Ada Colau, exalcaldesa de Barcelona, participa en la flotilla humanitaria Global Sumud hacia Gaza, pero confiesa sentirse aterrorizada por posibles represalias de Israel y expresa su deseo de regresar a casa.

 

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Ada Colau, la exalcaldesa de Barcelona, se ha embarcado en la controvertida Global Sumud Flotilla con destino a Gaza, presentando esta travesía como una misión humanitaria destinada a abrir un corredor y romper el bloqueo israelí.

Sin embargo, lo que comenzó como un gesto de firmeza política ha derivado en un cúmulo de lamentos y contradicciones.

Desde alta mar, Colau ha conectado en directo con el programa Espejo Público, donde no ha dudado en expresar su miedo a las represalias de Israel y su anhelo de regresar a casa.

“Estoy asustada, y no tengo miedo de decirlo. Tengo dos hijos en casa que me están esperando”, confesó Colau con la voz entrecortada, mientras el viento azotaba el barco.

“Lo que debió ser un acto de valentía se ha convertido en una experiencia aterradora”, añadió, revelando que los supuestos ataques sufridos en Túnez y Creta, que atribuye a Israel, han dejado una profunda huella en su espíritu.

A pesar de sus intentos de mantener un discurso heroico, la exalcaldesa no pudo ocultar su creciente inquietud.

“Afortunadamente, no hemos vuelto a tener ataques con drones”, dijo, aunque rápidamente aclaró que esto se debe a la presencia de fragatas de Grecia, Turquía e Italia que acompañan a la flotilla.

“Sin embargo, la fragata española, el Furor, se quedará a distancia y solo intervendrá en caso de emergencia. No podemos contar con su protección”, lamentó.

 

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Colau ha intentado presentar la travesía como un ejemplo de legalidad internacional, pero sus propias palabras reflejan la realidad cada vez más complicada a bordo.

“La situación aquí es difícil. Después de más de un mes en el mar, las condiciones son duras y este barco parece más una operación propagandística que una misión humanitaria”, admitió.

Su tono épico se desinfló, dejando al descubierto la vulnerabilidad que siente en medio del océano.

“Claro que tenemos miedo, porque somos humanos”, repitió Colau, enfatizando la fragilidad de su situación. “Quiero volver a mi casa, a mis hijos.

Esta aventura no es tan romántica como yo pensaba”, añadió, con una sinceridad que resonó en el aire tenso del programa. Las palabras de la exalcaldesa contrastan con la imagen de firmeza que intentó proyectar desde el inicio de su travesía.

Mientras tanto, las amenazas de ser tratados como terroristas han pesado sobre los activistas. “Nos han dicho que podríamos enfrentar ataques severos.

Eso es algo que no se puede ignorar”, declaró, mostrando que el miedo ha superado cualquier idealismo que pudiera haber tenido.

“No vine aquí para ser una heroína, vine para ayudar, pero ahora solo quiero regresar a mi hogar”, subrayó, dejando claro que la realidad ha superado sus expectativas.

 

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El ambiente a bordo es tenso. Otros miembros de la flotilla comparten sus temores. “No estamos solos en esto. Todos sentimos el mismo miedo”, comentó uno de los activistas, mientras miraba hacia el horizonte.

“Pero también tenemos la esperanza de que nuestra misión tenga un impacto positivo”, añadió, aunque su voz temblaba con la incertidumbre.

En medio de esta situación, Colau ha reflexionado sobre el uso mediático de Gaza. “Es triste pensar que mi presencia aquí se ha convertido en un espectáculo.

Gaza no debería ser solo un telón de fondo para nuestras luchas personales”, afirmó, con una mirada de preocupación. “Necesitamos recordar que hay vidas en juego, no solo nuestras”.

El programa Espejo Público continuó transmitiendo en directo, capturando cada momento de la travesía. Los comentarios en las redes sociales comenzaron a multiplicarse, con opiniones divididas sobre la validez de la misión de Colau.

Algunos la apoyaban, mientras que otros la criticaban por su aparente hipocresía al querer regresar a casa cuando la situación se tornaba peligrosa.

 

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“Es fácil hablar de valentía desde la comodidad de un estudio, pero estar aquí es otra historia”, reflexionó un activista a bordo. “Todos tenemos miedo, pero estamos aquí por una razón”.

Colau asintió, reconociendo que la lucha por la justicia a menudo se enfrenta a duras realidades. “Lo que pensaba que sería un viaje de esperanza se ha convertido en una lucha por la supervivencia”, concluyó.

Finalmente, la exalcaldesa dejó claro que su deseo de regresar a Barcelona no es una rendición, sino un reconocimiento de que la vida de su familia es lo más importante.

“Quiero volver a mis hijos y asegurarme de que estén bien. Esa es mi prioridad ahora”, afirmó, mientras el barco navegaba hacia un futuro incierto.

En resumen, Ada Colau ha quedado retratada como una activista que, al enfrentar el verdadero riesgo, ha confesado su temor y su deseo de regresar.

Mientras Gaza sigue siendo utilizada como excusa para su lucimiento mediático, la exalcaldesa ha reconocido que la aventura no es tan gloriosa como había imaginado.

“Solo quiero poner pie en Barcelona cuanto antes”, concluyó, dejando en el aire una pregunta sobre el costo real de su misión.

 

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