agradecida por ello”, confesó Carolina con emoción durante la ceremonia en Oviedo, a la que asistieron Sus Majestades los Reyes y Su Alteza Real la Princesa Leonor.

Este premio no solo reconocía su carrera plagada de títulos —campeona olímpica en Río 2016, tres veces campeona del mundo, y seis veces campeona de Europa— sino también su capacidad de resiliencia.

Porque lo que sucedió en París no fue la primera gran lesión de su vida. Carolina ya había atravesado en 2019 otra rotura del ligamento cruzado, entonces en la pierna izquierda, y también entonces se levantó más fuerte.

 

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Sin embargo, lo ocurrido en 2024 fue diferente. Las expectativas eran gigantes, el escenario inmejorable, y su estado de forma impecable. Pero aquel mal paso lo cambió todo.

Fue intervenida en una clínica en Lyon, donde comenzó un largo proceso de recuperación que continúa hasta hoy. “Mi camino sigue y sé dónde me gustaría que me lleve.

No sé si llegaremos al destino que queremos, pero sé que disfrutaremos del trayecto”, concluye su carta, reflejando una actitud que ha sido elogiada por deportistas de todo el mundo.

Durante este año de recuperación, Carolina no ha permanecido en la sombra. Ha participado en encuentros con jóvenes deportistas, ha sido imagen de campañas por la salud mental en el deporte, y ha colaborado con el Comité Olímpico Español en tareas de formación e inspiración.

Ha viajado a Japón, Dinamarca y Estados Unidos, donde compartió su experiencia con otros atletas lesionados, y ha confesado públicamente su deseo de estar presente, al menos como espectadora, en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028.

 

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En varias entrevistas recientes, ha dejado entrever que aún no descarta regresar a la alta competición, aunque todo dependerá de su cuerpo y de su evolución médica. “No tengo prisa. He aprendido a respetar los tiempos, a escucharme.

Y sobre todo, a disfrutar de lo que sí tengo, que es mucho”, dijo hace unos meses en una charla motivacional organizada por el Consejo Superior de Deportes.

Hoy, un año después de ese grito en París que nos dejó helados, Carolina Marín no solo sigue en pie, sino que ha encontrado un nuevo propósito en su camino.

Ya no se trata solo de ganar medallas, sino de inspirar, de transformar el dolor en impulso, y de seguir luchando, como siempre ha hecho, con la sonrisa de quien nunca se rinde. Y esa, quizá, es la victoria más grande de todas.