La visita de la Princesa Leonor a Santa Marta del 13 al 15 de mayo ha generado polémica tras las fuertes críticas del concejal Miguel “El Mono” Martínez, quien denuncia el gasto millonario en medio de una ciudad marcada por la pobreza, la inseguridad y el abandono institucional.

 

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La reciente visita de la Princesa Leonor de España a Santa Marta ha desatado una ola de controversia y críticas, especialmente por parte del concejal Miguel El Mono Martínez, quien ha cuestionado la inversión millonaria que implica este evento en un contexto urbano marcado por la crisis.

A sus 19 años, la Princesa continúa fortaleciendo los lazos internacionales en su formación militar, pero su llegada, programada del 13 al 15 de mayo, se ha visto empañada por la situación política local.

Martínez, representante del partido Alianza Democrática, ha expresado su desacuerdo a través de redes sociales, argumentando que los recursos destinados a la visita real deberían ser utilizados para resolver problemas básicos de la ciudad, como el alcantarillado y la falta de acceso a agua potable.

“La ciudad no está preparada para visitas reales”, afirmó, enfatizando la necesidad urgente de atención a las carencias que enfrenta la población samaria.

 

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El concejal no se ha quedado en simples palabras; también ha denunciado un contrato interadministrativo firmado por la Secretaría de Cultura por un valor de 4.672.500.000 pesos colombianos (aproximadamente 1,1 millones de euros).

Este gasto, según él, busca promover a Santa Marta como un centro cultural y turístico, pero en realidad “maquilla con desfiles y pancartas una ciudad sumida en el colapso estructural”.

La ironía de su discurso se hace evidente cuando recuerda que la ciudad carece de infraestructuras básicas, mientras que las calles se inundan con aguas residuales.

La crítica de Martínez ha resonado más allá de las fronteras de Santa Marta, captando la atención de medios y autoridades en Madrid.

Fuentes cercanas a la Casa Real han confirmado que se ha coordinado un aumento en el dispositivo de seguridad para proteger a la Princesa durante su estancia, lo que indica que la controversia ha generado inquietud en la institución.

Las declaraciones del concejal no solo han sido mal recibidas en La Zarzuela, sino que también han provocado un debate más amplio sobre la conveniencia de realizar eventos de esta naturaleza en una ciudad que enfrenta serios problemas.

 

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Las redes sociales han sido un terreno fértil para el descontento, con ciudadanos cuestionando la lógica detrás de la visita. Muchos ven en ella un intento de desviar la atención de las verdaderas problemáticas que afectan a la comunidad.

Martínez ha representado el sentir de una creciente parte de la opinión pública que considera que los recursos destinados a la cultura y la realeza deberían enfocarse en rescatar la dignidad de los samarios en lugar de en eventos que, a su juicio, son meramente simbólicos.

La situación en Santa Marta es crítica. La ciudad enfrenta un grave problema de acumulación de basura en diversos barrios, inseguridad creciente y la falta de servicios básicos.

La mención de “turistas descuartizados”, en referencia al asesinato de un joven italiano, ha dejado claro que la violencia y la inseguridad son temas que no se pueden ignorar.

En este contexto, la llegada de la Princesa, aunque simbólica, ha sido vista por muchos como una distracción de los verdaderos desafíos que enfrenta la ciudad.

La Casa Real, mientras tanto, se mantiene en una posición de prudencia, evaluando la situación y la percepción pública. El barro de las calles inundadas amenaza con cubrir la alfombra roja que se ha preparado para recibir a la heredera al trono español.

Esta imagen contrasta fuertemente con la idea de una ciudad que se presenta como un destino turístico ideal, revelando una realidad que muchos prefieren ocultar.

 

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La visita de la Princesa Leonor, que debería ser un momento de celebración y simbolismo, se ha convertido en un campo de batalla político y social en Santa Marta.

Las palabras de Martínez han resonado en un eco de descontento que se siente en las calles, donde la población exige soluciones reales a problemas que han sido ignorados durante demasiado tiempo.

La controversia no solo afecta la percepción de la visita real, sino que también pone de manifiesto la lucha de una comunidad que clama por atención y recursos para mejorar su calidad de vida.

Así, la llegada de la Princesa Leonor a Santa Marta se convierte en un espejo de las tensiones que existen entre la realeza y la realidad de la vida cotidiana en Colombia.

La crítica de Martínez resuena como un llamado a la acción, recordando que detrás de cada evento simbólico hay una comunidad que necesita ser escuchada y atendida.

La pregunta que queda en el aire es: ¿podrá la visita de la Princesa ser un catalizador para el cambio, o será simplemente un recordatorio de las desigualdades que persisten en la sociedad?