Una escena explosiva se vivió recientemente en el Congreso de los Diputados y quedó registrada por las cámaras.

 

 

Cayetana Álvarez de Toledo, sin pelos en la lengua, lanzó una batería de acusaciones directas contra los ministros Pilar Alegría y Óscar

Puente.

 

El ambiente se volvió irrespirable cuando la diputada del Partido Popular sacó a relucir el caso de Jessica Rodríguez, una figura rodeada de

polémica por sus presuntos contratos irregulares en empresas públicas.

 

Con una precisión quirúrgica, Cayetana cuestionó al ministro de Transportes sobre las contradicciones en las declaraciones oficiales.

 

Le preguntó si seguía defendiendo la contratación de Jessica por los cauces habituales, pese a las dudas planteadas incluso por altos cargos

de las propias empresas estatales.

 

Pero el momento más tenso llegó cuando mencionó que Jessica era conocida como “la sobrina del ministro” y recibía tratos preferentes.

 

 

Según Cayetana, no solo se le otorgaban permisos especiales para acompañar al ministro, sino que ni siquiera se le exigía cumplir con un

horario normal de trabajo.

 

 

La diputada fue más allá al preguntarse si Óscar Puente conocía a cuántas mujeres había “enchufado” su antecesor, José Luis Ábalos, en

diversas entidades públicas.

 

Sin dar espacio al respiro, lo acusó de encubrimiento, de ser cómplice de una red de corrupción en el seno del Ministerio de Transportes.

 

Puente, visiblemente molesto, respondió con ironía e intentó contraatacar mencionando un caso local que involucraba a la misma diputada

Rodríguez.

 

Narró un supuesto episodio en Ávila, donde el esposo de Rodríguez habría sido contratado como profesor de pádel en una empresa

beneficiada por una adjudicación dudosa.

 

 

Intentó convertir su defensa en un ataque, sugiriendo que el Partido Popular también tenía sus propios casos de nepotismo y favoritismo.

 

El Congreso se llenó de aplausos y abucheos.

 

Pero lo que más llamó la atención no fue la defensa de Puente, sino su incapacidad para negar con claridad las acusaciones principales.

 

Lejos de apaciguar los ánimos, sus palabras avivaron el fuego.

 

Cuando parecía que el clima no podía volverse más tenso, Borja Sémper, también del Partido Popular, tomó la palabra para dirigir su

pregunta a Pilar Alegría.

 

Sémper no se contuvo y calificó la actitud de Puente como “vergonzosa” e “indigna”.

 

Lo acusó de insultar no solo a los diputados, sino a todos los ciudadanos, especialmente a los estudiantes y profesores de universidades

privadas.

 

La ministra Alegría intentó recuperar el control del debate, afirmando que su gobierno defiende la libertad educativa y la igualdad de

oportunidades.

 

Sin embargo, sus palabras fueron recibidas con escepticismo y críticas por parte de la bancada popular.

 

Sémper replicó con dureza, acusando al gobierno de atacar la libertad de prensa, la empresa privada y hasta la presunción de inocencia.

 

Aseguró que el Ejecutivo está en fase de descomposición y que su única respuesta es insultar a quienes lo cuestionan.

 

 

En un intento por reconducir el discurso, Pilar Alegría defendió la educación pública como garante de cohesión territorial y equidad social.

 

Señaló que el Partido Popular reduce siempre el presupuesto destinado a educación pública cuando gobierna.

 

Y lanzó una crítica directa a la Comunidad de Madrid por invertir un 30% menos en sus universidades públicas.

 

El debate quedó marcado por una evidente falta de diálogo constructivo.

 

La confrontación entre Cayetana, Puente, Sémper y Alegría refleja la crispación política que vive actualmente el país.

 

Una vez más, el Congreso se convirtió en un campo de batalla verbal, donde las acusaciones cruzadas sustituyen a las soluciones.

 

El vídeo del encontronazo no tardó en viralizarse, generando miles de comentarios en redes sociales.

 

Muchos se preguntan: ¿se investigará a fondo el caso de Jessica Rodríguez?

 

¿Responderá Puente con pruebas claras o se limitará a desviar la atención?

 

 

Y lo más inquietante: ¿qué otras verdades incómodas están a punto de salir a la luz?

 

España, entre los aplausos y los silencios, espera respuestas.

 

Y la cámara, como siempre, lo pilló todo.