“Te amo, mi viejito. Para siempre te amaré.” Así rompió el silencio Aria Pérez, hija del legendario merenguero Rubby Pérez, en medio del duelo nacional por la tragedia que sacudió los cimientos de la música dominicana y dejó a más de 220 familias sumidas en el dolor.
Sus palabras, publicadas en redes sociales, revelaron una historia desconocida por muchos: el vínculo íntimo y profundo entre el artista y su hija colombiana, nacida del amor y de la música, entre playas de Barranquilla y noches de merengue en Nueva York.
Aria Pérez es más que la hija de una leyenda.
Es una cantautora, artista independiente y defensora de causas sociales que ha construido su propio camino entre Queens, Miami y Barranquilla, llevando consigo una herencia marcada por dos culturas que definieron su identidad: República Dominicana y Colombia.
Nació en Nueva York, pero creció entre las palmas del Caribe colombiano y los ritmos urbanos de Florida, alimentando desde niña una sensibilidad artística que la condujo de los escenarios escolares hasta los estudios profesionales, pasando por colaboraciones con Poe Boy Music Group.
Inspirada por el ejemplo de su padre y por las vivencias que marcaron su niñez, Aria ha convertido la música en su forma de hablarle al mundo.
Desde pequeña participó en concursos, obras y bandas, canalizando su historia personal en letras y melodías.
Para ella, la música no es solo un arte, es memoria, resistencia y expresión.
Es un legado que hoy continúa con más peso que nunca tras el trágico evento del 8 de abril de 2025, cuando el techo de la discoteca Jet Set colapsó en plena presentación de Rubby Pérez, dejando una herida irreparable en la cultura dominicana.
“Vamos a llorar juntos como lo hemos celebrado juntos. Te quiero, papi. El mundo entero te ama”, escribió Aria, acompañando sus palabras con una foto en blanco y negro donde abraza a su padre.
Poco después, sus mensajes se tornaron más íntimos: “I love you for always, my daddy you’ll be”, “El ángel de Mase”, “Te amo mi viejito”, y un último suspiro al cielo: “Por favor Dios danos la fuerza para seguir adelante. Por nuestros hijos y por el otro.”
La historia de Aria comienza con un walkman.
Según relató el propio Rubby en 2024, conoció a su madre en una playa de Barranquilla, cuando ella se acercó intrigada por el aparato que escuchaba música.
“Nos hicimos amigos, la invité a las fiestas y terminamos en amores”, dijo con una sonrisa.
Luego se reencontraron en una discoteca en Queens, Nueva York, donde su relación se consolidó y nació Aria.
Años más tarde, Rubby compartiría en una entrevista el momento en que su hija lo hizo abuelo: “Papi, voy a ser mamá”, le dijo.
Jet Set, la discoteca símbolo, fue durante 52 años la catedral del merengue.
Cada lunes se celebraban allí los famosos “lunes bailables”, con presentaciones de figuras como Johnny Ventura, Sergio Vargas, Wilfrido Vargas y el propio Rubby Pérez.
La noche del lunes 7 de abril, decenas de artistas, familias, políticos y amantes de la música llenaron el salón sin saber que estaban siendo parte de una de las mayores tragedias que ha vivido la República Dominicana.
Según testigos, el derrumbe ocurrió a las 00:44 de la madrugada del martes, mientras Rubby interpretaba su sexta canción.
Algunos notaron que caía “arenilla” desde el techo.
En un video difundido en redes sociales, se escucha a alguien gritar: “¡Se cayó algo del techo, se cayó algo del techo!” y luego, el colapso.
El escenario se convirtió en escombros. Las luces se apagaron. El sonido cesó. El caos invadió el lugar.
“Fue algo relámpago totalmente”, relató el mánager del artista, Enrique Paulino, quien logró salir con vida.
Luis Graveley, sobreviviente del evento, describió cómo en segundos la estructura cedió y aplastó a cientos.
“Pude salir por encima de todo eso, por las puertas de emergencia trasera.
Pero Rubby quedó atrapado”, lamentó. El ministro de Salud Pública, Víctor Atallah, dijo que la escena era como “un terremoto en un solo lugar”.
El Centro de Operaciones de Emergencia (COE) reportó que al menos 145 personas fueron rescatadas vivas durante las primeras 24 horas.
Pero con el paso del tiempo, el número de víctimas mortales superó las 220. El presidente Luis Abinader acudió a la zona esa misma mañana y decretó tres días de duelo nacional, acompañado por la primera dama Raquel Arbaje.
“Lamentamos profundamente esta tragedia. Nuestras oraciones están con las familias”, declaró el mandatario.
Entre las víctimas se encuentran personalidades del deporte, el arte y la política.
El exjugador de Grandes Ligas Octavio Dotel, con 13 equipos en su carrera y campeón de Serie Mundial, fue uno de los primeros nombres confirmados.
También falleció el pelotero Tony Blanco Cabrera, con destacada trayectoria en Japón, así como Nelsy Milagros Cruz Martínez, gobernadora de Montecristi, y Martín Polanco, reconocido diseñador de moda.
La escena en la discoteca Jet Set fue descrita por rescatistas como una “zona cero”.
El portavoz presidencial Homero Figueroa confirmó que la fase de rescate concluyó el jueves y que ahora comenzaría la investigación.
Se designó un equipo de expertos nacionales e internacionales para determinar las causas del derrumbe.
Hasta ahora, se desconoce con qué frecuencia se realizaban inspecciones estructurales en el club.
El Ministerio de Obras Públicas no ofreció declaraciones, y medios como Associated Press señalaron que no hubo respuesta oficial sobre las condiciones del inmueble.
El dueño del establecimiento, Antonio Espaillat, publicó un comunicado: “No hay palabras suficientes para expresar el dolor que genera este acontecimiento. Lo que pasó ha sido devastador.
Estamos colaborando de forma total y transparente con las autoridades.”
Rubby Pérez, considerado la “voz más alta del merengue”, fue despedido el jueves en el Teatro Nacional.
Asistieron miles de personas, incluyendo Juan Luis Guerra, el presidente Abinader y la comunidad artística.
Sobre su féretro, su hija Zulinka Pérez, también corista, expresó entre lágrimas: “Papi amaba con locura a todos sus hijos.”
Pero fue Aria, desde el anonimato mediático, quien ofreció una despedida íntima. Desde su rincón artístico en Nueva York, su voz se convirtió en eco del duelo.
Su historia ha rescatado una dimensión distinta del legado de Rubby Pérez: la de padre amoroso, abuelo ilusionado, y raíz profunda de una hija que hoy transforma el dolor en melodía.
En su música, en sus letras, en sus publicaciones, Aria canaliza el vacío que deja su pérdida.
Pero también lo inmortaliza. Porque donde se derrumbó un techo, ella levanta una memoria.
Y mientras el país trata de entender qué falló en Jet Set, ella responde con algo que no se mide en concreto ni en cifras: “Te amo, mi viejito. Para siempre te amaré.”
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