Estas fueron las últimas palabras que Valeria Márquez, una influencer de 23 años con más de 400,000 seguidores, escribió en su cuenta de Instagram antes de ser brutalmente asesinada en vivo.

Frente a más de dos millones de espectadores, lo que parecía un desmayo durante una transmisión en directo resultó ser un asesinato cuidadosamente planeado.

Lo que ocurrió ese fatídico 9 de mayo de 2025 en Zapopan, Jalisco, revela una realidad mucho más oscura de lo que los medios tradicionales han contado.

Detrás de la sonrisa de Valeria y de sus publicaciones motivacionales, se escondía una red de control digital y criminal tan sofisticada que pone en jaque todo lo que creemos saber sobre las redes sociales.

Este caso no solo marca un antes y un después en la violencia contra las mujeres, sino que también expone cómo el crimen organizado ha encontrado nuevas formas de operar, utilizando algoritmos, influencers y plataformas digitales como herramientas de poder.

Y, según Omar García Harfuch, secretario de Seguridad Nacional, esta vez el crimen no quedará impune.

UNA VIDA QUE SE CONVIRTIÓ EN UNA MARIONETA DIGITAL

Valeria Márquez no era solo una influencer.

Era empresaria, fundadora de Bloom Light Studio y un símbolo de empoderamiento para miles de jóvenes que seguían cada paso de su vida.

Detrás de cada video de skincare, de cada frase motivacional y de cada viaje de lujo que compartía, había una operación criminal que la había convertido en una herramienta de propaganda y lavado de dinero del Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG).

Según las investigaciones reveladas por Harfuch, Valeria llevaba casi un año bajo el control del CJNG.

Su relación con Ricardo Ruiz Velasco, alias “El WR”, líder de la célula Grupo Élite, no era un romance, como muchos creían, sino una estrategia de manipulación emocional y digital.

El cártel utilizaba a Valeria como un rostro visible para normalizar su poder, promover una estética de lujo y, al mismo tiempo, lavar dinero a través de marcas ficticias y eventos patrocinados.

A cambio de un supuesto amor y regalos lujosos, Valeria fue vigilada las 24 horas del día.

Un iPhone 15 Pro Max modificado con software espía Pegasus monitoreaba cada conversación, cada movimiento y cada publicación en sus redes sociales.

“Etiqueta esto, no publiques aquello”, eran las órdenes que recibía constantemente.

Pero, ¿cómo llegó el crimen organizado a infiltrarse en las redes sociales de esta manera?
La respuesta es alarmante: el CJNG ya no necesita rifles para controlar.

Ahora utiliza algoritmos, influencers y la cultura del lujo como armas mucho más efectivas.

EL DÍA DEL ASESINATO: UN SHOW DE TERROR DIGITAL

El 9 de mayo, Valeria publicó una story aparentemente normal: una taza de té matcha, una frase motivacional y su sonrisa característica.

Poco después, inició un live stream desde su estudio de belleza en Zapopan.

Mientras hablaba con sus seguidores, bebió de una lata de bebida energética que, según la autopsia, contenía una mezcla letal de fluitracepam y un compuesto neurotóxico experimental llamado Raptor 808C.

A las 16:46, Valeria colapsó frente a la cámara.

Sus seguidores, confundidos, pensaron que era una actuación o un desmayo.

Nadie llamó a emergencias.

La transmisión continuó por 19 minutos más, mostrando una imagen fija del tocador de Valeria antes de apagarse.

Horas después, las autoridades confirmaron que no fue un accidente.

El asesinato había sido cuidadosamente planeado.

El CJNG había utilizado un peluche con un módulo de rastreo GPS y una lata modificada para ejecutar el crimen de manera precisa y publicitaria.

El objetivo: enviar un mensaje de terror y control, no solo a Valeria, sino a toda su audiencia.

HARFUCH: “ESTA VEZ LLEGAREMOS HASTA EL FINAL”

Durante el cateo posterior al asesinato, las autoridades encontraron un disco duro oculto en el estudio de Valeria.

El dispositivo contenía 71 GB de evidencia: imágenes, videos, mensajes y rutas que demostraban cómo el CJNG la había utilizado como una marioneta digital.

Entre los archivos, se descubrieron contratos falsificados, depósitos millonarios y conversaciones que revelaban el nivel de control que ejercían sobre ella.

Valeria no solo era una víctima; era un símbolo de cómo el crimen organizado está evolucionando hacia formas de violencia digital y psicológica.

En una conferencia de prensa, Omar García Harfuch declaró:
“Este no fue un feminicidio cualquiera.

Fue una ejecución digital planificada, grabada y distribuida como un mensaje de terror.

Él puede esconderse, pero esta vez llegaremos hasta el final”.

UN NUEVO LENGUAJE DEL CRIMEN

El caso de Valeria Márquez ha destapado una nueva realidad: el crimen organizado ya no opera solo en las calles.

Ahora domina estéticas, narrativas y algoritmos.

Utiliza a influencers, marcas y redes sociales para lavar dinero, normalizar la violencia y manipular a las audiencias.

Según los especialistas, el CJNG administra al menos 57 perfiles verificados en redes sociales, vinculados a figuras públicas que promocionan estilos de vida aspiracionales.

Todo esto financiado por actividades criminales.

“Si el poder criminal puede seducir, entretener y formar identidades juveniles desde TikTok, entonces el Estado mexicano tiene que actuar desde la educación digital y el pensamiento crítico”, afirmó Harfuch.

UNA SOCIEDAD QUE DEBE DESPERTAR

El asesinato de Valeria Márquez no es solo un caso aislado.

Es un llamado de atención para toda la sociedad.

Nos obliga a cuestionar qué tan seguras son las redes sociales y cómo estamos permitiendo que el crimen organizado utilice estas plataformas para expandir su poder.

Valeria no murió en secreto.

Murió conectada, observada y utilizada.

Su último mensaje, “Nunca es tarde para volver a ser una misma”, se ha convertido en un símbolo de resistencia.

Hoy, frente a su estudio en Zapopan, flores blancas, veladoras y cartas escritas a mano recuerdan su vida y su lucha.

Porque Valeria no fue solo una influencer.

Fue una mujer que, en sus últimos momentos, intentó recuperar su voz y su libertad.

La gran pregunta que queda es: ¿Cuántas Valerias más tendrán que morir antes de que despertemos como sociedad?
El crimen organizado ya no solo mata con armas.

Ahora lo hace con algoritmos, likes y filtros.

Es hora de actuar, antes de que sea demasiado tarde.